Usted está aquí: jueves 31 de enero de 2008 Cultura Valioso archivo fotográfico no estaba “perdido”

Valioso archivo fotográfico no estaba “perdido”

Ziff: sólo hallé a la persona que resguardaba las imágenes de Capa, Taro y Seymour

Merry McMasters

Ampliar la imagen Gerda Taro y Robert Capa en París, en 1936, captados por Fred Stein Gerda Taro y Robert Capa en París, en 1936, captados por Fred Stein Foto: tomada del libro Robert Capa: obra fotográfica, de Richard Whelan, coeditado por Océano y Turner

Asombrada por el impacto que ha causado la noticia del rescate de un archivo con material fotográfico poco conocido del artista húngaro Robert Capa, la alemana Gerda Taro y el polaco-estadunidense David Chim Seymour, consistente en alrededor de 127 rollos guardados en tres cajas, los cuales suman más de 3 mil imágenes, la curadora Trisha Ziff insiste en que ella no descubrió nada.

En entrevista con La Jornada, explica que sólo localizó a la persona que lo resguardaba y luego negoció su traslado al Centro Internacional de la Fotografía (ICP, por sus siglas en inglés), en Nueva York.

Dicho acervo nunca estuvo “perdido”, pues siempre permaneció en manos de la familia del general y diplomático mexicano Francisco Javier Aguilar González.

Y si hasta ahora se da a conocer la existencia de ese material, en gran parte se debe a que nadie hizo jamás mucho caso a las indagaciones de su pariente, Benjamín Tarver, sobre su relevancia.

Este “hallazgo masivo”, reitera Ziff –quien ayer partió rumbo a Los Ángeles, donde está por concluir su documental Che evolution, relativo a la exposición itinerante que curó–, comprende la obra de tres fotógrafos y está en proceso de reincorporarse a sus respectivos legados. Pero, al mismo tiempo, “el contenido de los negativos no pertenece al ICP, sino a la memoria popular, tanto de los españoles como de los mexicanos, dado el papel que jugó México durante la Guerra Civil española, así como el que desempeñaron los refugiados procedentes de España al construir una generación y una cultura aquí. Es una historia colectiva, no es propiedad de alguien en particular”.

La relación de Ziff con el ICP se remonta a una década, ya que ha realizado tres exposiciones con el centro fundado en 1974 por Cornell Capa, hermano del fotógrafo.

En enero de 2007, durante un viaje a Nueva York, Ziff se dio una vuelta por el ICP, sus “colegas”, que en ese momento preparaban para el museo Tamayo una muestra sobre fotografía africana. El tema de México estaba en el ambiente. Entonces, “Brian Wallis, el curador en jefe, me dijo: ‘Trisha, hay una persona en México que tiene mucho material de Capa, pero no hemos podido localizarla. ¿Nos ayudarías a encontrarla?’

“Obviamente, eso me intrigó. Se trataba de Benjamín Tarver, quien ya había escrito una carta a un museo en Queens, a propósito de una exposición que organizaban allí sobre la Guerra Civil española, porque buscaba más información sobre el material que poseía. Finalmente, Ziff estableció comunicación con él y se reunieron. “Tarver llevó algunos contactos y así pudimos asegurar que era el trabajo de Capa (1913-1954). En otro encuentro llegó con un retrato bellísimo de Gerda (quien fue novia del fotógrafo).

“Su familia había guardado y protegido estos negativos durante más de 60 años. Pero Benjamín estaba en un dilema en cuanto a qué hacer con ellos. No los quería vender, sino hacer algo significativo. Además, si esto tardó 15 años es porque nadie se había tomado el tiempo de conocerlo, hablar con él, saber de sus sueños.”

El sueño de Tarver, quien realiza cortos y trabaja con equipos internacionales de filmación que vienen a México, es hacer un documental sobre su pariente, el general Francisco Javier Aguilar González, quien terminó por quedarse con las cajas de negativos.

Ziff lo que hizo fue “negociar con el ICP para que Benjamín tuviera oportunidad de hacer su película, tener acceso a sus archivos, así como financiamiento. A cambio, Tarver aportaría los negativos con el propósito de que pudieran ser restaurados y cuidados por parte de Eastman Kodak, en Nueva York.

“Tarver también recibiría un juego del archivo digitalizado en alta resolución, para destinarse a algún sitio en especial. México asimismo tendría una exposición del material.”

Respecto del material, cada uno de los rollos contiene “película corta y película larga, todo envuelto a la manera de pequeños compartimentos”. La gran incógnita es cómo llegó este “tesoro” a México. Hasta el momento sólo es posible especular.

Un dato llama la atención. El Sinaia, apunta la entrevistada, fue “el primer barco en salir de España, en 1939, rumbo a Veracruz, con refugiados. Sabemos que en ese buque viajaron David Seymour (1911-1956), integrante y cofundador de la Agencia Magnum de fotografía, junto con Capa y Henri Cartier-Bresson, para hacer un reportaje sobre los refugiados, y el fotógrafo húngaro Emérico Chiki Weisz, impresor de Capa, Gerda y Chim, en Madrid”. Lo que no se sabe es cómo terminaron los negativos en la casa del militar mexicano y si él estaba consciente de lo que resguardaba.

“Lo único que sabemos –apunta Ziff– es que cuando el general murió, su hija heredó las cajas, por el solo hecho de que estaban en la casa, junto con todas las pertenencias de su padre.

“Sin embargo, antes de fallecer ella encargó las cajas a la familia de Benjamín Tarver”. Hay anotaciones en la parte exterior de las mismas. No son de Capa, como ya se valoró, pero, ¿entonces de quién son?

El hallazgo ha aumentado considerablemente el acervo fotográfico conocido de los tres autores. De acuerdo con Ziff, hay algunas imágenes de Capa ya conocidas, pues él siempre hacía negativos tipo copia. Pero “también lo que hacía el artista era elaborar contactos con sus negativos, recortar las imágenes y pegarlos en cuadernos que sobreviven en París.

“Ahora, tenemos los rollos de negativos en los que aparecen esas imágenes clave, de manera que podemos ver cómo figuran –el antes y el después– en la secuencia tomada por Capa. Me parece fascinante que ahora tenemos el contexto de esas imágenes icónicas del artista”.

El acervo de Gerda Taro

El acervo de Gerda Taro (1910-1937) se ha multiplicado tres o cuatro veces. Destaca la presencia de “esta joven refugiada de ascendencia judía, quien dejó toda su familia en los campos de concentración, que trabajó en la Resistencia en París, y se enamoró de Capa, con quien se fue a España y empezó a usar una cámara. Gerda tomó fotografías extraordinarias en un tiempo muy breve, porque murió al principio de su carrera, en un accidente después de la batalla de Brunete”.

Ella fue la primera fotógrafa en morir en acción y tuvo un funeral masivo en París, donde fue enterrada, en el cementerio Père Lachaise y el Partido Comunista Francés comisionó al escultor Alberto Giacometti para crear una escultura para su tumba”.

Ziff considera que una exposición con el material rescatado debería tocar muchas aristas, porque también encierra la historia de “tres jóvenes que viajan de París a España para asumir una postura, fotografiar el conflicto con un punto de vista, atrapados por la emoción y el compromiso de ese momento. (Todos murieron en incidentes relacionados con sus coberturas como fotorreporteros.)

“Así que se conjunta el quehacer de estos tres fotógrafos comprometidos con documentar de cierta manera, un cierto momento, cuando la fotografía asumía una responsabilidad que ha cambiado, porque los medios de comunicación masiva también lo han hecho. Aquí hay tres soldados caídos, todos con cámaras alrededor de sus cuellos.”

El rescate de tan valioso acervo da cuenta de una historia que ha apelado a la imaginación de las personas alrededor del mundo.

 
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