Usted está aquí: lunes 28 de enero de 2008 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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El converso no quiere conversar

Creel, reversa por consigna

Los Mouriño futboleros

Jalisco: grilla entre tequila

Santiago Creel se bambolea en un filo labrado por él mismo. Embarcado en un proceso de (parcial) purificación, mediante sacrificios (medidos, convenencieros), pretende convencer a quienes lo vieron caer y errar (como muy pecador secretario de Gobernación y fallido precandidato presidencial) de que se ha erguido y es ahora un político confiable, un ciudadano preocupado por los problemas del país, más allá de las imposiciones partidistas. Los ánimos de purgación y expiación resultan fácilmente adquiribles, pero son difíciles de sostener y no siempre son creídos por el público destinatario. Sólo por mencionar un caso, está el de Manuel Bartlett, el rudo secretario de Gobernación al que en 1988 se le cayó el sistema electoral y no ha podido mejorar notablemente sus calificaciones públicas ni diluir el recuerdo de su pasado denso a pesar de los intensos, constantes y, en ocasiones, meritorios debates y actos de defensa de legítimos intereses nacionales que ha protagonizado en años recientes.

Creel ha abjurado de temas como la ley Televisa, ganándose campañas de descrédito en pantallas, sobre todo del salinismo azteca. Pero ha tratado, al mismo tiempo, de desmarcarse de las obligaciones de sumisión e impudicia a que lo lleva la disciplina de su partido, el PAN, a cuyos senadores coordina, y de ganarse la confianza del grupo que gobierna al aparato federal y al propio partido blanquiazul, el calderonismo que lo desprecia por considerarlo un residuo foxista maltratado al que no se pudo remover a la caída de Manuel Espino (como tampoco se hizo en San Lázaro con Héctor Larios) por compromisos de “estabilidad” con el foxismo-espinismo para que Germán Martínez llegara a la dirección general de la paraestatal llamada PAN sin turbulencias ni división explícita.

En esa dualidad de ambiciones, el proveedor de permisos de juego a empresas televisivas ha creído oportuno mostrarse como personaje moderno, dialogante, sin trabas a la hora de contestar positivamente un reto de debate lanzado por Andrés Manuel López Obrador para analizar el asunto de los energéticos mexicanos y las propuestas oficiales de reforma. Pero el calderonismo no quiere que se dé ninguna tribuna a AMLO, y considera que el (aparentemente) converso senador le está brindando al tabasqueño una gran oportunidad de ganar reflectores. Por ello se ha ordenado al ambicioso Creel que recule como mejor pueda. Así es que Santiago, el moderno, el dispuesto a debatir, está poniendo cuanto obstáculo se le ocurre para no cumplir su promesa de apertura y confrontación. Ironías blancas y azules: el converso está en el cadalso por pretender conversar; si no se le pudo quitar de la coordinación de senadores por cambio de gerencia general en el comité panista, ahora le mueven la silla de Xicoténcatl por “colaborar con el enemigo”. ¡Oh, ¿qué hará el fragmentariamente purificado Santiago?!

Astillas:

Así como ha declarado que se siente mexicano “hasta la médula”, Juan Camilo Mouriño también se reconoce “celtista hasta la médula”, es decir, seguidor del Celta de Vigo, equipo profesional del futbol español, del que su padre se hizo en mayo de 2006 mediante una operación que le significó desembolsar cuatro millones de euros. Por ello, el sábado 16 de junio del año pasado, por la tarde, llegó el entonces jefe de la Oficina de la Presidencia (formal) de México a Vigo para presenciar el partido entre el Celta y el Getafe, que definiría la permanencia del equipo familiar en primera división (finalmente, el Celta cayó a la segunda). Según el diario Faro de Vigo, fue un viaje “de 24 horas”, pues “nada más al concluir el encuentro, él y su hermano Carlos volaron hacia México para reincorporarse el lunes a las tareas de gobierno como mano derecha del presidente Felipe Calderón”. En el estadio del Celta, J.C. Mouriño dijo: “Vengo muy ilusionado a animar al equipo”. Faro de Vigo publicó una fotografía en la que el funcionario mexicano, de pie, saco oscuro y camisa clara de manga larga, protestaba, la diestra en lo alto y la boca abierta en exclamación de enojo, por una decisión del árbitro contra el equipo familiar. Por cierto: apenas llegó Carlos Mouriño Atanes a posesionarse del Celta y comenzaron en Vigo las informaciones periodísticas sobre tráfico de influencias en negocios oscuros con tierras de un municipio colindante, Nigrán, y sobre actos “que rozan la frontera de la corrupción” en cuanto a, por ejemplo, el traspaso de un centrocampista brasileño, Iriney Santos da Silva, del equipo Rayo Vallecano al Celta. En una agitada sesión de la junta de accionistas del equipo propiedad de Mouriño Atanes, el ex gerente del club, Sabino López, enfrentó la acusación de que había dispuesto de 100 mil euros de la caja del equipo. López aseguró que no había tomado nada que no le correspondiera, sino su sueldo estipulado, pero soltó a papá Mouriño: “Sé que usted es un poder económico, que monta fiestas. Yo soy un humilde funcionario, pero no le tengo miedo. Vayamos los dos de la mano a la fiscalía y podemos hablar de cómo se hizo el traspaso de Iriney”. La nota del caso, firmada por Armando Álvarez, señala: “La misteriosa actuación de Carlos Mouriño en la compra de Iriney queda de momento a oscuras. El notario de la sesión, Pedro Río, cortó de cuajo el in crescendo y aquietó los ánimos al recordar que hablaban ante luz, taquígrafos” y periodistas… El jueves de la semana pasada comieron en Guadalajara el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, y el ex secretario de Gobernación Francisco Ramírez Acuña. Fueron seis horas en un restaurante de comida argentina, las tres últimas pasadas por abundante provisión de tequila. Los intensos promotores de la ¡salud! avisaron oportunamente a los medios de comunicación para que atestiguaran la presunta paz en que se moverán sus respectivas facciones, hasta ahora muy enfrentadas, al grado de que el coordinador de la bancada local panista en el Congreso y el presidente del comité estatal panista (ambos, de la tribu de O-paco), han bloqueado cuanta iniciativa o proyecto se le ha ocurrido al ex sinarquista y siempre cristero González Márquez… ¡Hasta mañana!

 
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