Usted está aquí: domingo 27 de enero de 2008 Opinión A la Mitad del Foro

A la Mitad del Foro

León García Soler

Se me hace muy chico el mar

El titular de Agricultura conoce los campos de golf

Calderón, emocionado con la crisis

Ampliar la imagen Organizaciones campesinas piden revisar el TLCAN en el capítulo agropecuario Organizaciones campesinas piden revisar el TLCAN en el capítulo agropecuario Foto: Víctor Camacho

Movilización campesina, parálisis económica, crisis recurrentes que amenazan acelerarse con la recesión en Estados Unidos; encuentros y desencuentros por la imposible privatización de Pemex. Y el estado de excepción por la guerra contra el crimen organizado. Al presidente Calderón lo emocionan los retos, está acostumbrado a luchar contra la adversidad, dice. Se me hace muy chico el mar para hacer un buche de agua.

No hay medias tintas. Alberto Cárdenas es secretario de Agricultura porque conoce los campos de golf; caddie de los oligarcas, como su antecesor, el rey del ajo que cultiva 10 mil hectáreas y exporta sus cosechas al amparo del TLCAN. No tiene la culpa el latifundista sino el que lo hizo padrino. Las organizaciones campesinas piden revisar el tratado en lo que hace a maíz blanco, frijol, azúcar de caña y lácteos. Nada más. Desde el jardín de las delicias del rentismo recitan lugares comunes y condenan a los “agitadores que exigen revisar todo el TLCAN.”

Alberto Cárdenas le ofreció a Cruz López, el de la CNC, 5 millones del presupuesto para “ayuda” a los organismos indigentes de las cuatro milpas que han quedado. Le contestaron que no iban por limosna. La disparidad fundamental está en el desmantelamiento del andamiaje institucional del Estado mexicano moderno; las reformas salinistas al artículo 27: la tierra al mercado y diluir la propiedad social para que llegaran inversiones multimillonarias a las unidades de explotación. Ni un peso llegó al campo. Nadie invierte en las tierras áridas de las mixtecas, del altiplano potosino. Si acaso, creció el rentismo que antes de la reforma al 27 florecía en las tierras de riego del noroeste y donde se hicieron las grandes obras de infraestructura.

Todo cambiaron para que todo siguiera igual. Pero mientras George W. Bush aumentó los apoyos y subsidios a la producción agrícola de 20 mil millones a 43 mil millones de dólares, los de la marcha sonámbula dejaron a México sin instituciones de crédito, sin extensionismo, sin precios de garantía, sin seguro agrícola, sin almacenes de depósito, sin subsidio alguno a la producción. Aferrados a su vocación de rentistas y a la obsesión con lo absoluto, afirman que “reabrir” el TLC llevaría a que nuestros socios lo reabrieran en materia energética. Y ahí aparece el diablo que nos escrituró los veneros del petróleo.

Juan Camilo Mouriño se aplica en sus funciones de enlace con el Congreso, gobernadores y partidos; y cosecha las ventajas de los desencuentros en el multifacético PRI y de los encuentros cupulares de la oligarquía. Francisco Labastida, senador y ponente de un proyecto de iniciativa de reformas para Pemex, se reunió con el presidente Calderón. Ah, pero hubo también encuentro de voluntades y vocaciones entre el senador priísta de Sinaloa y el sonorense Claudio X. González, presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios: lo primordial es garantizar el abasto de Pemex para los próximos años, pontificó Claudio X.

Labastida fue secretario de Miguel de la Madrid antes de que se redujera la SEMIP a Energía. Sorprende la aparente ingenuidad de entre lo poco que se sabe de su proyecto. En el transporte terrestre o marítimo, siempre ha participado el capital privado. Pero espanta que un economista experimentado como Labastida planteara opciones para la inversión privada en refinación sin prever que Pemex no fija los precios de venta de los combustibles; nadie invertiría si sus precios son fijados por el sector financiero del gobierno. No hay ogros filantrópicos en la iniciativa privada.

Tendrían que hacer reformas constitucionales en materia económica y hacendaria. Valladar que la derecha elude al programar cambios y ajustes marginales en leyes reglamentarias sin tocar el artículo 27. Banamex anuncia que “existe un acuerdo básico entre la administración (del presidente Felipe Calderón) y el Partido Revolucionario Institucional”. Pero nunca ha sido monolítico el PRI. Francisco Rojas, Heladio Ramírez, Manuel Bartlett, Héctor Hugo Olivares y las mayorías del priísmo militante se oponen al proyecto oficial de dar vía libre al capital extranjero en Pemex. Desde la Fundación Colosio, Francisco Rojas, rebate puntualmente los argumentos de los “privatizadores”, de quienes impulsan las reformas “a contracorriente de las tendencias internacionales”.

“Si se pretende dar al sector privado las condiciones para hacer negocio con el petróleo, ¿por qué no se ofrecen esas mismas condiciones a Pemex?”, pregunta quien dirigió la empresa ocho años. Se aprobó cambiar el régimen fiscal y dotar a Pemex con 130 mil millones de pesos para invertir, pero no puede disponer de un centavo. Del incremento de 30 millones adicionales por el ingreso del alto precio del crudo, el generoso fisco se encarga de cobrarle 31 millones por “el superávit”; aprobaron la autonomía de gestión para la empresa, salvo en su propio presupuesto.

Amaga la recesión en Estados Unidos de América. La Federal Reserve redujo la tasa de interés primaria en más de medio punto porcentual. Pero las bolsas de valores pagan la cuota de lo que Guillermo Ortiz llamó en Davos, Suiza, crisis de credibilidad en los mercados mundiales. En México, Felipe Calderón declara que el reto lo emociona, que se le hace muy chica la recesión para hacer naufragar al navío de gran calado de la economía mexicana. Pero Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, asegura que el incremento en el intercambio comercial con Estados Unidos coloca a México en posición “vulnerable”, que es mayor el riesgo ante una posible recesión en la potencia del norte.

Menos mal que todavía no ponen a Pemex en manos del capital extranjero. Agustín Carstens, secretario de Hacienda, tecnócrata y partidario del libre mercado por encima de toda sospecha, suspira y declara que los ingresos fiscales extraordinarios derivados del alto precio del crudo van a amortiguar de manera importante esa desaceleración; que gracias al precio del petróleo México tendrá “un impulso adicional.” La gran demanda se debe al crecimiento económico de India y China. Pero “hay capacidad para aumentar la producción de petróleo si es necesario”, declaró en Davos el viceprimer ministro de Qatar.

No todo el monte es orégano, pero hasta en nuestro páramo político reverdece algún mezquite. Enrique Peña estuvo en la fortaleza helada de Davos; participó en “Slimcity: hacia la movilidad urbana sostenible.” En el valle de México, de los 21.9 millones de viajes-día, 4.5 millones son metropolitanos. Tarea para la era del nomadismo, la migración del campo a las ciudades. Tribuna de gala para encontrarse con Bill Gates, Al Gore, Bono, Tony Blair. O con Gordon Brown, quien propuso que el FMI supervise los flujos financieros del mundo. ¿Quién cuida a los cuidadores?

Pero Enrique Peña dio muestras de sensibilidad política en su tierra: la población de Metepec y de Toluca rechazó el proyecto de erigir la Ciudad Bicentenario, oficinas estatales, centro de convenciones y 3 mil viviendas en Sedagro. El gobernador recurrió a la consulta ciudadana y respetó la decisión de sus mandantes: no se venderán los terrenos, habrá 80 hectáreas de parque público y un centro para proyectos ecológicos.

Una de cal. Siempre con el riesgo de confrontación futurista con el de Bucareli. Gallina que come huevo, aunque le quemen el pico.

 
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