Usted está aquí: sábado 12 de enero de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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Crecimiento en duda

México, abajo de Haití

Llamada urgente al papá de Gamboa

Ampliar la imagen Los índices accionarios en la bolsa de valores de Nueva York, cuya fachada se aprecia en la imagen, completaron tres semanas consecutivas con pérdidas Los índices accionarios en la bolsa de valores de Nueva York, cuya fachada se aprecia en la imagen, completaron tres semanas consecutivas con pérdidas Foto: Reuters

Pues nada, que apenas comienza el año y ya reconsideran el pronóstico 2008 para la economía mexicana, divulgado apenas un trimestre atrás, ante el escenario recesivo que vive Estados Unidos. Y tal decisión no se limita al ámbito gubernamental (el mismo que “por ninguna parte” ve incremento de precios, pero que ya armó su “pacto” para evitar, dicen, que sigan al alza), sino que involucra a organismos regionales e internacionales, como Cepal, Banco Mundial y ONU.

Por medio de los Criterios Generales de Política Económica, la “continuidad” proyectó un “crecimiento” económico de 3.5 por ciento para el presente año, pero luego de aprobarse la “reforma” fiscal se dio el gusto de “aumentar” la estimación: de 3.5 a 3.7 por ciento (dos décimas de diferencia), por el efecto directo de los nuevos impuestos, entre ellos el gasolinazo.

Por aquellos días, también, en plena sacudida por la crisis hipotecaria en Estados Unidos, el inquilino de Los Pinos presumía que ésta, a la economía mexicana, le hacía lo que el viento a Juárez, tanto que apenas iniciado 2008 comenzaron las reconsideraciones en materia de “crecimiento”.

En este sentido se manifestó el secretario de Hacienda, Agustín Carstens: en 2008, el crecimiento económico será menor al estimado originalmente, aunque no faltó el spot (“la solidez mexicana financiera y del mercado interno ayudarán a sortear la desaceleración prevista para la economía de Estados Unidos de este año, por lo que no se dará un episodio negativo como en 2001”)

El gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz (que no ve el gasolinazo por ninguna parte: “no hay”, dice), le hizo segunda: “el riesgo de observar un menor crecimiento económico este año es mayor debido a la posibilidad de una recesión en Estados Unidos (por ello) realizaremos cambios en el pronóstico de crecimiento”. Repitió el spot de Carstens (“hoy México está mejor que en el pasado por tener indicadores macroeconómicos más sólidos, por el mayor dinamismo del mercado interno”), aunque matizó: “la economía mexicana resistirá razonablemente bien la desaceleración en Estados Unidos, pero dependerá del tamaño de la posible recesión”.

Con todo y “solidez macroeconómica” (frase repetida hasta el cansancio en los últimos años, no obstante el raquitismo en materia de crecimiento), el producto interno bruto no pasará de 3 por ciento, aunque con ganas de no deprimir a nadie si esa proporción se logra nos deberá llenar de gozo, porque existen reconsideraciones aún peores, como la divulgada esta semana por la Cepal y la ONU, que a la letra establece: México podría crecer este año apenas 1 por ciento si se consolida el escenario recesivo que se vislumbra en Estados Unidos, aderezada por la profundización de la crisis hipotecaria y la depreciación del dólar. “La probabilidad de que ésta ocurra (la recesión) es hoy de 50 por ciento frente al 30 por ciento estimado a finales de 2007”, según el director de Políticas y Análisis del Desarrollo del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales del segundo de los organismos citados, Robert Vos, quien de cualquier suerte pone el dedo en la llaga: México “mantendrá su relativamente lento nivel de crecimiento”.

Resulta que para 2008 ese “relativamente lento” avance de nueva cuenta colocaría a la economía mexicana por debajo de la tasa de crecimiento de Haití (siempre y cuando el escenario recesivo en Estados Unidos no se concrete), y aquí el del entusiasta pronóstico es el Banco Mundial, quien para esos fines y al cierre del presente año coloca a México en el escalón número 23 de 25 posibles en su análisis latinoamericano, mientras al país isleño lo ubica en el número 22.

No cabe duda que la macroeconomía mexicana es muchísimo más sólida que la haitiana, pero para efectos prácticos no sirve para mayor cosa cuando la economía haitiana crece más que la que un día y el otro también presume su “solidez”. En estricto sentido, la mexicana apenas crecería un poco más (3.2 por ciento) que otras dos islas caribeñas: Dominica (3.1 por ciento) y Jamaica (3).

Lo peor del caso es que para 2009 el pronóstico es el mismo e igual el escalón asignado a la “sólida” economía mexicana, de acuerdo con las estimaciones del Banco Mundial.

Y si de beneficios derivados de la “solidez” económica mexicana se trata, qué mejor ejemplo que el ofrecido ayer por la “reventadora” Secretaría del Trabajo: a estas alturas, 19.2 millones de trabajadores laboran en la informalidad, o lo que es lo mismo el 45.3 por ciento de la población ocupada. Las cifras oficiales aseguran que en la formalidad están registrados 14.8 millones, una cantidad 23 por ciento menor a los que sacan el día en la llamada economía subterránea. Adicionalmente, 8.4 millones de personas se emplean en el sector formal, pero carecen de prestaciones, de tal suerte que fácilmente podrían considerarse como informales.

Las rebanadas del pastel

En materia laboral el régimen de un tal Porfirio de Jesús Calderón Díaz y sus neocientíficos va viento en popa: no sólo está al servicio del gran capital, entre ellos el minero, con el barón Larrea a la cabeza, sino que dedica su mejor esfuerzo a romper huelgas en Cananea. Para ello habilitó como secretario del Trabajo a un pianista (también prianista) poblano, experto en telecomunicaciones, mientras un empresario pollero y huevero, prócer del Fobaproa que devino gobernador de Sonora, se viste de Rafael Izábal para recibir a los neo rangers federales y estatales… Variaciones sobre el mismo atentado: a) “recordemos que Gamboa Patrón fue el de la famosa llamada con Kamel Nacif. En ella dijo: ‘no hay problema, papá, va patrás la ley’. La nueva versión de la llamada sería: ‘no hay problema, papá, va patrás la Constitución”. (Alvaro Albarrán González, [email protected] ); b) “hay que hablarle al papá del diputado Emilio Gamboa, el señor Nacif, para que éste a su vez le ordene que eche patrás la reforma energética” (Francisco A. Servín de Alba, [email protected]).

 
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