Usted está aquí: jueves 10 de enero de 2008 Cultura Fotografía que no habla de lo humano, sólo es ilustración: Paolo Gasparini

El artista italiano prepara el libro El suplicante, en el que documenta 36 años en México

Fotografía que no habla de lo humano, sólo es ilustración: Paolo Gasparini

El país despertó mi interés por ver “más a fondo” lo que pasa en el continente, asegura

Entre tanto bombardeo visual todavía podemos pensar qué es lo que los otros quieren que uno piense, señala

Busca regresar a los fundamentos de Tina Modotti y Manuel Álvarez Bravo

Mónica Mateos-Vega

Ampliar la imagen El fotógrafo Paolo Gasparini durante la entrevista con La Jornada El fotógrafo Paolo Gasparini durante la entrevista con La Jornada Foto: Jesús Villaseca

Ampliar la imagen Una imagen tomada del libro El suplicante. México 1971-2007 Una imagen tomada del libro El suplicante. México 1971-2007 Foto: Jesús Villaseca

Si la fotografía no nos habla de lo humano o lo social se convierte en una simple ilustración, pues la que aborda al hombre y la mujer es, fundamentalmente, producto de las ideas, afirma el italiano Paolo Gasparini (Gorizia, 1934).

Desde esa premisa, el maestro de la lente ha recorrido América Latina durante más de tres décadas, captando las contradicciones entre miseria y opulencia, desconcierto y liviandad, inocencia y obscenidad, tragedia e indiferencia.

Ha residido en Cuba y actualmente radica en Venezuela, pero es en México donde nació su interés por “ver más a fondo lo que pasa en el continente, no con una fotografía falsa y estereotipada, como se venía haciendo en los años 70, sino apegado a la gran tradición fotográfica de artistas como Tina Modotti, Paul Strand y Manuel Álvarez Bravo, con quien compartí la escena de la vida cotidiana”.

En entrevista con La Jornada, a propósito del libro que prepara para documentar los 36 años que ha pasado recorriendo México, Gasparini explica que una fotografía nunca es suficiente.

En cada página del volumen, que tendrá como título El suplicante. México 1971-2007, el fotógrafo ubica dos, tres o cuatro imágenes, las necesarias para dar “una explosión de connotaciones a través de la cual vamos conociendo mejor la realidad que nos rodea. Más que contar historias, la idea es profundizar un poco en todos los elementos que la vida nos sugiere. Además del diálogo foto con foto, hay uno de página con página, de capítulo con capítulo. Quisiera hacer una edición bastante grande para vender barato cada ejemplar”.

El libro será editado en breve por la galería López Quiroga, entre otras instancias. En sus páginas aparecen tanto los terregales de la Ciudad Nezahualcóyotl de hace 40 años, junto a la recién estrenada Ciudad Satélite; lo mismo que personas ‘comprando felicidad’, como lo indica un cartel, a la par del rostro de una gitana que lee la suerte en el Zócalo; luego, un anuncio que dice ‘se capan caballos’, al lado de imágenes religiosas.

Más adelante, zapatistas, reales e involuntarios, el Che Guevara, una niña que mira con miedo su futuro, o ataúdes apilados en una gasolinera, pocos días después de los sismos de 1985.

“La fotografía refleja las ideas de la persona que la está sacando. No es un adorno en lo absoluto, porque la fotografía es como la palabra, por eso es importante cómo la vamos construyendo. Con la manipulación digital actual eso está hoy por completo desvirtuado”, enfatiza.

El titulo del libro viene de un grafiti que el fotógrafo captó de un muro en Iztapalapa. Al respecto, el artista de la lente explica que “entre tanto bombardeo visual, todavía tenemos la posibilidad de pensar qué es lo que los otros quieren que uno piense, y cómo les puedo contestar. Ahí está nuestra resistencia y la que proporciona el medio fotográfico, posiblemente para que otra persona lo pueda comprender y liberarse”.

Gasparini recorrió más de una vez el país, desde Tijuana hasta Chiapas, muchas veces tomando fotos a través de las ventanillas de los autobuses. Llegó a México por vez primera en los albores de los años 70, trabajaba para la UNESCO en torno a un proyecto para documentar la arquitectura en América Latina.

En esa época, recuerda, “hacía fotografía en dos vertientes, por un lado para ganarme la vida, la fotografía por encargo de la arquitectura, con las cámaras grandes que se necesitan para eso; y por otro lado, me dedicaba a ver, a comprender con mi fotografía lo que sucedía en ese momento en el mundo.

“El conocimiento de un país, por lo menos en mi caso, viene a través de las imágenes, pero fundamentalmente por medio de la experiencia vivida. Este país, tan lleno de historia, de pasado, tan rico en imaginación y de un sentido sensual de la vida, obviamente después se reflejó en mi fotografía.”

Por tal motivo, Gasparini reitera: “mi gran pasión ha sido México. En cierto momento han coincidido tantos intereses, historias y relaciones que este país se ha vuelto un terreno fértil tanto para mi trabajo como para la comprensión del mundo. México siempre ha sido mi humus cultural entre la vida y la fotografía, lo que está entre el arte y la vida”.

La rúbrica del nuevo libro de Gasparini es la imagen de un viejo tocando una corneta, la cual remite a unos versos de Apollinaire: “los recuerdos son como cuernos de caza, cuyos sonidos se pierden en el viento”.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.