Usted está aquí: martes 12 de febrero de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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Crisis del maíz, crisis del país

Negocio redondo de frituras futboleras

Con la novedad de que México rompe récords en el marco del TLCAN y su capítulo agropecuario. Para mal, desde luego, pero récord al fin, como diría el siempre optimista secretario Bimbo de la Sagarpa, Alberto Cárdenas Jiménez.

Resulta que, de acuerdo con la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC) con base en las cifras de la Sagarpa, “las importaciones de maíz blanco y amarillo procedentes de Estados Unidos aumentaron 384 y mil 888 por ciento, respectivamente, en enero, cuando se liberalizó la comercialización del grano en el marco del Tratado de Libre Comercio para América del Norte. Los afectados son los productores nacionales, quienes, con maíz blanco disponible en sus bodegas, o en los almacenes de sus organizaciones, enfrentan el chantaje de los compradores quienes ofrecen precios menores al justo, ante la disponibilidad del producto en Estados Unidos y Canadá”.

Bien comienza el país con la apertura total del sector agropecuario, aunque la voluminosa cuan creciente importación de granos y oleaginosas no es novedad, porque en 14 años de TLCAN nada se hizo para fortalecer al campo nacional, a sus productores y a la soberanía alimentaria, asuntos que, dicho sea de paso, el sonriente Cárdenas Jiménez de plano no entiende de qué se tratan.

Así, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados nos regala un paseo temático, y de entrada advierte que desde hace varios años el mercado del maíz en México ha sido deficitario, la producción no alcanza a cubrir la demanda nacional, por lo que las importaciones de este grano han crecido espectacularmente, en especial las provenientes de Estados Unidos.

La producción maicera en el país tiene dos variedades: blanca y amarilla. La primera es para consumo humano, y se estima autosuficiente; la segunda variedad, que reporta déficit en su producción, se destina al consumo animal y a las industrias almidonera y cerealera. Sin embargo, hasta hace dos ciclos agrícolas, la producción de maíz blanco se destinaba al consumo humano, pero por el crecimiento del consumo pecuario, en 2006 se destinó al consumo animal más de un millón de toneladas de esta variedad.

En 2006 la producción ascendió a 21.3 millones de toneladas, en tanto la demanda fue de 26.2 millones de toneladas, por lo que se tuvo que importar casi 5 millones de toneladas ese año, volumen similar a lo que se había venido importando en los años previos.

La mayor importación de maíz es resultado de bajos niveles de producción, ya que este cultivo se ha visto afectado no sólo por la apertura comercial derivada del TLCAN, sino también por factores estructurales internos como la falta de acceso al crédito por parte de los productores de este cultivo, la limitada infraestructura de riego para elevar los rendimientos, la concentración del mercado en muy pocas empresas privadas, la escasa investigación científica en este campo y los limitados subsidios que a los productores otorga el gobierno mexicano, comparados con los de Estados Unidos y otros países europeos, principalmente.

Desde finales de los 80 México es importador neto de maíz; desde entonces las importaciones han observado una tendencia creciente y particularmente de Estados Unidos. Desde 1994 las importaciones mexicanas de maíz estadunidense se rigen por el sistema de cupos y el arancel-cuota de importación por sobre-cupo, de acuerdo con lo previsto en el TLCAN. Con el propósito de proteger a los bienes agropecuarios más sensibles a las importaciones, México negoció con sus socios comerciales de América del Norte el establecimiento de aranceles-cuota para los principales productos agrícolas de especial interés y sensibilidad para cada país, para los cuales se estableció un régimen de importación libre de arancel hasta cubrir determinada cuota, que una vez que se hubiera rebasado se aplicaría el cobro de elevados aranceles para frenar su importación. Para el caso de México dichos aranceles se irían desgravando gradualmente en un plazo de 15 años hasta su eliminación definitiva, lo que sucedió a partir del primer día de 2008.

La cuota de importación se ha venido incrementando de un máximo autorizado de 2.5 millones de toneladas en 1994 a 3.6 millones de toneladas en 2006, pero como se han incumplido las metas internas de producción establecidas desde la entrada en vigor del TLCAN, casi en todos los años posteriores al tratado las importaciones de maíz originarias de Estados Unidos rebasaron la cuota establecida para cada año en cuestión.

A partir de la entrada en vigor del TLCAN, en 1994 y hasta 2006, el total de importaciones de maíz (blanco y amarillo) originario de Estados Unidos ascendió a 58 millones 635 mil toneladas, mientras el total de la cuota de importación originaria de ese país permitida para el periodo fue de 39 millones 44 mil toneladas, lo que significa que en ese lapso se registró un sobrecupo de importación por 20 millones 119 mil toneladas, con un valor de 2 mil 876 millones de dólares. Por ese sobrecupo Estados Unidos debió haber pagado aranceles cuota por 3 mil 354 millones de dólares, que obviamente no pagó.

Entonces, ya con el sector agropecuario totalmente “liberado” las importaciones crecerán aún más.

Las rebanadas del pastel

Provecho: entre los grandes importadores de maíz amarillo y beneficiarios de la violación de los cupos maiceros originalmente autorizados, destacan Sabritas (de Pepsico, con 70 por ciento del mercado botanero nacional) y Barcel (subsidiaria de Bimbo, con 16 por ciento), que destinan el grano para consumo animal a la elaboración de frituras futboleras, con una ganancia extraordinaria, de la cual toman una porción para financiar campañas políticas. Un negocio redondo.

 
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