Usted está aquí: sábado 5 de enero de 2008 Ciencias Desmantela Benedicto XVI el observatorio de Castelgandolfo

Con la expulsión de los astrónomos terminan 75 años de coexistencia entre ciencia y teología

Desmantela Benedicto XVI el observatorio de Castelgandolfo

Permanecer en el palacio sólo tendría significado simbólico, expresó a un diario José G. Funes, actual director de la instalación

La acción confirma la idea de que el actual Papa es menos abierto hacia las verdades científicas

Los domos astronómicos serán convertidos en museo

Peter Popham (The Independent)

Ampliar la imagen Con la mudanza del observatorio astronómico, Benedicto XVI tendrá más espacio para recibir a los diplomáticos Con la mudanza del observatorio astronómico, Benedicto XVI tendrá más espacio para recibir a los diplomáticos

Roma. La ciencia cederá su lugar a la diplomacia en la residencia veraniega del Papa, con el desmantelamiento del observatorio astronómico que durante más de 75 años formó parte de Castelgandolfo, al sur de Roma. Benedicto XVI necesita más espacio para recibir a diplomáticos.

La expulsión de los astrónomos y sus instrumentos, reportada por el diario italiano Corriere della Sera, y su traslado a un convento en desuso, a kilómetro y medio de distancia, marca el final de un periodo de intimidad entre los Papas y los sacerdotes astrónomos, que había durado más de un siglo.

El padre José G. Funes, actual director de la instalación, conocida como Specola Vaticana, insistió en que no hay ningún significado siniestro en esta acción. “No es que el Vaticano reste valor a la ciencia”, afirmó. “Permanecer en el palacio sólo tendría significado simbólico; en cambio, el lugar adonde iremos será más cómodo. Casi todos están de acuerdo en el traslado, aunque reconozco que todos los cambios causan inquietud”. Su predecesor, el padre George Coyne, expresó su total acuerdo con Funes. “Hemos hablado del tema muchas veces entre nosotros y con los demás jesuitas que integran el equipo científico”.

Sin embargo, simbolismo es exactamente lo que los observadores del Vaticano perciben en este movimiento, el cual confirma la percepción de que Benedicto XVI es menos receptivo que sus antecesores a lo que dicen los científicos, aunque sean sacerdotes. Por ejemplo, ha hablado en favor de la teoría del diseño inteligente, en abierta contradicción con las opiniones del ex director del observatorio.

Desde la estrella de Belén a la teoría de la evolución

Desde tiempos de Galileo hasta nuestros días, los Papas han mantenido una relación de amor-odio con la ciencia. Ha sido obvio, por ejemplo, su interés en los esfuerzos de los astrónomos por determinar exactamente cuál estrella vagabunda condujo a los tres sabios de oriente al establo de Belén, hace 2 mil años.

El intento más reciente fue publicado por Grant Matthews, profesor de astrofísica teórica en la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos. La “estrella de oriente”, señala, podría haber sido una alineación de Marte, Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis el 20 de febrero del año 6 a. C., o de Júpiter, la Luna y Saturno en Aries el 17 de abril de ese año, o de Júpiter y Venus en Leo, 11 años después. La segunda posibilidad es la más alta, según ese astrónomo.

Sin embargo, fue una cuestión más mundana, la de la reforma del calendario, la que primero indujo a los Papas a dar alojamiento a los observadores de estrellas, a finales del siglo XVI. “El papa Gregorio XIII ordenó construir una torre… y equiparla con los mayores y mejores instrumentos de observación de la época”, escribió el papa León XIII en 1891. “Allí presidía las reuniones de los eruditos, a quienes confió la reforma del calendario. Los dibujos, al ser tocados por los rayos del sol que se dejaban entrar desde lo alto, demostraron el error de las antiguas mediciones”.

Otro acercamiento se dio en el siglo XVIII, pero la fase más reciente de la relación fue iniciada por el propio León XIII en 1891. En 1935 el observatorio se trasladó de Roma al palacio de verano, para escapar de la creciente contaminación atmosférica de la capital.

En 1978 se nombró director de la Specola Vaticana al padre Coyne, quien se mantuvo en el cargo durante el largo reinado de Juan Pablo II. El conservadurismo teológico del papa polaco coexistía de extraña manera con su entusiasta aceptación de los hallazgos científicos. En un discurso de 1996, por ejemplo, estuvo a punto de aceptar la teoría de la evolución.

El periodo del padre Coyne no duró mucho después de la muerte de Juan Pablo. Cuando se jubiló, en agosto de 2006, corrió el rumor de que la hostilidad hacia el diseño inteligente provocó su caída. Es bien conocido el rechazo de Benedicto a la Ilustración y al reinado de verdades científicas que trajo consigo.

Y ahora el antiguo dominio del padre Coyne será desmantelado. Los dos domos astronómicos que coronan el techo del palacio, construido en la ribera de un lago, permanecerán allí… para ser transformados en museos.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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