Usted está aquí: viernes 21 de diciembre de 2007 Política Subversivas, las políticas de género

Gabriela Rodríguez
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Subversivas, las políticas de género

Las elaboraciones en torno al género han sido una forma primaria de reproducir las relaciones de poder, ya sea para sostenerlo o para revertirlo; en el género se condensa la imposición y la subversión, la represión y la lucha por la justicia. Porque la construcción de lo masculino y lo femenino pronuncia la falta de igualdad entre seres humanos y, al mismo tiempo, señala la fuerza de la diferencia, la diversidad que caracteriza lo humano.

Por eso pretender institucionalizar el género en las políticas públicas es una contradicción, es una estrategia de resistencia que camina dentro de las instituciones, en esos entes abstractos y esquizofrénicos que hoy operan en oposición a las funciones que les dieron origen. La doble cara de los institutos de las mujeres sólo puede comprenderse como etapa estratégica del movimiento feminista, como camuflaje para superar la brecha de desigualdad y violencia contra las mujeres. Los lemas de las calles se proyectaron en una misión institucional que busca colocar el género como línea transversal de los programas gubernamentales. Esos institutos alcanzaron con el panismo el más alto estatus jerárquico y, por si faltaran contradicciones, muchos de ellos no están encabezados por feministas, como si colocar objetivos de igualdad y cuerpos de mujeres al frente de un organismo público garantizara un compromiso con la equidad de género, y como si los gobiernos de derecha estuvieran interesados en las transformaciones económicas estructurales y en los cambios culturales implicados.

Tendría que ser diferente cuando una feminista posicionada dentro de un gobierno progresista opera las políticas de género; la exigencia de la ciudadanía es mayor. Desde ahí hay que valorar el informe de Martha Lucía Mícher Camarena, directora del Instituto de las Mujeres de la ciudad de México, desde la trayectoria de la funcionaria que hace un acto de rendición de cuentas en un territorio donde la izquierda lleva gobernando 10 años.

Las acciones permiten comprender cómo se institucionaliza el género en la ciudad de México y cómo traduce el Inmujeres DF su transversalidad: se integraron en el gabinete el mismo número de mujeres y hombres, y se facultó al instituto como órgano rector y normativo de la política de igualdad sustantiva. En colaboración con las dependencias y con organizaciones de la sociedad civil, se conformó y capacitó una red interinstitucional de enlaces de género, integrado por responsables de planeación de todas las dependencias, y otra red interdelegacional. Las primeras acciones fueron jurídicas, de diagnósticos y presupuestos públicos con perspectiva de género; se logró etiquetar mil 234 millones para 2008. En cuanto a políticas laborales se encontró que la fuerza femenina dentro de la administración del Gobierno del Distrito Federal representa 30 por ciento, y que tiene una brecha salarial de 3 a 5 puntos porcentuales por debajo de los hombres. Se otorgaron beneficios fiscales a mujeres jefas de familia, se impulsó a mujeres emprendedoras, y un programa de revalorización del trabajo doméstico para empleadas del hogar. Se coordinaron trabajos para la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en el Distrito Federal y programas Viajemos Seguras en los sistemas de transporte público.

Los programas de salud sexual y reproductiva del DF son únicos en el país y en la región latinoamericana: Programa Amor... es sin Violencia en el noviazgo, en el matrimonio y en parejas no heterosexuales; casa hogar para trabajadoras sexuales de la tercera edad; liberación de mujeres en reclusión; derechos sexuales y reproductivos para mujeres reclusas, incluyendo programas para lesbianas. Foros, ferias de salud y actividades de prevención de cáncer y salud reproductiva y, a partir del decreto del 26 de abril, información, asesorías y canalización de servicios de interrupción legal del embarazo.

Entre los principales retos las panelistas Tania Reneaum, Teresa Incháustegui y Marta Lamas señalaron la necesidad de una alineación más precisa de estrategias y mecanismos de seguimiento, mayor atención a los y las jóvenes, falta de políticas de conciliación del trabajo doméstico y extradoméstico, y considerar la pobreza de tiempo en la vida cotidiana de las mujeres. Se habló de hacer un viraje del sistema político como imperativo urgente, del riesgo que representan las querellas internas del partido y de la necesidad de profundizar programas que atiendan la violencia simbólica, la subjetividad y el mundo interno de las mujeres.

Los gobiernos del Distrito Federal han mostrado la mejor cara de la izquierda mexicana, dan las más fuertes lecciones a las elites del PRD y a los legisladores. En el castellano, los artículos gramaticales identifican lo masculino y femenino como poder simbólico: de un lado el país; del otro, la ciudad de México.

 
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