Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 6 de enero de 2008 Num: 670

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Vinicius de Moraes:
un Buda musical

ALEJANDRO MICHELENA

Alejandra 2
NIKOS KARIDIS

Industrias culturales. México en el contexto latinoamericano
VIANKA R. SANTANA

El vino del amor y la experiencia
HERMANN BELLINGHAUSEN

Méndez Arceo y el '68
CARLOS FAZIO

Chomsky y Foucault:
la razón y la navaja

RAFAEL TORIZ

José Ramón Arana: escritura, silencio y exilio
YOLANDA RINALDI

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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGUELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


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Hugo Gutiérrez Vega

APUNTES SOBRE EL TEATRO EN MÉXICO (III DE X)

En las representaciones populares de Ixtapalapa se presenta la siguiente escena: Jesuscristo reza en el Huerto de los Olivos cuando llegan a detenerlo los soldados romanos. Un apóstol le avisa: “Que ai te buscan.” Pregunta Jesucristo:“¿Quién me busca? “Unos soldados”, contesta el apóstol. “Ah, pos diles que nostoy, que salí para un asunto”, ordena Jesucristo. La perspicaz alusión al miedo sentido por la persona humana de Jesucristo, fue, desde hace algunos años, censurada por el clérigo revisor del espectáculo. Esta censura ha deteriorado muchas manifestaciones dramáticas de tipo popular. La supervivencia de estas formas unidas al estilo creado por la carpa, el teatro cómico y de crítica de costumbres que está ligado indisolublemente a las clases populares, son los aspectos más destacables del teatro creado por el pueblo campesino y el proletariado de las principales ciudades del país. Las carpas, instaladas en el centro antiguo y en los barrios populares de Ciudad de México, presentaban espectáculos de variedades –a principios del siglo pasado, las cantantes españolas y mexicanas, María Conesa, Lupe Rivas Cacho, Celia Montalbán, etcétera, cultivaron el género del cuplé– y sketches de crítica social y política en los que estallaban –como en el teatro campesino andaluz– las palabrotas de origen rural y los barrocos albures, cuyo juego consistía –y consiste– en la ilación interminable de vejaciones verbales relacionadas con el sexo, especialmente con la conducta homosexual. Esta, como otras muchas, es una manifestación del brutal machismo que es más agresivo mientras es más inseguro. Los cómicos carperos, dignos herederos de la Comedia del Arte, tenían una gran capacidad de improvisación y elaboraban, en unos cuantos minutos, los graciosos sketches que glosaban las noticias del día. En las carpas desahogaba la población urbana sus quejas y frustraciones, daba rienda suelta a su rencor en contra de los excesos y corruptelas de la clase política y de la insultante riqueza de los grupos del privilegio. No es posible ignorar la presencia y la influencia de la carpa en el teatro mexicano. No se me ocurre que un estudio serio sobre nuestro teatro pueda hacer a un lado el talento creativo de los cómicos populares, su alegría, su facilidad para la ironía, la burla y el sarcasmo. La carpa no fue sólo un mecanismo de evasión, sino un testimonio vivo de la opinión popular que tenía una importancia fundamental en un país sujeto al control político y dotado de muy escasos medios de expresión de la opinión pública.

Durante el Virreinato, la actividad teatral tuvo una gran importancia social. A los pocos años de terminada la Conquista , en las ciudades de México, Puebla, Valladolid, Mérida y Querétaro, empezaron a trabajar los corrales de comedias en los que se presentaban obras españolas y entremeses, pasos, bailes y jácaras escritos por algunos dramaturgos criollos. González de Eslava, Juan Ruiz de Alarcón y Sor Juana Inés de la Cruz son las figuras centrales del teatro virreinal. El primero fue autor de coloquios espirituales, loas y entremeses. Desgraciadamente se han perdido sus piezas profanas y sólo conservamos sus obras religiosas, censuradas por la Inquisición , frías y bien construidas, y algunos graciosos entremeses que comentan las costumbres de la Nueva España. Tal vez más interesante que González de Eslava, dramaturgo oficial y jefe de propaganda del Virreinato, especie de José María Pemán –toda proporción guardada, por supuesto–, sea Juan Pérez Ramírez, nacido en México en 1545 y autor de una comedia pastoril-alegórica: Desposorio espiritual entre el pastor Pedro y la Iglesia mexicana, que es la primera obra teatral escrita por un nativo de la Nueva España. Parece ser que Ramírez era amigo de Juan de la Cueva , el dramaturgo español que vivió en México durante tres años. De la Cueva , el precursor de Lope de Vega, hizo algunos comentarios sobre el trabajo dramático de Pérez Ramírez, reconociendo en ellos la influencia que sobre él ejerció el dramaturgo criollo.

(Continuará)

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