Usted está aquí: lunes 17 de diciembre de 2007 Mundo Bombardea Turquía refugios del PKK en el norte de Irak; 7 muertos

Gran Bretaña entrega el control de la ciudad chiíta de Basora a las fuerzas del país ocupado

Bombardea Turquía refugios del PKK en el norte de Irak; 7 muertos

EU autorizó el ingreso al espacio aéreo iraquí, dice Ankara; Washington lo desmiente

Al menos 200 familias huyen de sus hogares; el ejército turco asegura que no atacó a civiles

Afp, Dpa, Reuters y The Independent

Ampliar la imagen Habitantes del poblado iraquí de Alatooka, cerca de la frontera con Turquía, caminan entre los restos de sus vivendas tras los bombardeos del ejército turco contra presuntos refugios de milicias del PKK Habitantes del poblado iraquí de Alatooka, cerca de la frontera con Turquía, caminan entre los restos de sus vivendas tras los bombardeos del ejército turco contra presuntos refugios de milicias del PKK Foto: Ap

Suleimaniya, Irak, 16 de diciembre. Al menos 50 aviones turcos bombardearon hoy poblaciones del norte de Irak que sirven de refugio a los rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en una operación que, según fuentes militares turcas, contó con ayuda de Estados Unidos y costó la vida a siete personas además de provocar la huida de un centenar más, mientras Gran Bretaña entregó el control de la sureña ciudad chiíta de Basora a las fuerzas iraquíes.

“La noche pasada las fuerzas armadas turcas llevaron a cabo un ataque aéreo contra objetivos de la organización terrorista en el norte de Irak”, anunció el primer ministro Recep Tayyip Erdogan en un discurso transmitido por televisión.

Calificó la operación de un “éxito”, y reiteró que usará todos los medios diplomáticos, económicos y militares a su alcance para derrotar a los rebeldes.

El jefe del ejército, Yasar Buyukanit, reveló que Ankara contó con información de la inteligencia estadunidense para el ataque, ya que Estados Unidos dio permiso para entrar al espacio aéreo iraquí. En la ofensiva fueron utilizados al menos 50 aviones.

Sin embargo, un oficial de la embajada estadunidense en Ankara no identificado por Reuters desmintió las declaraciones de Buyukanit, al señalar que “nosotros no aprobamos esta decisión. No está en nosotros autorizar. No obstante, fuimos informados antes”.

Las poblaciones atacadas se encuentran cerca de Qandil, al nordeste de Irak, que sirve de refugio al PKK.

Según un comunicado del ejército turco, los bombardeos tuvieron como objetivo “las regiones de Zap, Hakurk y Avasin, así como el macizo de Qandil”. El PKK indicó en una nota publicada en Internet que siete personas, entre ellos dos civiles, murieron. “En los ataques, cinco guerrilleros y dos civiles se convirtieron en mártires”, además señaló que resultaron heridos “muchos civiles, incluidos niños y mujeres”.

El vocero de los peshmergas (las fuerzas de seguridad de la región autónoma del Kurdistán iraquí), Jabbar Yawa, aseguró que los bombardeos destruyeron varios puentes que unen poblaciones ubicadas en una zona muy escarpada y de difícil acceso.

Abudallah Ibrahim, gobernador de la localidad de Sankasar, indicó que 200 familias huyeron de sus hogares y “se han refugiado en localidades vecinas”.

El canciller turco, Ali Babacan, desmintió que las áreas bombardeadas estuvieran pobladas por civiles y dijo que hay que confiar “en la versión de las fuerzas armadas turcas”. El ataque de este domingo es el segundo en el mes.

Turquía, que trata de expulsar al PKK de sus refugios al norte de Irak, ya realizó una primera operación militar, el pasado primero de diciembre, contra grupos rebeldes.

Por otro lado, Gran Bretaña entregó hoy el control de la provincia petrolera de Basora a las autoridades iraquíes, poniendo fin a su intervención en el sur de Irak después de una ocupación de casi cuatro años nueve meses considerada negativa por numerosos habitantes.

El gobernador de la provincia, Mohammed Waili, firmó un protocolo de acuerdo con el general Graham Binns, quien preside la división multinacional sureste. La ceremonia se llevó a cabo en la base británica del aeropuerto de Basora, a la entrada de la gran ciudad portuaria.

Esta entrega de la autoridad significa la última etapa de la salida de las fuerzas militares desplegadas en esta región fronteriza con Irán y Kuwait desde la invasión encabezada por Estados Unidos el 20 de marzo de 2003.

Basora es la última de las cuatro provincias más meridionales que pasa bajo el control de los iraquíes luego que los británicos devolvieron el control de Muthanna, Zi Qar y Misan.

La mayoría de la población se mostró satisfecha ante la retirada de las tropas inglesas. “Se puede ver la felicidad en la cara de cada uno”, declaró Adel Jassam, un profesor. “Se siente como si se nos quitara un gran peso de encima”.

El desagrado hacia las tropas británicas quedó reflejado tras los resultados de una encuesta de opinión dada a conocer por la BBC en la que se mostró que sólo 2 por ciento de la gente en Basora creía que la presencia de las tropas tenía un efecto positivo en su provincia desde 2003. Al menos 86 por ciento declaró que la presencia de las fuerzas inglesas tenía un impacto negativo.

El 3 de septiembre los británicos habían entregado a los responsables iraquíes la seguridad de la gran ciudad de Basora, la principal salida para las exportaciones de petróleo iraquí.

“Gran Bretaña continuará desempeñando un papel, pero será de apoyo, no de dirección y los soldados bajarán a 2 mil 500 en los seis próximos meses”, indicó el vocero británico John Wilkes.

La medida prepara la reducción de tropas británicas de los 4 mil 500 actuales a 2 mil 500 el próximo año, lo que contrasta con los 50 mil efectivos que el entonces primer ministro Tony Blair envió para derrocar a Saddam Hussein.

Desde el inicio de la invasión han muerto 134 soldados, de ellos 30 fallecieron en un periodo de cuatro meses desde abril a julio de este año.

Por otro lado, el menos 39 personas perdieron la vida en combates entre supuestos militantes de Al Qaeda y un grupo de lugareños sunitas integrado principalmente por milicianos para combatir a la organización de Osama Bin Laden en la provincia de Diyala, cerca de Bagdad, mientras otras 11 personas –la mayoría policías– murieron en enfrentamientos y ataques al norte y sur de la nación ocupada.

 
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