18 de diciembre de 2007     Número 3

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


Cambio climático y sus efectos en la producción del campo

  • Desafíos críticos en la agricultura y los bosques

Víctor O. Magaña Rueda

El clima como amenaza ha comenzado a analizarse más detalladamente desde que se encontró que está cambiando debido a las actividades humanas. Gracias a organismos como el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), hoy se sabe que es muy probable que la quema de combustibles fósiles, las actividades agropecuarias y en general los patrones de desarrollo socioeconómico de alto consumo de recursos naturales, sean las causas de una elevación de temperatura cercana a un grado centígrado en promedio global durante los últimos 150 años. De continuar como vamos, la temperatura podría aumentar hasta en cuatro grados centígrados en promedio hacia finales del presente siglo.

En México, los aumentos de temperatura podrían variar entre dos y cuatro grados centígrados hacia finales de siglo, y la zona norte sería la que mayores incrementos experimentaría. Por otro lado, las proyecciones de lluvia para la mayor parte del país son de disminución. Ambos factores llevarán a que el déficit de humedad en el suelo se incremente y, con ello, las condiciones sean poco propicias para la agricultura, principalmente la de temporal. Los escenarios de cambio climático y precipitación también indican que muy probablemente ocurrirá un retraso sistemático en el inicio de la temporada de lluvias. En el verano de 2005 las lluvias comenzaron un mes tarde y produjeron una caída de la producción agropecuaria del orden del 13 por ciento. Por otro lado, se prevé que los eventos de precipitación extrema sean cada vez más intensos. En el sur de México, en Chiapas o Tabasco por ejemplo, hace 100 años un evento extremo era de alrededor de 120 milímetros en un día. Con el paso del tiempo parece existir una tendencia lineal a que cada vez sean más fuertes; en años recientes se registran eventos extremos de más de 300 milímetros en un día.

Existen dos formas de enfrentar el cambio climático. La primera es a través de la mitigación: reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero que producen el calentamiento excesivo en el planeta, o sea disminuyendo la amenaza. Para ello se requiere de la participación de todo el mundo, principalmente de los países que más emiten.

La segunda forma es adaptarse a los cambios del clima esperados, es decir, reducir nuestra vulnerabilidad. En el caso del cambio climático en la agricultura mexicana, habrá que trabajar en materia de uso de información climática tanto de diagnóstico como de pronóstico, y con base en ella establecer sistemas de alerta temprana que permitan tomar decisiones objetivas sobre la mejor forma de producir en el campo ante déficit o excesos de precipitación.

Quizá uno de los retos que se enfrentarán en las próximas décadas estará relacionado con el cambio en el uso de suelo. Transformaciones de zonas de bosques a pastizales para agricultura y ganadería tendrán repercusiones en el clima local, que aún son difíciles de determinar, aunque se sabe que la pérdida de bosque lleva a un aumento de los escurrimientos y a una reducción de las infiltraciones a los acuíferos.

Los cambios en el uso de suelo continuarán al enfrentarse condiciones adversas en el clima y, con ello, se enfrentarán serias amenazas al reducirse los servicios ambientales que las zonas de bosques proporcionan. Éste pudiera ser el escenario pesimista para las próximas décadas. Un escenario más optimista implicaría un cambio en la política agrícola y ambiental que lleve verdaderamente a un desarrollo sostenible. En este momento es poco claro decidir cuál será el camino y el escenario que seguiremos en los próximos años.

Investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera, UNAM
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