Usted está aquí: lunes 14 de enero de 2008 Opinión Desde el otro lado

Desde el otro lado

Arturo Balderas Rodríguez
[email protected]

Y ahora, la crisis

Parece que ahora sí la gran mayoría de quienes saben de estas cuestiones consideran que la economía estadunidense está en serios problemas y se aproxima a la recesión. A la quiebra del financiamiento a la vivienda, los altos precios del petróleo, las bajas ventas en la temporada navideña y la caída del mercado de valores se agregó la noticia del creciente desempleo. La coincidencia de estos factores prefigura una crisis y nadie sabe a ciencia cierta qué tan profunda será.

Cuando en Estados Unidos se anuncia una crisis económica, se especula sobre sus efectos para el resto del mundo y, al margen de que alguien diga que “la crisis no afectará a México”, es perogrullesco afirmar que sí lo hará. El asunto es saber cómo. Cabe por ello comentar algunas de sus principales características y las medidas que en ese país se proponen para atenuar sus efectos negativos y salir de ella.

El detonador de la actual crisis es la especulación en el mercado de la vivienda, por lo cual el gobierno ha lanzado paquetes de ayuda para quienes han perdido o están a punto de perder su casa por no pagar los préstamos para adquirirla. En paralelo, la Reserva Federal ha disminuido considerablemente las tasas de interés con dos objetivos: atenuar la carga de los deudores y estimular la demanda. Se espera que con estas medidas se recupere la confianza en el mercado, se reactive el crecimiento y con ello el empleo.

Es importante considerar otros elementos, particularmente en una economía tan compleja como la estadunidense. Para algunos el énfasis de la recuperación debe estar en el estímulo al consumo, aunque uno de los principales problemas del país estriba en su consumismo. Por ejemplo, por cada dólar que China compra en productos de Estados Unidos, éste compran cuatro o cinco en el país asiático. En otras palabras, los paquetes para reactivar la economía beneficiarán en última instancia a China, mientras no se atenúe el consumismo estadunidense. Una posibilidad es que, además de ajustar su consumo, Estados Unidos opte por equilibrar su balanza comercial con China y aumente su comercio con otros países, por ejemplo México. Disminuiría sus costos de transporte, tendría mejor control de sus compras y coadyuvaría en forma efectiva a resolver el problema migratorio. Lo que no es seguro es que los “empresarios” mexicanos acepten el reto. La historia no miente.

Otro ajuste propuesto es en la política impositiva. Aquí la discusión se torna insalvable debido a las profundas diferencias entre la concepción liberal de los demócratas y la conservadora de los republicanos. Para los primeros es necesario aumentar impuestos al reducido grupo de individuos que tienen el más alto ingreso, gravar los dividendos del capital y otorgar mayor presupuesto a programas sociales y de ayuda al sector que recibe apenas lo necesario para vivir. Para los segundos hay que reducir impuestos al capital y al consumo para estimular la inversión y la demanda y al mismo tiempo eliminar programas de beneficio social para equilibrar el déficit fiscal.

Ambas fórmulas han probado ser insuficientes para resolver el problema cíclico de las crisis y, dependiendo del interlocutor, se dice que una u otra fueron responsables de otras tantas crisis. Lo que parece estar fuera de discusión es que en el país más poderoso económica y militarmente de la Tierra, la desigualdad es cada vez más evidente y se profundiza con cada crisis que pasa. En ese aspecto no hay duda alguna: seguimos la pauta de nuestros vecinos.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.