Usted está aquí: viernes 11 de enero de 2008 Opinión Economía Moral

Economía Moral

Julio Boltvinik
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Oportunidades: diseño basado en falsa teoría

La educación no es un bien absoluto sino posicional (relativo)

Ampliar la imagen Alumnos de la escuela primaria Gabriel Márquez de la colonia Covadonga de Chalco, estado de México Alumnos de la escuela primaria Gabriel Márquez de la colonia Covadonga de Chalco, estado de México Foto: José Carlo González

La idea de que todos nuestros males, incluida la pobreza, se resuelven con más educación es un lugar común compartido por los que diseñaron y los que operan el Programa Oportunidades (PO). Para que el PO tuviera los efectos previstos por sus diseñadores en la disminución de la pobreza de la siguiente generación tendrían que darse dos condiciones necesarias: 1) elevar sustancialmente la matrícula escolar de la población beneficiaria sin disminuir la de la no beneficiaria; y 2) que el mayor nivel absoluto de educación alcanzado se tradujese en empleos bien pagados. En la entrega de Economía Moral del 04/01/08 argumenté que la primera condición no se cumple en primaria (el aumento de matrícula es insignificante), que en secundaria es mayor, pero aún relativamente pequeño, y que en preparatoria, dado que el problema es de insuficiencia de lugares para los que quieren inscribirse, el estímulo a la demanda de las becas del PO agrava dicha insuficiencia. La segunda condición, que depende de la generación de empleos bien pagados, la abordo hoy con base en un libro olvidado: Los límites sociales al crecimiento, de Fred Hirsch (FH) (Fondo de Cultura Económica, 1985).

FH parte de los conceptos de riqueza democrática y riqueza oligárquica desarrollados por Roy Harrod, autor muy conocido en un trabajo casi desconocido, cuyo propósito central, dice FH, es el concepto de saciedad económica y en el cual habría mostrado que las apetencias que constituyen la riqueza oligárquica no podrán ser satisfechas por todos incluso con crecimiento prolongado. Este tipo de riqueza se manifiesta en tener sirvientes (que es por definición excluyente: los sirvientes no pueden tener sirvientes); y en tener acceso a bienes que son escasos en un sentido absoluto (como un cuadro de Frida Kahlo o una playa de uso exclusivo). La riqueza democrática es la que puede potencialmente llegar a todos aumentando la productividad; la oligárquica no puede llegar a todos o sólo puede hacerlo deteriorando su calidad.

A partir de estos conceptos FH acuña los de economía material (producción susceptible de ser aumentada mediante la productividad y potencialmente accesible a todos) y economía posicional que se refiere a “todos los aspectos de los bienes y servicios y posiciones de empleo que son escasos en un sentido absoluto de carácter físico o socialmente impuesto, o que están sujetos a congestión cuando su uso se extiende”. En general, la demanda de bienes posicionales aumenta más rápido que el ingreso y, dada la relativa o absoluta inflexibilidad de su oferta, tienden aumentar de precio, lo que cancela el exceso de demanda.

En los casos de congestión hay dos maneras de asignar los bienes escasos aminorando la congestión. En una carretera saturada (la despejada es el bien posicional que se deteriora al saturarse), las cuotas aminoran el problema al excluir a los que no pueden pagar. En otros casos (un puesto de trabajo) la solución se suele encontrar, dice FH, “aumentando las credenciales educativas requeridas”. “El empleo antes accesible para graduados de preparatoria ahora requiere un grado universitario.” Esta forma de solución involucra “desperdicio social potencial de recursos”, igual que el congestionamiento no atendido, mientras el ajuste vía precios conlleva exclusión social. Como se aprecia, los bienes posicionales representan un severo problema en una sociedad capitalista en la que las decisiones individuales aisladas producen resultados indeseables para todos. La mano invisible, al buscar su propio interés, provoca el malestar de todos, al contrario de lo que pensaba Adam Smith.

“Como por razones de administración eficiente las jerarquías organizacionales tienen forma de pirámide, el número de puestos disponibles de los niveles altos está limitado a una fracción del número de posiciones inferiores. En este sentido, los puestos de cualquier nivel de la jerarquía por arriba del nivel más bajo, deben ser concebidos como bienes posicionales cuya disponibilidad absoluta está limitada”, dice FH. Continúa argumentando que el crecimiento de la economía no genera ninguna tendencia a aumentar la proporción de empleos superiores. Pero como al mismo tiempo suele aumentar la proporción de recursos canalizados a la educación, la proporción de la fuerza de trabajo preparada para puestos más altos aumentará, generando un desequilibrio entre la estructura de los empleos disponibles y la estructura de la fuerza de trabajo, que se suele resolver aumentando los requisitos para un puesto dado, como vimos, lo que conlleva que, para un nivel educativo dado, la remuneración vaya disminuyendo aunque quede igual la del puesto. Para quedarse en el mismo lugar es necesario correr.

Todos los argumentos de FH se ven agravados en una economía como la mexicana que casi no crece, no genera nuevos empleos bien remunerados, y en la cual se presenta un deterioro generalizado del nivel medio de los puestos de trabajo disponibles como consecuencia de la conversión de una parte de la economía en una economía maquiladora y la transformación de otra parte en economía informal. FH dice que conseguir el empleo para el que uno forma fila no depende sólo del propio nivel educativo, sino del de los demás que están en la fila. Habría que añadir: y del tamaño de la fila en relación con el número de puestos disponibles.

Si los demás están rápidamente mejorando su nivel educativo, como ha ocurrido en México en las últimas décadas, una mejoría absoluta del nivel educativo no basta para sacar a nadie de la pobreza; se requiere una mejoría más rápida que la de los demás: si quiero ver en una multitud y me paro de puntas, no servirá de nada si los demás se paran en zancos. Aun si mi nivel educativo mejora más rápido que el mejoramiento promedio, no habría garantía por el deterioro de la economía.

La promesa del Oportunidades está basada en una teoría, la del capital humano, que, como demuestra Fred Hirsch brillantemente, es falsa.

 
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