Usted está aquí: jueves 7 de febrero de 2008 Sociedad y Justicia Adaptan en la Cámara “denigrante” comedor para empleados de limpieza

“Injustificado” el gasto de $380 mil pesos

Adaptan en la Cámara “denigrante” comedor para empleados de limpieza

Roberto Garduño y Enrique Méndez

Ampliar la imagen Aspecto del comedor para empleados de limpieza de la Cámara de Diputados, en el cual se invirtieron 380 mil pesos Aspecto del comedor para empleados de limpieza de la Cámara de Diputados, en el cual se invirtieron 380 mil pesos Foto: José Carlo González

La Secretaría General de la Cámara de Diputados erogó 380 mil pesos para acondicionar un tendajón –adaptado con mesas y tablones pintados de blanco– como comedor para uso de los 250 trabajadores que mantienen limpio y ordenado el Palacio Legislativo de San Lázaro.

A diferencia del opulento restaurante que da servicio a los 500 diputados federales y funcionarios del Poder Legislativo, donde éstos no pagan por su consumo, sino que es subsidiado con el presupuesto camaral, los empleados de intendencia fueron confinados al sótano del edificio C, junto a las bodegas de muebles inservibles.

En ese espacio, alejado de la vista de los diputados, un grupo de trabajadores de mantenimiento pintó ayer paredes, tablones, mesas y rejas.

Como se ha dado a conocer en las semanas recientes, los trabajadores de intendencia prestan el servicio a una empresa privada denominada Alfa Sol, antes conocida como Limpiatec, que cambió de razón social ante las denuncias por sus “prácticas cercanas a la explotación y semiesclavitud” de sus empleados.

Las condiciones de trabajo son a tal grado deplorables que la empresa les prohibió salir de la Cámara para comer, por lo que se veían obligados a consumir alimentos hasta en los sanitarios, e inclusive a comprar comida chatarra de las tienditas toleradas en el recinto legislativo.

La presidenta de la mesa directiva, Ruth Zavaleta Salgado, ordenó al secretario general, Guillermo Haro Belchez, habilitar un espacio digno para que los trabajadores de intendencia pudieran comer. Pero sucedió todo lo contrario: por decisión de Haro, se buscó el sitio más insalubre y alejado, en el sótano de la Cámara de Diputados.

Ante la evidente contradicción entre el mobiliario rústico y el costo de la “obra”, a un costado del lujoso salón de protocolo del recinto legislativo fueron colocadas mantas para denunciar las precarias condiciones del supuesto comedor, que no cuenta ni con agua potable, mucho menos cocineta.

La protesta, que fue observada por todos los coordinadores parlamentarios de la Cámara de Diputados y del Senado, quienes pasaron frente a las mantas cuando se dirigían a la reunión de la Comisión para la Reforma del Estado, incluía críticas como: “¿Sabían diputados? ¿Sabían senadores? ¡Que aquí no se respetan los derechos laborales de los trabajadores!”

“Denigrante: el trato a los compañeros de limpieza, de mal en peor; ¡qué vergüenza! 380 mil pesos gastó la Cámara en el chiquero donde comen los trabajadores de limpieza”, se leía en otra manta.

 
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