Usted está aquí: lunes 24 de diciembre de 2007 Política El TLCAN puso en entredicho el liderazgo de organizaciones agrarias

Rupturas y disputas, constante en las diversas agrupaciones de mayor tradición

El TLCAN puso en entredicho el liderazgo de organizaciones agrarias

En la CNC, los dos más recientes dirigentes han hecho gala de su amistad con funcionarios

Matilde Pérez U. / I

Los cambios al artículo 27 constitucional y las posteriores firmas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y del Acuerdo Nacional para el Campo pusieron en tela de juicio los estereotipos de los liderazgos de las organizaciones campesinas de mayor tradición y presencia en el ámbito nacional.

En tres lustros de profundización de una política agropecuaria neoliberal y a unas semanas de una apertura total al comercio de maíz, frijol, caña de azúcar y leche, varios de ellos no descartan que la continuidad al frente de sus agrupaciones tenga un punto final; otros minimizan las rupturas y disputan la identidad de la organización.

La Confederación Nacional Campesina, brazo campesino del PRI y promotora del voto verde en favor de éste, constituida el 28 de agosto de 1938, criticada por sus prácticas corporativas, de desmovilización y mediatización de los campesinos durante los regímenes del Revolucionario Institucional, no termina de retocarse.

Y si bien en 1994, con Hugo Andrés Araujo al frente, respaldó la entrada en vigor del TLCAN, sus dos más recientes dirigentes –Heladio Ramírez López y Cruz López Aguilar– lo han criticado e incluso se sumaron a las movilizaciones de protesta emprendidas en el régimen foxista por otras agrupaciones del campo para evitar su debilitamiento, pero no hicieron a un lado su actuación ambigua –presumir su amistad con funcionarios de primer nivel para lograr beneficios, por ejemplo– ante los gobiernos emanados del PAN.

La dirigencia de Heladio Ramírez López –1998-2006– no pudo evitar un cisma interno al dejar de ser “una extensión del Estado mexicano en el medio rural para facilitar la aplicación de sus políticas”, como plantea Horacio Mackinlay en su estudio La CNC y el nuevo movimiento campesino (1989-1994). En 2001, Nabor Ojeda Delgado, secretario general de la CNC, llegó hasta los tribunales administrativos para reclamar la dirigencia nacional, así como los bienes muebles e inmuebles de la organización, que –afirmó entonces– le fueron “sustraídas” por Ramírez López “al modificar los estatutos internos para relegirse” como líder de la organización. La discusión legal se resolvió en julio de 2003 en favor de Ramírez López.

El doble discurso

Casi paralelamente surgió la disputa de Ramírez López con la dirigencia nacional del PRI, entonces encabezada por Roberto Madrazo Pintado y Elba Esther Gordillo, pues ambos reconocieron implícitamente también como dirigente de la CNC a Nabor Ojeda, al acudir al congreso que convocó en agosto de 2002.

Ese mismo mes y año, los delegados del congreso cenecista encabezado por Ramírez López acusaron a la dirigencia del PRI de sostener un “doble discurso, dar la espalda al campesinado priísta y comprometerse con un minúsculo grupo disidente”, y advirtieron que no permitirían “ese doble juego”, pues como militantes del PRI no eran “comparsas ni añadidura manipulable; por primera vez en muchas décadas impusimos nuestra voluntad sin presiones, con entera libertad”.

La agria discusión entre las partes se interpretó como una ruptura de la CNC con el PRI, pero de inmediato el ex gobernador de Oaxaca desmintió las versiones y asentó que sólo se habían fijado posturas; días después Madrazo Pintado y Gordillo se reunieron con Ramírez López en la sede de la CNC.

Las discrepancias se habían mostrado, pero la disciplina priísta predominó y ésta también se impuso en la decisión de tener un candidato único a la presidencia de la CNC; así, Cruz López Aguilar tomó posesión en enero de 2007. Y aunque su dirigencia concluye en 2011, en los meses transcurridos de su mandato ha insistido en que no se relegirá, y ha subrayado que “la relación con el gobierno federal, después de una etapa corta de tanteo, ha entrado a la construcción de acuerdos”.

Central Campesina Independiente (CCI)

El 6 de enero de 1963, en el contexto del 48 aniversario de la Ley Agraria de 1915, nació esta organización tras dos años previos de convencimiento entre disidentes que habían abandonado a la CNC luego que la dirigencia de ésta aceptó precios por abajo de los demandados por los productores de algodón.

Alfonso Garzón Santibáñez, Ramón Danzós Palomino, Arturo Orona y Humberto Serrano Pérez unieron esfuerzos para gestionar las necesidades agrarias de los núcleos ejidales y solicitantes de tierra, y pugnar por la consolidación de proyectos productivos; en el congreso constitutivo, aseguraron que la unidad sería su distintivo.

El compromiso duró poco, pues en 1964 Danzós Palomino y Orona fueron expulsados por comunistas y fundaron la CCI-Roja, a la que entonces se vinculó con el Partido Comunista debido a la militancia de ambos en aquél.

Para entonces Garzón Santibáñez tenía acercamientos con el PRI, al cual afilió a la organización al inicio de la década de los años 70; entonces ya pensaba en modificar los estatutos de la organización, que establecían un periodo máximo de seis años y la posibilidad de una sola relección.

Seis años después de la expulsión de dos de sus fundadores, hubo una nueva fractura. Derivada de la disputa por una diputación –como indica Rubén Mercado Terán en su investigación histórica de las organizaciones campesinas–, salió de las filas de la CCI Humberto Serrano Pérez. Al frente de la organización se quedó Alfonso Garzón Santibáñez, quien eliminó de los estatutos el candado de relegirse sólo una vez y con ello mantuvo el control de la organización durante 36 años.

En 1988, su esposa, Guadalupe Martínez Cruz, lo dejó solo al frente de la CCI, luego de fracasar en su intento por lograr la dirigencia de la organización. El 23 de marzo de 1992 Garzón constituyó el Consejo Nacional de Sociedades y Unidades de Campesinos y Colonos (Consucc), en el que permanece como dirigente.

Ese mismo año, un grupo de siete dirigentes estatales –entre ellos Félix García Hernández, del estado de México; Juan Cristóbal Céspedes, de Veracruz; Francisco López Meza, de Sinaloa, y Rafael Galindo Jaimes, de Sonora– empezó a alzar la voz en contra de la estrategia “rutinaria y oficialista, de los discursos repetitivos y congresos tediosos” que mantenía Garzón Santibáñez, quien para entonces había instalado su vivienda en la sede de la organización.

La época de Garzón Santibáñez como líder respetado y fuerte había terminado, pero recurría al “autoritarismo”, al apoyo que le brindaban algunos dirigentes estatales para mantenerse en la dirección.

Terco en seguir un camino similar al de Fidel Velásquez, dirigente de la CTM, Garzón Santibáñez rechazó los cambios y acusó de traidores a los delegados. El 30 de mayo de 1998 arribaron a la sede de la CCI contingentes de 14 estados y, encabezados por líderes estatales, le pidieron a Garzón Santibáñez que abandonara las instalaciones; se resistió y fue subido a un taxi por la fuerza.

Garzón Santibáñez se resistió a la destitución y en dos ocasiones, respaldado por 200 personas, intentó recuperar la sede de la CCI, pero fracasó.

Juan Cristóbal Céspedes asumió la dirigencia, pero sólo en 2001 se le nombró formalmente secretario general; durante su periodo de dos años y medio trabajó en la reconciliación nacional de los ceceístas y afrontó a quienes desde el PRI trataron de desaparecer la organización.

La lección del cacicazgo obligó a los integrantes de la CCI a reformar nuevamente los 145 artículos de sus estatutos, en los cuales quedó asentado que el periodo de secretario general sería de cuatro años y una sola relección, aunque quedó abierta la posibilidad de que los delegados estatales permanezcan indefinidamente.

Rafael Galindo Jaimes, actual dirigente de la organización, afirmó estar dispuesto al relevo.

Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC)

Luego de 11 años de sostener a la CCI-roja, Ramón Danzós Palomino y un amplio grupo de líderes estatales campesinos, entre ellos José Dolores López, Federico Ovalle Vaquera, Petra Santos, Graciano Benítez y Rafael Jacobo García, crearon el 16 de noviembre de 1975 la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC).

Los objetivos: organizar a los trabajadores agrícolas y campesinos para defender sus derechos políticos, económicos, sociales y culturales; exigir el reparto agrario, particularmente en Chiapas, y constituir un sindicato de jornaleros agrícolas.

La CIOAC nació con una dirección colegiada, pero a Ramón Danzós se le cedió prácticamente el liderazgo hasta finales de la década de los años 90 y se le otorgó el cargo de presidente, que mantuvo hasta su muerte, en febrero de 2002, a los 84 años.

A partir de entonces, Federico Ovalle Vaquera asumió el liderazgo, en el cual fue ratificado nuevamente este año.

La agrupación también sufrió fracturas en su seno. Petra Santos, Rafael Jacobo y Rafael Osuna, entre otros, abandonaron las filas de la CIOAC, aún dirigida por Danzós Palomino. Al inicio de año 2000, Rafael Jacobo, Osuna y Santos conformaron la denominada CIOAC Democrática y finalmente integraron la Central de Organizaciones Campesinas y Populares (Cocyp), cuya dirección estuvo a cargo de Rafael Jacobo y actualmente recae en José Jacobo Femat.

 
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