Usted está aquí: viernes 1 de febrero de 2008 Opinión Hacer el amor en los márgenes

José Cueli

Hacer el amor en los márgenes

Cuando el arco toca sin tocar las cuerdas del violín en himno que sube como tromba en gigantesca espiral hasta perderse en el espacio. Sentir el huevo que se mueve, remueve, crece, reblandece y humedece, sin tacto, palpitar, transformando por milagro, el arco, en conjunto de arcos y el violín, en conjunto de violines, acercamientos que son misterio y no tienen reglas ni ataduras, y son lo fresco, lo espontáneo, lo que es, no lo que debe ser, lo lógico que no concuerda con lo afectivo.

Arco que llega sin llegar, llegándole, a las cuerdas del violín, en un cuento recuento de múltiples afluentes sonoros, de pequeños ríos que serpentean por entre los charcos y arriban en el arrullo suave de los tiernos cánticos maternales, tiempo que se despega del espacio y es exceso de alma y de ser. Canto mexicano de melodías y ritmos rancheros, resonancias de ayes lastimeros, abiertos en millones más, formando huracanes que pasan y envuelven los sonidos, los aparecen y desaparecen entre incendios de gemidos y olas de llanto.

Cuando el arco comienza acariciando las cuerdas laterales del violín, suave como el paso de las alas de una mariposa, allegro como el aleteo de una pluma de pavo, suave, suavísimo sobre las centrales, más lenta y más intensa, tocando, destocando, entrando y saliendo, a placer, sobre la central, que quiere y se esconde, salta y desaparece, en el misterioso milagro del contacto sin tacto, vibra, del click, el dos en uno. Baile voluptuoso, danza huracanada, repercusión oscura.

En las alturas, recogiendo las basuras, en calles oscuras, encuentro de un espacio tiempo, que es atención, concentración, arco y violín, en el que el sonido resurge armonioso, diferenciando sonidos, de ruido; música de charanga; suavidad de rasgadura; ternura de cachondeo. Arqueo que consiste en palpar, pulsar la nota del gemido, la cuerda central, fantasmal, resbaladiza para apartarla de las otras cuerdas encargadas de cuidar y apartar las melodías y ritmos del margen, para que a la cuerda central le lleguen los ecos que le transmiten las otras cuerdas, acentuando la intensidad. Sinfonía orgástica de luces y sonidos, una nación entera de pulsaciones que acceden al Valle de la Muerte marginal.

Sinfonía de sonidos y sensaciones que se entrecruzan, unos cerca y otros lejos, aquéllos con acento grave y acompasado, éstos con vibración aguda y temblorosa, lanzando al espacio notas que flotan, se confunden entre sí, se dilatan, se pierden y dejan el lugar a una nueva lluvia de sonidos, fuente de armonías inagotables, que se aman en las alturas, para obtener esa musicalidad fluida, sinfonía india, gratitud, vida, inencontrable ternura.

Violín que al rencontrar el arco recobra la voz, la palabra y rompe silencios, recordando traumas, alegrías y tristezas, crímenes y revoluciones, regulando impulsos, comunicando vivencias, conceptualizando frases y palabras aisladas, curando esquizofrenias ancestrales. Novísimos sonidos que se perciben en las notas sueltas de sus diversas melodías, para armonizarse en un tono propio, después de los discordes iniciales, y viajan por los aires envueltos en prolongadas percusiones para reunirse unas con otras, como las ideas latentes de un sueño lo hacen en un contenido manifiesto, obvio.

Así, los sonidos de cada cuerda se transmiten, se comunican, se integran en sonidos que son poesía musical y cada sonido es el contacto del arco en el violín, una letra, sílaba o palabra, que al conectarse entre sí provocan otros sonidos, símbolo del pensamiento callado de la música del ser mexicano.

Población de cuerdas, desde el inicio de la vida, que requieren diferenciación en el sentimiento, conceptualización en el pensamiento, vibra en la comunicación y son danza frenética de la vida, ante el desamparo original, que se repite y se repite sin solución y es búsqueda de la misteriosa cuerda central, eje de la vida, fuerza volcánica de la naturaleza, himno que sube como tromba en espiral hasta perder la conciencia.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.