Usted está aquí: jueves 3 de enero de 2008 Deportes Sigo por amor, dice Laura Serrano, pionera del pugilismo femenil

Se impuso a una prohibición de 1947 y a la discriminación de sus compañeros

Sigo por amor, dice Laura Serrano, pionera del pugilismo femenil

Ante la cercanía de su retiro asegura que no ingresó al boxeo por dinero y lo que venga en adelante “será una cereza en el pastel”

Un mánager le dijo que posee el “instinto asesino” de los peleadores

Tiene un tatuaje inspirado en Van Gogh que significa pasión por lo que se hace

Juan Manuel Vázquez

Ampliar la imagen Aunque perdió en polémica decisión, a sus 40 años Laura Serrano está satisfecha de su reciente experiencia en Europa Aunque perdió en polémica decisión, a sus 40 años Laura Serrano está satisfecha de su reciente experiencia en Europa Foto: Carlos Ramos Mamahua

La boxeadora Laura Serrano es iconoclasta. Es precursora en un deporte considerado de hombres, por el que ha padecido todo tipo de discriminación, y en condiciones adversas ha dado múltiples batallas tanto arriba como abajo de los cuadriláteros, las cuales la convirtieron en la primera campeona mexicana y de Latinoamérica.

Ante la cercanía de su retiro, Serrano narra a La Jornada que su carrera ha sido una constante y dura pelea, cuya inspiración más fuerte la encontró en la vida y obra del pintor Vincent Van Gogh, a quien simbolizó en un tatuaje que se puso en forma de girasol en la pantorrilla.

“He leído mucho acerca de su vida. Tengo las cartas completas que le escribió a su hermano Theodoro... en inglés –aclara.

“La decisión (del tatuaje) fue porque lo relacioné con la vida de Vincent Van Gogh. Amor, libertad y pasión por lo que haces, ese es el significado”, explica la gladiadora de 40 años de edad, quien destaca que pese a las precariedades que sufrió el artista holandés eligió el camino que más le apasionaba.

“Yo no entré al boxeo por dinero, eso es definitivo, y sigo en esto por amor. Quizá al final de mi carrera puedo ganar algo por todo lo que he trabajado e invertido, y pues, adelante”, explica.

Serrano relata cómo en algún momento de su trayectoria se sobrepuso a la discriminación cuando pasó una temporada en un centro de entrenamiento en Las Vegas, Nevada, donde convivió con boxeadoras de distintas nacionalidades.

“Mi mánager tenía un centro de alto rendimiento y ahí vivíamos varias peleadoras y peleadores. No me querían porque era mexicana, era campeona del mundo, estaba invicta. Todas las atenciones del entrenador eran para mí y eso no les parecía”, refiere.

“La situación fue tensa –recuerda. Todos los púgiles del gimnasio querían hacerle la vida imposible a la mexicana, al grado de que nadie quería hacer de sparring con ella y cuando accedían trataban de lastimarla.

“Hubo un conflicto en una ocasión porque estábamos haciendo sparring y una holandesa me siguió pegando después de la campana, y yo, como mexicana de sangre caliente, también seguí golpeando.

“Mi entrenador estaba emocionado, lejos de estar molesto. Dijo que yo tenía el instinto asesino de los boxeadores. Son cosas que te van motivando y fortaleciendo. Te quieren hacer menos, te atacan y te bloquean pero sigues adelante”, asienta la también conocida como Poeta del ring.

Siempre a contracorriente, la pugilista inclusive combatió la ley y ganó, cuando se amparó contra una prohibición de 1947 que impedía pelear a las mujeres en la ciudad de México.

“Era un decreto presidencial, pero el licenciado Salvador Ochoa interpuso un amparo para que me dejaran pelear aquí en 1999. Se cambió el reglamento, que era violatorio de la Constitución, y se decretó el box como una actividad más para la mujer en la ciudad de México”, relata con orgullo la también abogada de profesión.

En 2007 Laura Serrano vivió la que considera la pelea más importante de su vida, porque a los 40 años fue la primera vez que lo hacía en Europa, donde intentaría arrebatar el cetro pluma del WIBF a la alemana Ina Menzer.

No lo logró. Perdió tras polémica decisión. Sin embargo, la mexicana asegura sentirse orgullosa por lo que hizo en Madergburg, porque dio un combate de gran estrategia, pero la parcialidad de los jueces locales impidió que ganara el cinturón.

“La derrota es una daga que te queda clavada, que no se sale... pero todo estuvo rodeado de una aureola de buenas cosas”, recordó Serrano.

Repasa cada episodio significativo en su trayectoria y concluye que en adelante los que venga “será una cereza en el pastel” de su vida, porque al final ningún juez ni prohibición le arrebatará sus grandes victorias: ser pionera y abrir el camino para que otras mujeres puedan competir sobre los cuadriláteros.

 
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