Usted está aquí: martes 15 de enero de 2008 Política El Presidente debe repactar el TLCAN, insisten obispos

La apertura empujaría a campesinos a cultivos ilícitos

El Presidente debe repactar el TLCAN, insisten obispos

Angélica Enciso L.

El riesgo real de un mayor empobrecimiento en el campo, la migración y la “tentación” de participar en cultivos ilícitos son posibles consecuencias del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), advirtió la Comisión Episcopal para la Pastoral Social, y pidió al gobierno federal renegociar ese acuerdo.

Al presentar el mensaje sobre las probables consecuencias para indígenas y campesinos por la desgravación en el contexto del TLCAN, obispos de dicha comisión de la Conferencia del Episcopado Mexicano anunciaron que el documento será entregado a la Presidencia de la República y a los titulares de las secretarías de Gobernación, Agricultura y Medio Ambiente, así como al Congreso de la Unión.

En éste aseguran que “el campo ha estado olvidado y descuidado en México. Desde hace años se ha venido perdiendo la capacidad de autosuficiencia y de competitividad en la producción de alimentos básicos para la población. La mayoría de los campesinos ha quedado sin créditos y con tierras que se van reduciendo, desgastando y erosionando”.

En conferencia de prensa, el obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Felipe Arizmendi, recordó que en 1994 hubo un estallido social en Chiapas en el momento en que entró en vigor el TLCAN, y aunque “no se ve uno como el de ese año, los campesinos están muy afectados y pobres, porque no tienen alternativas”. Agregó que dicho pacto “ha dejado beneficios a los agricultores grandes, a los del norte del país, pero no a la mayoría del pueblo”.

En el documento se advirtió que “la dependencia alimentaria tiene efectos sociales muy graves en una sociedad tan desigual como la nuestra. Por ello, el Estado mexicano tiene la obligación de garantizar el derecho humano a la alimentación y de proteger la producción nacional”.

Además, señaló, “al permitir la importación sin control de granos y al no producirse el maíz nativo, cuando se quiera sembrar en el futuro se tendrán que comprar semillas de origen extranjero. A los obispos nos preocupa la posibilidad de que entren al país semillas genéticamente modificadas, que impliquen graves riesgos para la salud, la biodiversidad y la economía campesina”.

Advirtió que tanto el maíz como el frijol influyen en el sentido de la vida de millones de personas. “En muchas partes del país se realizan festividades en torno a la siembra, el cuidado y la cosecha de estos granos”; son palabras que están incluidas en el nombre de infinidad de poblaciones, precisó.

La libre importación de esos productos, “en condiciones tan desfavorables para el campesinado mexicano, causaría el abandono del cultivo de los mismos y puede romper definitivamente todas estas dimensiones que integran la realidad social, cultural y religiosa de esa parte tan importante de la población, con resultados que serían muy lamentables para el país”.

Frente a ello, la comisión pidió al gobierno federal analizar la conveniencia de renegociar el apartado agropecuario del TLCAN y proteger “con mayor decisión los intereses de los campesinos e indígenas pobres, que son la mayoría”.

 
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