Usted está aquí: lunes 17 de diciembre de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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Al final del año cae otro mito

Acuerdos inconfesables con el panismo

Su fracaso. motivo de reflexión profunda

Termina el año, y con él se empieza a desmoronar un mito que en algún momento amenazó con dejar de ser pesadilla para convertirse en la realidad más humillante para la izquierda partidista del país, pero muy especialmente para la ciudad de México.

Nos referimos, desde luego, a la tribu Nueva Izquierda que creció, se alimentó de una serie de acuerdos que ya no se repetirán porque las condiciones del mercado político, donde ellos se ofertan, han cambiado, y después de servir a intereses contrarios a los de su partido, y su gente, hoy son material desechable.

En la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, donde hicieron de su fuerza ficticia todo un paradigma de soberbia, sus propios militantes han decidido abandonarlos porque saben, a la perfección, que a Nueva Izquierda ya casi se le acabó el futuro.

En el punto más alto de su arrogancia, NI decidió jugarse el todo por el todo en una sola partida: el presupuesto para el Distrito Federal. Con su “mayoría”, tejida por acuerdos inconfesables con el panismo –entre los dos se podía contar más de los 34 sufragios necesarios para ganar cualquier votación–, supuso que no habría cabida para la derrota.

Para lograr el voto panista –su mejor alianza– no sólo dio la espalda a las demás tribus de su partido –14 legisladores perredistas–, sino que se lanzó abiertamente en contra del gobierno de Marcelo Ebrard, al que combatió sin tregua.

Los acuerdos llegaron a un extremo tal, que hace un par de semanas, la principal enemiga del PRD en la ciudad, la delegada de Miguel Hidalgo, Gabriela Cuevas, escribió un artículo en el que elogiaba, sin vergüenza alguna, a la tribu NI.

Así, esos acuerdos trascendieron el ámbito del perredismo para exhibirse de manera brutal y cínica entre los mismos legisladores de la tribu que tuvieron que enfrentar una realidad, hasta aquel momento inconcebible: los panistas eran más importantes para su dirigencia que cualquiera de ellos.

La reflexión les hizo ver que para cumplir sus acuerdos con los azules, sus líderes privilegiarían los intereses panistas entes que los de ellos, y sin abandonar por completo a la corriente, se apartaron de ella.

El cambio suscitó un vuelco en la correlación de fuerzas en la Asamblea Legislativa, y de pronto Nueva Izquierda y el PAN se quedaron solos. Los otros partidos con representación en la ALDF acordaron con el gobierno central casi todos los cambios que requerían, y el arreglo llegó sin mayores consecuencias. En aquellos momentos las fuerzas entre quienes votarían a favor del presupuesto y quienes estaban en contra, se equiparaba, y la tendencia marcaba que cuando menos un diputado más del grupo NI, rompería con su dirigencia para poner en mayoría la propuesta modificada del gobierno.

Así las cosas, Nueva Izquierda no tuvo otra que seguir la tendencia y acordar con Marcelo Ebrard y su equipo, sobre todo porque los azules, que advirtieron la debilidad de la tribu perredista, ya habían congeniado con el Gobierno del Distrito Federal.

Se espera que con ese panorama el próximo martes se apruebe el presupuesto de la capital, pero después de eso en Nueva Izquierda se tendrá que ir a una reflexión profunda de los hechos porque la credibilidad de esa corriente ha quedado por los suelos y la estrategia de la traición –palabra que tanto molesta a sus defensores–, no dio los resultados que ellos esperaban y la barca empieza a hacer agua.

De pasadita

Con esta entrega le damos a usted las gracias por su atención a Ciudad Perdida, la última de este año. Le amenazamos con regresar por ahí de la segunda quincena de enero de 2008, que promete ser muy controvertido.

 
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