Usted está aquí: viernes 1 de febrero de 2008 Opinión Economía Moral

Economía Moral

Julio Boltvinik
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Emigración internacional y pobreza en México

Nueva evidencia muestra débil asociación entre ambos fenómenos

En la opinión pública existe la creencia generalizada de que el alto monto de nuestros emigrantes internacionales (casi todos hacia EU) está asociada, y se explica, por la pobreza prevaleciente. Los expertos sostienen que como la emigración conlleva costos de traslado, y en el caso de la ilegal (que es la mayor parte) pagos a los polleros que pasan al emigrante del otro lado, no podrían ser los más pobres los que emigran al exterior. Para salir de dudas, he aprovechado dos fuentes importantes de información que permiten asociar pobreza y migración internacional: el Censo de Población de 2000 y las encuestas nacionales de ingresos y gastos de los hogares (ENIGH). En ambos casos Araceli Damián y yo hemos clasificado los hogares del país en 6 estratos sociales (desde indigentes hasta clase alta). En el censo es posible asociar tal clasificación con los datos sobre miembros del hogar que se fueron a vivir a otro país (es decir, se convirtieron en emigrantes internacionales). En el caso de la ENIGH la asociación se establece con las remesas que reciben algunos hogares. La estratificación de la población la realizamos, en ambos casos, con el Método de Medición Integrada de la Pobreza (MMIP). Con ello me propongo identificar, sin lugar a dudas, si son o no son los pobres (y dentro de ellos los indigentes) los que más migran. Hoy comienzo un somero análisis de los resultados obtenidos, poniendo el énfasis en la distinción entre población indigente (que se define como la que cumple con menos de la mitad de las normas de ingresos, tiempo y necesidades básicas).

El Censo de 2000 identificó 1.623 millones de personas que se fueron a vivir a otro país entre enero de 1995 y enero del 2000 (una media anual de 325 mil). De ellos, 47.2% eran indigentes y 52.8% no eran indigentes, lo que casi coincide con las proporciones que estos grupos dicotómicos representan en la población nacional (46.6% y 53.4%). Dicho de otro modo, se encuentra que las probabilidades de migración entre indigentes y no indigentes (calculada como el porcentaje que representan los emigrantes internacionales respecto al total de población remanente en los hogares a los cuales pertenecían) son muy similares a nivel nacional: de 1.70% para los indigentes y de 1.66% para los no indigentes, lo que significa que debe rechazarse la idea de una fuerte asociación entre mayor pobreza y mayor tendencia a emigrar.

Al desagregar las probabilidades de emigración internacional entre los medios urbano y rural (localidades mayores y menores de 15 mil habitantes), manteniendo la distinción entre indigentes y no indigentes, encontramos que éstas son mucho más altas en el medio rural que en el urbano en ambos grupos, pero que el contraste es mucho mayor entre los no indigentes (3.4% rural vs. 1.3 urbano) que entre los indigentes (2.1 vs. 1.1). En total, las probabilidades de emigrar al exterior son exactamente el doble en el medio rural que en el urbano, apuntando a que la explicación debe buscarse más entre ámbitos geográficos (y actividad agrícola y no agrícola) que entre estratos del nivel de vida. Nótese que entre los cuatro grupos que se forman del cruce de ámbito urbano rural e indigencia-no indigencia, el que tiene las más altas probabilidades migratorias es el de los no indigentes del medio rural (3.44%). Nótese también que en ambos medios las probabilidades de migrar son mayores entre los no indigentes, pero por un efecto composición casi se igualan a nivel nacional.

Al analizar las probabilidades de migrar de cada uno de los 6 estratos en que se ha clasificado a la población, se observa que entre los estratos de pobres, la probabilidad de migrar (medida como lo venimos haciendo, por el número de migrantes entre la población remanente de los hogares) es muy similar (baja de 1.70 entre los indigentes a 1.68 entre los muy pobres y a 1.61 entre los pobres moderados), llega a su mínimo (1.46) en el estrato con necesidades básicas satisfechas, NBS, que se encuentra ligeramente arriba de las normas, sube con la clase media a 1.75 y alcanza su máximo con la clase alta en la cual es de 2.56 %. Sin embargo, si calculamos también el porcentaje de hogares en los que se reportó uno o más emigrantes, hay un ligero cambio: aunque la forma de la curva es casi idéntica, el porcentaje es más alto entre los indigentes que en la clase alta y todos los estratos de pobres tienen un nivel superior al de la clase media (véase gráfica). La explicación de este contraste radica en la diferencia de patrones migratorios: mientras los hogares indigentes expulsores de migrantes expulsan a uno de cada 4 miembros (26.7%), este valor va aumentando al subir por la estratificación social hasta que en la clase alta estos hogares expulsan a casi la mitad de sus miembros (43.8%).

En las ENIGH se pueden identificar los hogares que reciben remesas y que, por tanto, se presume que expulsaron al exterior uno o más miembros en el pasado. Al relacionar esta variable con la clasificación de pobreza en la ENIGH2006, se corroboran, en general, los resultados anteriores. En efecto, aunque un porcentaje ligeramente mayor de hogares indigentes reciben remesas que los hogares no indigentes a nivel nacional (7.5% vs. 6.9%), la diferencia es muy pequeña y se explica otra vez por un efecto composición, porque tanto en el medio urbano como en el rural son mayores los porcentajes de hogares no indigentes receptores que el correspondiente a los hogares indigentes: 3.7% vs. 3.2% en el medio urbano y 15.5% vs. 9.9% en el rural. En este último medio, 29.5% de los hogares de clase alta recibe remesas.

Ambas fuentes confirman que no hay una asociación positiva entre mayor pobreza y mayor migración internacional. Migran personas de todos los estratos socales. El análisis regional que presentaré en la próxima entrega mostrará de manera coherente que no son siempre los estados más pobres los que mayor emigración generan.

 
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