Usted está aquí: jueves 14 de febrero de 2008 Espectáculos “Antes los delincuentes tenían ética; eran unos caballeros”

Ladrones viejos, de Everardo González, se estrena hoy en salas comerciales del país

“Antes los delincuentes tenían ética; eran unos caballeros”

En otra época no dependían de un cuerno de chivo, sostiene el realizador en entrevista

La cinta partió de la historia de El Carrizos, quien atracó la casa del ex presidente Luis Echeverría

Juan José Olivares

Ampliar la imagen "No robé a quien no tenía; sólo les quité un trozo a los que les sobraba. Mi lema era: roba sin herir a nadie; si no, entrégate", dice El Carrizos (a la izquierda), mientras Everardo González lo entrevista “No robé a quien no tenía; sólo les quité un trozo a los que les sobraba. Mi lema era: roba sin herir a nadie; si no, entrégate”, dice El Carrizos (a la izquierda), mientras Everardo González lo entrevista

En 1972, una nota en la sección policial de un diario capitalino relataba cómo una ladrón había entrado a robar a la casa del entonces presidente Luis Echeverría. El alias del ratero: El Carrizos, personaje esencial en la película de no ficción Ladrones viejos, que este día se estrena en salas comerciales de nuestro país. La cinta ya realizó un recorrido por festivales de cine, como el de Guadalajara, donde obtuvo el premio como mejor documental.

“Era una historia extraordinaria. Imagina: alguien que le pegó a un Presidente y a la fecha sigue impune por ese hurto”, dice en entrevista Everardo González, creador también del documental La canción del pulque.

El hilo conductor de Ladrones viejos son El Carrizos y los viejos criminales que “tenían códigos de ética. Existían también los llamados artegios”: diferentes categorías de criminales, según su modo de operar. Estaban los zorreros, los boqueteros, los chineros, los retinteros

Everardo González quería hacer una especie de bestiario, porque “los criminales son seductores; cruzan un umbral que nosotros difícilmente atravesamos”.

El director, egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), narra la génesis del proyecto: “Luego de terminar La canción del pulque conocí a muchos carteristas y judiciales. En un intermedio rodé un documental para no oxidarme. Trataba un tema de La Merced. Allí hable con el párroco de la iglesia de la Virgen de la Soledad, que había sido refugio de ladrones y prostitutas. Luego me llevó a una vecindad que era una escuela de ladrones (la llamada casa de los espantos). Me enseñaron dónde se juntaban los chineros viejos que enseñaban a los jóvenes a aplicar la llave china. Me encantó ver al robo como un oficio heredado y aprendido entre generaciones. Al indagar más encontré los artegios.

“Entonces, hallé en la hemeroteca una nota de 1972 publicada en La Prensa, en la que se relataba cómo El Carrizos había robado la casa de Echeverría. Para mí era extraordinario encontrar a ese ladrón.”

La historia oscura de México

Agrega: “En un periódico enfocado a notas policiales publicamos una lista con nombres de ladrones viejos y los solicitamos. Resultó, porque un compañero de celda de El Carrizos le comentó y me localizó. Logramos pactar una cita en el Reclusorio Sur y acordamos una entrevista luego de seis meses de insistir. Me lo prestaron cinco días durante dos horas. Luego encontré que había una historia de pactos con la gente del Servicio Secreto de México y El Carrizos. Todos a los que descubrí eran héroes, antihéroes, ángeles caídos... todos, de la historia oscura de México”.

El realizador considera que los criminales de ahora son diferentes. “Antes había ética. Los que aparecen en la película eran unos caballeros. Dependían más del arte del robo que de un cuerno de chivo (‘no robé a quien no tenía; sólo les quité un trozo a los que les sobraba. Mi lema era: roba sin herir a nadie; si no, entrégate’, dice El Carrizos en la cinta). Él sabía que por homicidio le darían 40 años, y por robo podrían ser siete. Siempre iba por la tintorería completa. Por eso le empezó a pegar a puro político. Se volvió una especie de vengador”.

A decir de González, El Carrizos era un hombre “al que hay que admirar como a figuras públicas, sólo porque la mente criminal es algo apasionante. No por nada la nota roja en este país es un madrazo. Cruzan una delgada línea, que a lo mejor podemos atravesar en una situación extrema. No soy redentor de las causas perdidas, pero para mí era interesante conocer quién estaba detrás, sin poner el halo de héroe o leyenda. Era despojarlo de eso y mostrar a un hombre que había sido vulnerable y extorsionado desde niño”.

No todos le entraron

Ladrones viejos es una cinta que hay que ver para descubrir el submundo criminal de México de los años 60 y 70. Pero no a todos los exhibidores les encantó la idea. El argumento de la historia no convenció a la cadena Cinemark, “la única que no le entró. Ocupan (en los cines ubicados en el Centro Nacional de las Artes) un predio que le pertenece al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes: colinda con los Estudios Churubusco y con el CCC. Hacen su día del cine mexicano para curarse en salud, pero primero va la major y luego nosotros. Para ellos no existe el público inteligente. Saca de onda, porque la cinta puede funcionar, depende de que cumplan con lo que deben”.

El realizador abunda: “Deberían privilegiar al cine mexicano. Deberían estar obligados a pasar cintas mexicanas sólo por la concesión y el predio que tienen.

“A veces es decepcionante este oficio, pero digno. Somos necesarios en la sociedad, aunque para muchos seamos un catarro. Me da tristeza escuchar a compañeros que suplican para que la gente vaya la primera semana. Es un síntoma de desesperación, sólo falta que nos inmolemos en el Zócalo.”

La cinta fue producida por Artegios, Imcine, en coproducción con la Filmoteca de la UNAM.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.