Usted está aquí: sábado 2 de febrero de 2008 Cultura “Cuando terminé la serie de Abu Ghraib quedé en paz”

Develaron escultura monumental de Fernando Botero

“Cuando terminé la serie de Abu Ghraib quedé en paz”

Después de Monterrey, la muestra viajará a Europa

Rosa Elvira Vargas y David Carrizales (Enviada y corresponsal)

Monterrey, NL, 1º de febrero. La lectura en New Yorker, de un artículo de quien es considerado el mejor periodista de Estados Unidos, Symour Hersh, sobre las torturas infligidas por soldados de ese país a presos iraquíes en la prisión de Abu Ghraib, provocaron una rabia tal en Fernando Botero que de inmediato, ahí mismo, en el avión que viajaba, empezó a realizar los primeros trazos de lo que a la postre se convertiría en una colección de 82 cuadros que reproducen las escenas de sevicia y escarnio que luego llevaría a los lienzos en su estudio de París.

Desde el jueves pasado, en el Centro de las Artes del Parque Fundidora, Botero exhibe esa obra. Todavía recorrerá otras salas en el mundo, como Valencia, Budapest y Barcelona, antes de enriquecer el patrimonio de la Universidad de Berkeley, en California, a la cual la entregó en donación.

En su narración sobre el proceso de creación de la serie Abu Ghraib, insistió el artista, se basó en los textos de Hersh y no en las fotos que se difundieron sobre la crueldad aplicada en esa prisión.

Un año vivió Botero “obsesionado” con el tema. “Gastándome esa ira y ese veneno, en la medida que pintaba. Fue como un golpe que me dieron el corazón ante tal injusticia (cometida) por una nación –Estados Unidos– que se presentaba ante el mundo como modelo de democracia y de protección a los derechos humanos, que se dedicaba a torturar en el mismo sitio donde lo hiciera contra su pueblo Saddam Hussein”.

Esperan La lagartera, de Toledo

Momentos antes de la apertura de la muestra, el artista colombiano apuntó que ante tales testimonios de crueldad, “era imposible que me quedara sin hacer nada”.

La idea al pintar estos lienzos no fue la de modificar el horror de la tortura en Abu Ghraib, porque Botero dijo que siempre ha estado convencido de que para el arte “es algo que no puede lograr”. En todo caso, su idea fue dejar un testimonio.

Y hasta ahí. “Fue un paréntesis. Cuando terminé estos cuadros sentí que había dicho lo que me correspondía y quedé en paz. Ahora he vuelto a los temas amables. Trabajo en un proyecto sobre el mundo del circo”. Y es que de esa manera, el colombiano reivindica su convicción de que el arte debe, ante todo, proporcionar placer.

De Latinoamérica, sólo Monterrey fue seleccionada para la presentación de esta muestra de Botero que concluirá el 23 de febrero.

La visita del artista concluyó este viernes con la develación, entre botargas y vallenatos, de su escultura Caballo, en la Macroplaza. En un par de meses a ese patrimonio se añadirá La lagartera, de Francisco Toledo.

 
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