Usted está aquí: sábado 12 de enero de 2008 Mundo El TLCAN, bajo escrutinio en proceso electoral de EU

Algunos precandidatos ofrecen renegociarlo

El TLCAN, bajo escrutinio en proceso electoral de EU

En constante aumento, el repudio a pactos comerciales

David Brooks (Corresponsal)

Nueva York, 11 de enero. Todos los precandidatos presidenciales demócratas y algunos republicanos se han visto obligados a expresar sus dudas y prometer la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y otros acuerdos parecidos por el creciente repudio entre el electorado a esos pactos.

Desde el año pasado, en foros en Iowa y Chicago, los precandidatos demócratas criticaron ése y otros acuerdos de libre comercio. Hasta la esposa del hombre que promulgó el tratado cuando era presidente, Hillary Clinton, declaró en agosto: “he dicho durante años que el TLCAN y la forma en que fue implementado ha dañado a muchos trabajadores estadunidenses”. Lo ha repetido desde entonces, y ha propuesto suspender temporalmente toda futura negociación de comercio y la revaluación de los existentes, incluyendo el América del Norte.

En ese mismo foro, en agosto, Barack Obama declaró que al llegar a la Casa Blanca “de inmediato hablaría a los presidentes de México y Canadá (olvidó que en el segundo país hay primer ministro) para intentar enmendar el TLCAN, porque creo que podemos lograr acuerdos laborales en ese tratado ahora mismo”.

John Edwards afirmó que dicho convenio “necesita ser reparado”. En una gira por Iowa, el año pasado, manifestó: “necesitamos asegurar que el comercio no sea sólo bueno para la economía y los trabajadores de Estados Unidos, sino también seguro para las familias. Las familias deberían ser más importantes que los intereses de las empresas multinacionales”.

En sus discursos, Edwards ha mencionado que presidentes de ambos partidos han promovido acuerdos, como el TLCAN, “prometiendo que generarían millones de empleos”, pero “demasiados pactos nos han costado trabajos y han devastado muchos pueblos”.

Algunos candidatos demócratas han prometido medidas aún más radicales. Dennis Kucinich, por ejemplo, ha dicho que si es electo anulará el TLCAN.

A finales de diciembre, casi todos los precandidatos respondieron un cuestionario del Iowa Fair Trade Campaign y los sindicatos, que solicitaba sus posiciones sobre el comercio. Todos reiteraron sus posturas de revaluar y renegociar acuerdos como el TLCAN, y cambiar las políticas comerciales a futuro para dar prioridad a los derechos laborales y las normas ambientales (las respuestas se pueden revisar en www.iowafairtrade.org).

Los republicanos también han tenido que responder a una opinión pública que reprueba por dos a uno el libre comercio con otros países, por considerar que tiene consecuencias negativas para la economía y los trabajadores de Estados Unidos. Mike Huckabee, por ahora entre los más favorecidos en las encuestas, ha declarado cosas como “no quiero ver que nuestro alimento provenga de China, nuestro petróleo de Arabia Saudita y nuestras manufacturas de Europa y Asia”.

Mitt Romney, otro de los principales precandidatos republicanos –quien defiende las virtudes del libre comercio–, se ha visto obligado a comentar que desea negociar mejores acuerdos para asegurar mejores condiciones para los trabajadores estadunidenses.

El economista Mark Anderson, quien fue parte del equipo que encabezó las negociaciones de la central obrera AFL-CIO (que se opuso al TLCAN) con el gobierno de Bill Clinton y el Congreso durante el debate para aprobar y promulgarlo), declaró a La Jornada: “los precandidatos lo están diciendo porque lo están escuchando de una amplia gama de estadunidenses que han sido dañados o se sienten amenazados por acuerdos que sólo benefician a trasnacionales”.

En casi todas las esquinas del país, añadió, los votantes están enviando el mensaje de que desean “que los precandidatos tomen otro vista a todo esto, ya que las promesas con que se promovieron acuerdos como el TLCAN no se han cumplido. Al contrario, se han perdido miles de empleos y se ha desatado una presión a la baja sobre los salarios”, destacó.

Ese coro de los precandidatos sobre el tema ha llegado a nivel tal, que ha alarmado a algunos defensores del libre comercio. El New York Times publicó un editorial el mes pasado, en el cual advirtió: “sería desafortunado para Estados Unidos que el ganador de la elección de 2008 elevara el escepticismo contra el comercio de una cápsula retórica a una nueva ola de política proteccionista”. Agregó que al obstaculizar el libre mercado, por cosas como “la reconsideración de pactos existentes, dañaría más gente que a la que ayudaría”, y reiteró todos los argumentos ya conocidos sobre los beneficios de éste para el crecimiento económico y las oportunidades y beneficios que ofrece tanto para productores como para consumidores.

Pero la opinión pública –con márgenes de dos contra uno en diversas encuestas nacionales (CNN, NBC News y Los Ángeles Times, entre otras realizadas a finales del año pasado)– continúa expresando que el libre comercio ha tenido un efecto negativo para la economía estadunidense.

Tal vez aún más sorprendente es que, según una encuesta del Wall Street Journal en octubre de 2007, los votantes republicanos creen que el libre comercio ha tenido efectos malos por un margen igual de dos contra uno.

Eso explica que a pesar de la insistencia de los promotores del libre mercado –entre ellos la Cámara de Comercio, varias instituciones económicas, economistas de renombre y políticos, desde Bill Clinton hasta George W. Bush–, de que es una de las claves para la prosperidad y requisito de un mundo “democrático” y “globalizado”, nunca han logrado convencer al público de esta afirmación, desde que se negociaba el TLCAN hasta 13 años después de su implementación.

Por supuesto los políticos que buscan la presidencia –como casi todos los demás– dicen cosas durante sus campañas que después no cumplen. Varios observadores señalan que muchas de esas declaraciones fueron destinadas a sectores electorales particulares, como sindicatos, pequeños granjeros y otros grupos afectados adversamente por el comercio. Y no sobra señalar que varios de esos políticos promovieron y hasta votaron en favor de muchos pactos comerciales.

Algunos opositores al libre mercado recuerdan que el TLCAN y las negociaciones dentro de la Organización Mundial de Comercio, entre otras, fueron promovidas no por republicanos, sino por presidentes demócratas, quienes también, durante sus campañas electorales, habían expresado sus críticas –como el ex presidente Bill Clinton.

Pero el hecho es que si son sinceros o no en sus críticas, estos precandidatos se ven obligados, por la opinión pública y fuerzas claves en elecciones, a criticar el TLCAN y otros convenios parecidos, a prometer que buscarán cambiarlos de alguna manera.

Esa presión para criticar la política comercial sólo se incrementará con la elevación a primer nivel del tema económico en las elecciones. Ante lo que algunos consideran una secesión y un torrente de noticias ominosas sobre la condición de la economía nacional, tanto fuerzas conservadoras como liberales se endilgarán parte de la culpa por el libre comercio. Eso dificultará el trabajo de todo aspirante a la Casa Blanca que se atreva a defender el libre comercio ante un público que percibe menos empleo, más importaciones, menos ingresos y más migración desde otros países que han promovido las mismas políticas comerciales, sobre todo México.

 
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