Usted está aquí: domingo 27 de enero de 2008 Opinión Bajo la Lupa

Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme

La “guerra nuclear preventiva” de la “nueva OTAN”

Ampliar la imagen Jaap de Hoop Scheffer, secretario general de la OTAN, el viernes pasado, en Bruselas Jaap de Hoop Scheffer, secretario general de la OTAN, el viernes pasado, en Bruselas Foto: Reuters

No son los tiempos derrotistas de Gorbachov y Yeltsin cuando Estados Unidos (EU) y la Organización de Tratado del Atlántico Norte (OTAN) humillaron cuantas veces quisieron a Rusia.

Ahora, con la resurrección rusa en la etapa de la dupla Putin-Medvedev, consciente de la nueva correlación global de fuerzas geoenergéticas y en pleno fragor del pánico de las bolsas “occidentales”, su armada reanudó ejercicios militares en la bahía de Vizcaya, no muy lejos de las costas de España, miembro vociferante de la OTAN, lo cual reduce a su verdadera dimensión diminuta a la pueril aznarización bélica en Irak y Afganistán bajo las órdenes del régimen torturador bushiano.

Es más probable que el despliegue militar ruso haya respondido al “manifiesto radical”, como lo tilda el rotativo británico The Guardian (22/1/08), que fue el primero en divulgar la “guerra preventiva en primera instancia” que proponen como estrategia para la “nueva OTAN” cuatro generales y un almirante de EU, Gran Bretaña, Alemania, Holanda y Francia –“el más alto nivel de militares estrategas de Occidente”– con el fin de detener la “inminente” diseminación de armas nucleares.

Hacia una gran estrategia para un mundo incierto: renovación de la alianza trasatlántica, título original del manifiesto radical bélico de la OTAN, aboga por la creación de un “nuevo pacto” que unifique a EU, la OTAN y la Unión Europea (UE) en una “gran estrategia conjunta” para lidiar con los “desafíos de un mundo cada vez más brutal (sic)”: la opción nuclear en primera instancia representa un “instrumento indispensable”, ya que “no existe un prospecto realista de un mundo libre de armas nucleares”.

El “manifiesto radical” nuclear será presentado en abril en la cumbre de la OTAN, en Bucarest. En forma demencial aduce que el uso de armas nucleares en primera instancia representa el “instrumento último” para prevenir la utilización de armas de destrucción masiva, es decir, se desnucleariza, con o sin pruebas, a un país catalogado de enemigo con las armas nucleares masivas de la OTAN.

Sus autores son: el general John Shalikashvili, ex comandante del Estado Mayor Conjunto de EU y anterior comandante supremo de la OTAN en Europa; general Klaus Naumann, anterior comandante militar de Alemania y ex jefe del Comité Militar de la OTAN; general Henk van den Breemen, anterior jefe de Estado Mayor de Holanda; Lord Inge, mariscal de campo de Gran Bretaña, y el almirante Jaques Lanxade, anterior jefe de Estado Mayor de Francia, quienes “pintan un cuadro alarmante de las amenazas y desafíos que confronta Occidente en el mundo posterior al 11/9”.

Las principales amenazas son: 1. fanatismo político y fundamentalismo religioso; 2. el lado oscuro de la globalización (nota, que por cierto plagia el título de nuestro libro que contiene objetivos y contenido diametralmente opuestos), que versa sobre el “terrorismo internacional, crimen organizado y la diseminación de armas de destrucción masiva”; 3. seguridad energética y cambio climático, y 4. el debilitamiento del “Estado-nación” y los organismos como las Naciones Unidas, la OTAN y la UE.

Destaca en todo la nacionfobia nuclear de la OTAN y para “prevalecer”, los cuatro generales y el almirante proponen transformar la toma de decisiones mediante un nuevo directorio de los líderes de EU, la OTAN y la UE, por lo que exigen los siguientes “cambios radicales” que tienen como fin el control unilateral de la OTAN por EU, así como el dominio de la UE por estos dos últimos: 1. pasar del “consenso” a la simple mayoría por voto, lo cual finiquitará el veto nacional; 2. abolición de las veleidades nacionales en el seno de la OTAN, como ocurre en su fracasada operación en Afganistán; 3. ningún miembro de la alianza participará en la toma de decisiones si no contribuye en las operaciones bélicas, y 4. “el uso de la fuerza será sin (sic) la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU cuando sea necesaria la acción inmediata para proteger un extenso número de seres humanos (¡súper-sic!)”.

A De Defensa (23/1/08), centro de pensamiento estratégico militar europeo, no se le escapa que el manifiesto radical, “extremadamente alarmante”, sea “apadrinado” por Marshall Fund, “instituto trasatlántico y correa de transmisión habitual de la influencia de EU en Europa”. Pero menos se le escurre que la nuclearización preventiva de la OTAN sea una “copia conforme a la estrategia elaborada por la administración Bush”.

De Defensa acentúa el “extraño desorden” imperante en el “condominio” EU-OTAN-UE, en medio de una “atmósfera absolutamente trágica” que parece un operativo de “bomberos” cuando se dispone “usar el arma nuclear en primera instancia y en forma urgente, mes y medio después del Estimado de Inteligencia Nacional 2007 (NIE, por sus siglas en inglés. Nota: que versa sobre las buenas intenciones nucleares civiles de Irán) y dos días después del desplome de las bolsas occidentales”. Muy sarcástica, luego de resaltar la autoría por la “vieja guardia militar” de una organización paradójicamente a la vez “impotente e invencible”, se pregunta si la OTAN “todavía existe” cuando su “carácter militar ha sido superado”, al unísono de sus pretensiones de ser el “gendarme del mundo”, lo cual pone en relieve el “grito de alarma que amenaza a la OTAN”, lo cual explica su “inflación (sic) de palabras y posibilidades”.

Es de entenderse que la OTAN dibuje un cuadro lúgubre del siglo XXI después de su triple derrota militar en Irak, Afganistán y Líbano, frente a diferentes guerrillas “asimétricas”, cuando los yacimientos petroleros y sus oleoductos euroasiáticos le han cerrado las puertas.

Su paranoia no es para menos y todos los pretextos son válidos para defender los “valores (sic) occidentales (sic)”: desde la visión neomalthusiana del “crecimiento poblacional” hasta el controvertido “cambio climático” que súbitamente se convirtió en el tema de moda después de más de medio siglo de depredación neoliberal, lo cual encubre, a nuestro juicio, la “guerra multidimensional” para adueñarse de los “recursos escasos”, primordialmente petróleo y gas.

No es ocioso que el manifiesto radical señale a China, Rusia e Irán como sus “enemigos”, por lo que el condominio EU-OTAN-UE reclama la adopción de una estrategia de “dominio escalado (sic)”, que use un “saco lleno tanto de zanahorias como de garrotes, y todos los instrumentos de poder, duro y blando, que van desde la protesta diplomática hasta las armas nucleares”.

Aquí ya existe una flagrante contradicción de los estrategas trasatlánticos, cuando pregonan la guerra preventiva nuclear en primera instancia al mismo tiempo de la “escalada de dominio” que tiene como último recurso el uso de las armas nucleares.

El grave problema del manifiesto radical de una OTAN nuclearizada hasta las molares es que despierta de inmediato la reacción de legítima defensa de parte de los “enemigos” aludidos, como acaba de advertir el general Yuri Bauyevsky –jefe del Estado Mayor del ejército ruso– de que su país “se reserva el derecho de lanzar ataques nucleares preventivos para defender la soberanía nacional y la de sus aliados” (Ria Novosti, 19/1/08).

El “condominio EU-OTAN-UE” pretende revertir su derrota geoeconómica frente a China, Rusia y la Organización de Países Exportadores de Petróleo mediante el uso demencial de armas nucleares en primera instancia. El problema es que, desde el punto de vista atómico, Rusia es tanto más poderosa.

 
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