Usted está aquí: miércoles 16 de enero de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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ProMéxico, un elefante blanco

Lealtad por experiencia

Líderes camarales por dedazo

Allá por principios de julio pasado, un entusiasta inquilino de Los Pinos pomposamente presentó en sociedad su juguete nuevo: ProMéxico, un elefante blanco con alto costo social, entidad paraestatal que “garantizará”, decía Calderón, “que haya más mundo en México y más México en el mundo”. Para ello, destazó al Banco Nacional de Comercio Exterior, el Bancomext, una institución con 70 años de experiencia en este renglón.

En síntesis, de acuerdo con la idílica presentación del michoacano y su respectivo decreto en el Diario Oficial de la Federación, ProMéxico se dedicaría, entre otras causas, a “promover las exportaciones mexicanas” (lo que hacía Bancomext); , “atraer inversión extranjera (lo que se supone hace la Secretaría de Economía) a partir de una correcta difusión de las ventajas competitivas de México” y “agrupar en una sola entidad y coordinar a través de ella a todas las áreas, las estrategias del gobierno federal orientadas a la promoción de México en el exterior”. Todo ello permitiría concretar aquello de “más mundo en México y más México en el mundo”.

El nuevo juguete, desde luego, nunca contempló la posibilidad de romper la espeluznante concentración de las exportaciones mexicanas en un apretadísimo círculo de empresas y empresarios, ni mucho menos incorporar más sectores productivos en esta jugosa actividad.

Lo bueno es que antes del “nacimiento” de ProMéxico, el 74 por ciento de las exportaciones no petroleras se concentraba en el 0.02 por ciento (601 empresas, no necesariamente mexicanas) de las unidades económicas registradas y reconocidas oficialmente por el gobierno. Y después del nuevo juguete, también.

Transcurridos seis meses desde aquella pomposa presentación en Los Pinos, y luego del nombramiento de dos directores (Héctor Reyes Retana, ex cabeza del Bancomext, y Bruno Ferrari) del elefante blanco, el gobierno federal emitirá un nuevo decreto para “corregir” algunos defectillos originales de ProMéxico, de forma destacada los relativos a los derechos laborales del personal del Banco Nacional de Comercio Exterior que fue “trasladado” a la nueva entidad paraestatal.

Desde el inicio sexenal, cualquier cantidad de errores y excesos (recuérdese el doble nombramiento para una sola persona, Mario Laborín, director de Nafin y Bancomext, y sus doce apóstoles)se han cometido en materia de “promoción” de las exportaciones, y el mencionado Sindicato lo comunica así: “los cambios gubernamentales al proyecto de ProMéxico que incluyen la inminente publicación de un nuevo decreto presidencial que modifica el original, dejando sin efecto el compromiso del nuevo organismo de absorber a los trabajadores del Banco encargados de la promoción externa del país, los cuales serán liquidados. Asimismo, el nuevo decreto confirma el traslado de la actividad promocional de las exportaciones a ProMéxico –sin sus trabajadores–, a pesar de las insistentes declaraciones de su (más reciente) titular, Bruno Ferrari (con posgrados en Derecho Canónico y Matrimonio y Familia), de que a él esa actividad no le interesa. Es decir, el gobierno decide de facto eliminar una actividad fundamental para el desarrollo del país. Un grave error histórico. El Sinudet-Bancomext analiza varias opciones legales en defensa de los trabajadores afectados que incluyen el recurso de amparo ante la medida gubernamental, así como movilizaciones y protestas generales”.

Carísimo, en lo económico, social y legal, ha resultado el juguete nuevo del inquilino de Los Pinos y sus neocientíficos, y los experimentados trabajadores del Banco subrayan que “la improvisación y las pugnas al interior del gobierno federal tienen prácticamente paralizada la labor de promoción de las exportaciones… ProMéxico, organismo al que el Ejecutivo federal presentó como el nuevo paradigma para efectuar estas estratégicas actividades, sigue sin operar. En su corta, inútil y costosa existencia ya ha tenido dos directores generales y, sólo seis meses después de la publicación del decreto presidencial que ordenó su creación, se pretende emitir uno nuevo que, inexplicablemente, mantiene los elementos que llevaron a varios especialistas a cuestionar su legalidad, y elimina del artículo cuarto transitorio la garantía de respetar los derechos adquiridos por los trabajadores del Banco, incluyendo su derecho al trabajo en el nuevo fideicomiso”.

En los hechos, subraya el sindicato, “esto significa que se deja en manos de Bruno Ferrari, director de ProMéxico, el destino de 230 trabajadores a los que no está dispuesto a contratar para dar preferencia a personas sin conocimientos ni experiencia pero que son cercanos a él. También pone en entredicho la promesa de Felipe Calderón de encontrar una salida razonable para todos los involucrados. Ante la inminente publicación de este nuevo decreto, el Sinudet-Bancomext manifiesta su rechazo a este atropello a la legalidad y a los derechos de los trabajadores. Personajes cercanos a Bruno Ferrari han expresado en repetidas ocasiones que prefieren lealtad a experiencia, frase que de materializarse implicará la destrucción de un acervo de capital humano altamente capacitado y una grave afectación a las actividades de promoción de las exportaciones”.

A esos 230 trabajadores ¿quién les garantizó su permanencia? El inquilino de Los Pinos. ¿Quién ratificó la decisión? (el pasado 11 de diciembre) La Secretaría del Trabajo y su pianista Javier Lozano Alarcón. ¿Quién les notificó que con el nuevo decreto presidencial van para afuera, y que la autoridad se pasa sus derechos laborales por el arco del triunfo? (dos días después) La Secretaría del Trabajo y el pianista. ¿Incongruencia? Claro, y no es casualidad.

Las rebanadas del pastel

Democráticas felicitaciones: resulta que los coordinadores de las bancadas partidistas (Emilio Gamboa en la Cámara de Diputados, y Santiago Creel y Manlio Fabio Beltrones en la de Senadores) que en “nombre de los intereses del pueblo” promueven la privatización petrolera no son producto de la elección popular, del voto directo, sino del dedazo y las componendas de sus respectivos partidos.

 
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