Usted está aquí: jueves 24 de enero de 2008 Cultura Eduardo Mata hizo de la música un valor esencial para educar a los jóvenes

Recordaron al compositor y director de orquesta a 13 años de su fallecimiento

Eduardo Mata hizo de la música un valor esencial para educar a los jóvenes

Su legado está vivo en las generaciones que forjó, dijo la especialista Gloria Carmona

Ángel Vargas

De entre los diversos ámbitos en los cuales Eduardo Mata desarrolló su quehacer como director de orquesta, resulta inolvidable y paradigmático, acaso hasta fundacional, su paso por la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM).

Al respecto rindió testimonio, anteanoche, la musicóloga Gloria Carmona: “Porque el propósito primordial de la estancia de Mata en la Universidad no fue el robustecimiento artístico y profesional del grupo sinfónico solamente, sino la tarea específica de ejercer la música como un valor trascendental para la formación y educación de la juventud”.

Y tan es así, agregó, que su legado “como intérprete se encuentra vivo en las generaciones de aquellos jóvenes, hoy respetables profesionistas y adultos, que se acercaron a la música mediante los conciertos en la universidad. En ellos persiste el recuerdo del joven por hacer música, y no habrá obra que escuchen que no esté de antemano signada por su inconfundible batuta”.

Al lado de la pianista María Teresa Rodríguez y el oboísta y docente Roberto Kolb, Gloria Carmona participó en la mesa redonda efectuada la noche del martes en el Centro Nacional de las Artes, para marcar el 13 aniversario luctuoso del músico, cumplido el pasado 4 de enero.

Sostuvo que el mayor desafío para Mata, durante su estancia al frente de la orquesta universitaria –a la cual le cambió el apellido de sinfónica por el de filarmónica en 1972– fue al inicio de su gestión, en 1966, cuando fue designado por el rector Javier Barros Sierra: crear la apetencia en un público habitualmente inquieto, disperso, exigente, indomable.

“Se trató de una labor de paciencia, pero sobre todo de pasión, de convicción respecto de la tarea de hacer música por la música misma”, indicó la musicóloga, y recordó cómo los estudiantes de entonces se sintieron de inmediato atraídos por el liderazgo de una figura a la par de ellos, ante “lo estimulante que resultaba presenciar una tan genuina vocación puesta en juego”.

De acuerdo con Carmona, “el joven de 24 años llevó la orquesta de la UNAM al lugar, artísticamente hablando, que no tuvo en el pasado, y no porque sus antecesores no hubieran alcanzado éxitos personales y conciertos decorosos, sino simplemente porque dio al trabajo y a la organización un nivel difícil de superar”.

Luego de que Rodríguez rememoró aspectos personales y anecdóticos de Eduardo Mata, Kolb destacó las virtudes que han hecho de aquél el director de orquesta más grande e importante de México.

“Para interpretar el sentido de una música se requiere de mucho más que fidelidad a la partitura. Hace falta sensibilidad de compositor, para entender al autor de la música que se pretende dirigir; hace falta también conocimiento de la inserción de dicha música en la historia y cultura de la cual emerge y, finalmente, hace falta conocimiento de la historia de las prácticas de ejecución del estilo correspondiente”, subrayó.

“De estos directores ha habido muy pocos, Mata es uno de ellos. En él estas virtudes se hicieron patentes no sólo en su elocuencia gestual, sino también en la verbal.”

 
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