Usted está aquí: miércoles 30 de enero de 2008 Cultura Los auténticos fotógrafos no se dedican a captar la moda: Bailey

El artista británico presenta su primera exposición en nuestro país

Los auténticos fotógrafos no se dedican a captar la moda: Bailey

Polvo enamorado incluye nueve de sus obras y se muestra en la galería Hilario Galguera

En los años 60, en Europa, lo más creativo de alguna manera era esa vertiente, dice a La Jornada

Su fotografía de la supermodelo Jean Shrimpton, hecha para Vogue, se convirtió en icono

Merry MacMasters

Ampliar la imagen "Creo mi foto, no la encuentro, aunque a veces sí, no hay reglas", expresa David Bailey a La Jornada. En la imagen, el artista flanqueado por dos de sus nueve obras que se muestran en la galería de la colonia San Rafael “Creo mi foto, no la encuentro, aunque a veces sí, no hay reglas”, expresa David Bailey a La Jornada. En la imagen, el artista flanqueado por dos de sus nueve obras que se muestran en la galería de la colonia San Rafael Foto: Cristina Rodríguez

“La mayoría de las fotografías de moda sólo son imágenes, pues los auténticos fotógrafos no se dedican a eso”, expresa el británico David Bailey (Londres, 1938), con casi medio siglo dedicado a este quehacer y quien se define como uno de los “últimos cockneys (habitante de los barrios bajos de la capital de Inglaterra)”.

Aunque “rara vez” dichas tomas “trascienden una página en una revista para convertirse en algo que quizá la gente colgaría en su pared”, la primera fotografía de Bailey en ingresar a un museo, el Metropolitan, fue la que hizo para Diana Vreeland, entonces titular de la edición estadunidense de Vogue, de la primera “supermodelo” Jean Shrimpton, vestida con un abrigo diseñado por Balenciaga.

La imagen se convirtió en una especie de icono de su época, definido por Bailey como “the swinging London” de los años 60. Cabe decir que el fotógrafo sirvió de modelo para el personaje del actor David Hemmings en la película Blow-up (1966), de Michelangelo Antonioni.

Esa fotografía de la modelo no se incluye en Polvo enamorado, primera exposición de Bailey en México, que presenta en la galería Hilario Galguera (Francisco Pimentel 3, colonia San Rafael), que concluirá exhibición el 20 de febrero.

De hecho, sólo están incluidas nueve fotografías, porque Bailey ama la “sencillez”.

En 1999, sin embargo, montó la muestra The birth of the cool (El nacimiento de lo cool), con alrededor de 250 fotos, en el londinense Barbicon Centre, que implicó “mucho trabajo”.

México tiene un alma especial

Bailey fue uno de los responsables del lanzamiento de la moda británica en los años 60. Sin embargo, el entrevistado confiesa que nunca le interesó mucho esa vertiente.

Al respecto, explica: “Me dediqué a eso porque Vogue me llamó para contratarme con sólo 21 años. Me dio gusto que Conde Nast, dueño de la revista, me invitara a hacer fotos de chicas.

“En aquel entonces no era posible mantenerse de tomar fotos de lo que uno quisiera, porque no había un mercado para ello. Tal vez en Estados Unidos, en Carmel, con Ansel Adams, pero en Europa, olvídelo. De alguna manera lo más creativo era la moda.”

En 2007 Bailey ganó “más dinero que nunca”, al grado de que “este año debo ganar más para pagar los impuestos generados”.

–¿Su actitud hacia la moda cambió con el tiempo?

–No, siempre me ha gustado. Pude tener mucho sexo.

–¿Eso importaba?

–Claro. Uno podía ser creativo y Vogue siempre se ha portado bien conmigo. Todavía hago trabajos para la revista, apenas la semana pasada hice uno. Pero, por lo general, hoy día lo que hago es para mí mismo.

–¿Alguna vez consideró trabajar para una agencia de noticias?

–No, ese es otro tipo de fotografía. Creo mi foto, no la encuentro, aunque a veces sí, no hay reglas.

–¿Siempre trae una cámara?

–Más o menos.

Muy amigo de su compatriota, el artista Damien Hirst, Bailey ha venido al país media docena de veces.

“Me gusta México, tiene un alma especial”, asegura. Entre los protagonistas de sus fotos en exhibición hay estatuas de cristos dolientes, compradas aquí, y calaveras.

“Los cráneos –señala– son de mujeres ejecutadas en África, probablemente a finales del siglo XVIII. La foto de las flores fue hecha en Guatemala, la de las mariposas en Londres y la de mi esposa Catherine son parte de una serie que hice sobre el sudario, que publiqué en un libro hace 20 años. La de las orejas de Mickey Mouse surgió porque Walt Disney es uno de los grandes artistas del siglo XX.”

Gusto por la muerte

–¿Es difícil mostrar fotos alusivas a la muerte?

–Me gusta la muerte. Mi próxima exposición va a ser de flores y cráneos, pero no de humanos, sino de cocodrilos. Van a estar yuxtapuestos con las flores, así que será acerca de la belleza y la muerte.

Bailey atribuye su atracción por la muerte a su infancia durante la Segunda Guerra Mundial: “Londres fue bombardeado a diario hasta que cumplí siete años. Recuerdo que la muerte estaba en todos lados. No me daba miedo, porque cuando uno nace en eso, no se da importancia. Pasé gran parte de mi tiempo dentro de refugios.

“En los años 60 mi música favorita era La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky, así que me encanta el momento cuando las flores brotan.”

Entre los proyectos de David Bailey para este 2008, está por salir un libro suyo sobre Anjelica Houston.

En el otoño saldrá otro, La violación de la mirada, con fotos de personas que “violan con los ojos”.

Un tercer libro tendrá como tema su barrio natal, el East End, de donde proceden “todos los gángsters, los boxeadores, los verdaderos cockneys, porque soy de los últimos. Hoy día viven allí puros paquistaníes”.

 
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