Usted está aquí: sábado 29 de diciembre de 2007 Política El agro mexicano llega polarizado y mermado al último tramo del TLCAN

Los subsidios en EU, 4.4 veces superiores que a los productores nacionales

El agro mexicano llega polarizado y mermado al último tramo del TLCAN

Las autoridades rechazaron peticiones para atenuar efectos, pero la liberalización va

Académicos señalan que la crisis rural comenzó antes de la aplicación del tratado

No obstante, con el acuerdo las importaciones maiceras se han multiplicado 69 veces

Miriam Posadas y Matilde Pérez U. /I

México llega a la apertura comercial de productos sensibles –maíz, frijol, azúcar y leche en polvo– polarizado y con un campo minado.

Las secretarías de Economía (SE) y de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) afirman que no existen motivos para esperar que este último tramo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) para el sector agropecuario afecte a los productores, pero la mayoría de éstos advierte que se acentuarán la dependencia alimentaria, la migración y el abandono del campo.

Durante 2007, la docena de organizaciones del Congreso Agrario Permanente, las 15 del Consejo Nacional de Organismos Rurales y Pesqueros (CNORP) y las 10 del Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas (Conoc) alzaron la voz para demandar la revisión del capítulo agropecuario del TLCAN dadas las asimetrías productivas y de subsidios frente a Estados Unidos y Canadá.

Ante la “insensibilidad y sordera del gobierno” –como lo describieron– propusieron, en el marco de la discusión de la ley de presupuesto y gasto público, un mecanismo para regular las importaciones y exportaciones, principalmente de maíz y frijol, pero los legisladores del PRI y PAN votaron en contra.

Respuesta a la nación

En los últimos días del año, Conoc y Conorp pugnaron por reformas institucionales para dar espacios de decisión, presupuestos y atención a los pequeños y medianos productores, e insistieron en la integración de una reserva estratégica de granos, reordenamiento de los mercados locales y regionales, y que se cumpla con la Ley de Desarrollo Rural Sustentable. Exigieron al actual gabinete que deje de considerar el agro como lastre para la economía y aclararon que no son las empresas trasnacionales y los ganadores de la apertura comercial quienes responderán a la nación.

Para la SE y la Sagarpa ya no hay “esos fantasmas que amenazaban con invadir el mercado mexicano con alimentos estadunidenses, porque las condiciones ya cambiaron”. Aclararon que nunca hubo la intención de proponer a los estadunidenses la renegociación del capítulo agrícola del TLCAN, ya que los socios comerciales pedirían renegociar otros rubros que serían más costosos para los mexicanos, porque la crisis del campo mexicano no se originó con el TLCAN, sino por razones “añejas y estructurales”.

Según economistas e investigadores, la Sagarpa y la SE tienen algo de razón, no hay tanto de que preocuparse con la apertura el 1º de enero de 2008, pues la crisis del campo data de los años 70, cuando se cambió la política económica y se dio inicio al desmantelamiento de la agricultura, por lo que esta nueva etapa del TLCAN sólo servirá para evidenciar la marginación, la falta de políticas públicas eficientes y el abandono con el que se pretende competir frente a dos potencias agrícolas que tienen subsidiada alrededor de 50 por ciento de su producción.

Para la SE y la Sagarpa el sector agrícola es “un campo ganador” de la apertura comercial porque las exportaciones del sector agroalimentario (que incluye bebidas, alimentos y tabacos) pasaron de 4 mil millones de dólares en 1993 a más de 12 mil millones de dólares en 2006, aunque las estadísticas oficiales muestran que ese éxito y riqueza se reducen a sólo algunos productos como: tomate, cebolla, pepino, chile, calabacita, aguacate, papaya, sandía, fresa y limón, que en el último año tuvieron una participación de casi 2 mil millones de dólares en el mercado de Estados Unidos.

Y si bien la crisis de producción inició en la década de los años 70, se agudizó tres lustros después con el desmantelamiento de las instituciones de respaldo para el campo, la reforma del artículo 27 constitucional y la firma del TLCAN, ya que con éste se sumó la crisis de rentabilidad y competitividad.

Subsidios en México y Estados Unidos

Federico Ovalle Vaquera y Emilio López Gámez, de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC), mencionan que los agricultores de Estados Unidos reciben 340 dólares per cápita y los mexicanos 77 dólares; rendimientos en frijol de 1.8 y en maíz de 8.4 toneladas por hectárea en Estados Unidos contra 0.6 y 2.5 toneladas en México, respectivamente. El PIB del medio rural mexicano se ha mantenido estancado, ya que su tasa de crecimiento ha sido de 2 por ciento a partir de la década de los años 90, cuando en otros periodos llegó a tener tasas por encima de 5 por ciento.

En 1993 se importaban 156 mil toneladas de maíz y en este año se estima cierre en 10.8 millones de toneladas, es decir, un crecimiento de 6 mil por ciento en los 13 años del TLCAN; actualmente más de 22 por ciento del grano que se consume es importado, en el caso del trigo es de 55 por ciento, sorgo 35, soya 95, arroz 72, frijol 9, cebada 22 y algodón 55 por ciento. Desde el inicio del TLCAN a la fecha se han comprado 127 mil millones de dólares en alimentos y México ha vendido un total de 106 mil millones de dólares.

Además, la balanza comercial agropecuaria desde hace 14 años tiene una pérdida de 2.5 mil millones anuales; la migración de hombres y mujeres pasó de menos de 100 mil personas a casi 600 mil anualmente; 70 por ciento de los habitantes de las zonas rurales vive en pobreza; el salario rural se ha deteriorado 60 por ciento, y se han perdido más de 2 millones de empleos.

La pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo ha traído también una caída en la capacidad de compra el caso de la tortilla pasó de 38.2 a 5.7 kilos; en frijol de 8.3 a 3.14 kilos y de leche de 16.3 a cinco litros, en dicho periodo. Esto muestra, abundaron Ovalle y López, que, como dijo un funcionario del Banco Mundial, al TLCAN “ya se le acabó lo bonito, hay que repensar la situación”.

Evaluación por encargo

Alicia Puyana, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), quien junto con José Romero, investigador de El Colegio de México (Colmex) realizaron la Evaluación integral de los impactos e instrumentación del capítulo agropecuario del TLCAN –en abril de 2004 por encargo de la SE–, sostuvo lo que entonces arrojó su investigación: el TLCAN no es el responsable directo de la crisis, sino la falta de políticas públicas correctas y financiamiento.

Tres años después de dicha investigación, Puyana dijo que la producción de granos en México no ha crecido y la brecha con Estados Unidos es cada vez más amplia. No es suficiente abrir los mercados a la competencia externa para hacer más competitivos los productos nacionales, porque antes es indispensable contar con la infraestructura suficiente para integrar mercados y hacer rentables las inversiones, apuntó.

Destacó que entre las grandes carencias de México está la falta de un vigoroso programa de inversiones, ya que el sector agropecuario representa 5.4 por ciento del PIB pero sólo recibe 0.91 por ciento de la inversión total, y la falta de apoyo a productores de autoconsumo, semi comerciales y a los trabajadores rurales sin tierra.

Nada que temer

Con ese ánimo, el gobierno mexicano llega 14 años después a la liberalización comercial de los cuatro últimos productos sensibles del campo mexicano. Con circunstancias que en los últimos años cambiaron y jugaron en favor de la producción de maíz, pero contra el frijol y la leche.

El titular de la SE, Eduardo Sojo, aseguró que a partir del primer día de enero póximo se necesitará un seguimiento puntual del comportamiento del mercado internacional de granos y, aunque “no se espera una situación dramática”, ya hay acuerdos con las aduanas para tener información constante.

“En la última etapa de desgravación del TLCAN la preocupación era qué iba a pasar con el maíz blanco, pero hoy tenemos una buena producción para garantizar el consumo interno y en Estados Unidos es más caro que en México –lo mismo pasa con el frijol–, así que no habrá problema en ninguno de los dos casos; por lo que ahora hay que buscar oportunidades para exportar y mejorar la productividad en México. Todos esos fantasmas ya no están ahí, entonces no se prevén cambios dramáticos.”

 
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