15 de enero de 2008     Número 4

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


Verde que te quiero...

Tiendas de orgánicos,
para que comercialicen pequeños productores

  • Más tiendas y apoyo a tecnologías campesinas, reto de The Green Corner
  • Producir sin pesticidas; dignidad del campesino, salud del consumidor

Lourdes Edith Rudiño

Hace cuatro años nació en la colonia Condesa del Distrito Federal una tienda llamada The Green Corner (TGC). Bensi Levy, su dueño, confiesa que el nombre en inglés era una estrategia para hacer moda con los productos orgánicos. “Pero la regamos; el proyecto es cien por ciento mexicano y la gente entra no por moda, sino porque nuestra oferta es de pequeños productores, libre de pesticidas y de cualquier otro químico; quien viene aquí busca salud y protección del medio ambiente.”

Ahora la tienda –que también es restaurante y expende alimentos (frutas, verduras, semillas, café, lácteos, carnes, embutidos, panadería y vinos) y productos de belleza y de limpieza, todos orgánicos– cuenta con tres sucursales, en Coyoacán, Cuajimalpa y Polanco, y un padrón de proveedores de 400 agricultores, muy concentrados en la zona centro del país, aunque también del sur y sureste.


Bensi Levy FOTO: Lourdes Edith Rudiņo

Bensi Levy está avanzando en su meta: “que cualquier pequeño agricultor tenga un lugar donde comercializar, pues muchos campesinos, indígenas, están excluidos del mercado y su única opción es el coyote o la Central de Abasto, y que los agarren confesados (...) Hay mucha gente en México produciendo de manera orgánica por cuestión de principios, porque no quieren envenenar su tierra (...) Nuestro reto es convertirnos en una gran red de tiendas y seguir comprando al pequeño productor”.

Fundación tecnológica. Pero TGC enfrenta serios desafíos. Uno es que depende en 50 por ciento de importaciones, debido a que en México encuentra materia prima, pero no suficientes productos procesados. “Hay aquí una incongruencia, pues si defendemos la idea de no contaminar a la hora que se cultiva, ¿por qué contaminar el ambiente, quemando combustible, para transportar alimentos por grandes distancias?”

Ante esto, Levy pretende crear “una especie de fundación” para ayudar a sus proveedores a contar con tecnologías intermedias y que procesen ellos mismos sus cultivos. Un ingeniero aliado a TGC está diseñando maquinaria para producir chocolate, y otro ya desarrolló una picadora de forrajes y trabaja en un molino de piedra para procesar trigo, y que así la tienda deje de importar la harina que requiere en su panadería.

No todo es miel sobre hojuelas

En el mundo hay una gran discusión sobre el hecho de que las trasnacionales como Starbucks y Nestlé “lavan su imagen” con el comercio justo. Hacen una gran campaña respecto de la supuesta derrama económica con que benefician a campesinos del Tercer Mundo, “pero si vemos el porcentaje del producto de comercio justo que manejan en su total no llega ni a uno por ciento”.
Otra mancha negra es que hay en el mercado muchos productos que dicen ser orgánicos y/o de comercio justo y no lo son. El sello de CJM –certificado hoy por Certimex exclusivamente– es absolutamente confiable, pero hay certificadoras que otorgan sellos sin siquiera haber ido a campo. Con eso dañan este mercado. La Ley de Orgánicos, aún por reglamentar, deberá regular esto.
Eduardo Rojo, director de Comercio Justo México (CJM)

Se busca tener máquinas de tamaño propicio para que entren y se utilicen en las localidades campesinas, y generar un efecto dominó. “La idea es que si la máquina para chocolate costó 100 mil pesos, decirle (al agricultor) ‘te lo damos, y el dinero no nos lo vas a pagar a nosotros, sino que lo vas a dar para que se desarrolle otra máquina para otro agricultor’”.

Bensi Levy ha buscado infructuosamente respaldo gubernamental. “Hay un diálogo de sordos. Fui a una expo de orgánicos auspiciada por Bancomext. Les dije que los productores necesitan recursos para procesar el alimento. Me respondieron que no, que el dinero disponible es para apoyarlos sólo para exportación (...) Fui al Fideicomiso de Riesgo Compartido (Firco) para que apoyaran a una proveedora que procesa jamón de pavo y quiere producir salchicha. El mercado lo tiene asegurado con TGC. Como respuesta recibí la norma y los requisitos; para cubrirlos, la proveedora necesitaría armar un proyecto, que vale 20 mil pesos, y que no los tiene (...) Es muy triste ver esto.”

Libres de pesticidas. El entrevistado se emociona al hablar del mercado. “Tenemos dos camionetas dando la vuelta por el país y acopiando calabaza, jitomate, betabel, cebolla, acelga, lechuga, epazote, té limón, hierbitas, toronja, piña, mandarina, en fin (...) es un mito que los orgánicos sean para un nicho o para la exportación; en México existe la demanda, pues los consumidores no estamos locos y siempre vamos a preferir productos libres de químicos y de hormonas”. Es un mito que sean más caros que los alimentos convencionales, pues los orgánicos evaden a los coyotes al comercializarse, y el margen de intermediación de distribuidores como TGC es muy bajo. “De 100 pesos que gasta TGC, 70 son para los productores”.

Además, la tienda promueve un esquema de pago al abastecedor con precios fijos, estables (pues la variación de precios, dependiente de la oferta/demanda no sólo nacional sino mundial, es algo que ha dañado la economía campesina), y eso se refleja también en la oferta al consumidor. “Hay ocasiones en que el jitomate convencional está más caro que el nuestro y nos damos cuenta porque llegan clientes (a TGC) que no vienen todos los días y corren la voz”.

Bueno, en cuestión de precios, Levy sí hace excepciones. En pollo, lo orgánico es lógicamente más caro. Uno convencional se engorda hacinado y con hormonas en 40 días y acumula grasa en exceso, “se vuelve obeso”, y uno orgánico requiere alimentarse durante cuatro o cinco meses, moviéndose, gastando energía, y su grasa es magra, sana.

El entrevistado considera necesario que el consumo de orgánicos en México se masifique, que no sea sólo para una élite y que las personas de menores ingresos puedan acceder “a estos alimentos de calidad que nutren, que curan, que previenen enfermedades y que se producen con respeto a la naturaleza”.

Nutrición vs durabilidad. Hay que vencer ciertos malos entendidos, pues hay algunos consumidores que se sorprenden al ver que un huevo orgánico –que es fértil, sin hormonas, sin antibióticos– se pudre si lo dejan en el auto por tres horas. O al ver que el pan orgánico, sin conservadores, a los cuatro días se hace rancio, o que el arroz orgánico se llenó de gorgojo al mes.

¡Cuidado con las ofertas
(incluidas las “verdes”)!

“A veces, las compañías que promueven alternativas positivas pueden, en verdad, estar defendiendo sus ganancias y la continuidad de sus tramposos negocios. Por ejemplo, el nuevo énfasis en el “consumo verde” –dando a entender que podemos comprar la solución a la crisis y no son necesarios cambios profundos– es una ilusión peligrosa. Todo consumo de nuevos productos implica un significativo empleo adicional de materias primas y energía”
Manifiesto sobre las Transiciones Económicas Globales. (Foro Internacional sobre la Globalización, Instituto para los Estudios Políticos, Proyecto Global sobre las Transiciones Económicas)

“Esto es normal pues son alimentos vivos, nutritivos. Y yo me los como con más confianza, pues los otros productos (los convencionales) los puedes dejar por años, por ejemplo un arroz, y no pasa nada; no va a tener bichitos porque hay que ver con qué fueron rociados para que no les pase nada”.

El consumidor, dice Levy, debe preguntarse por qué acudió a lo orgánico. Porque el médico se lo recomendó, por salud. Los alimentos convencionales han perdido sus valores nutricionales.

Para Bensi Levy, la agricultura orgánica significa dignificación del campesino, seguridad alimentaria, soberanía nacional, salud, medio ambiente, equidad. Es una forma de producir virtuosa, donde conviven diversos cultivos y especies animales en un mismo predio –nada qué ver con el monocultivo que daña a las redes tróficas y deteriora la tierra–; donde se aprovecha todo, como el estiércol de la vaca, que es abono, fertilizante, y donde el agricultor diversifica su ingreso y tiene su propio alimento; respeta a la naturaleza, y eso lo dignifica.
www.laesquinaverde.com