Usted está aquí: viernes 15 de febrero de 2008 Opinión Economía Moral

Economía Moral

Julio Boltvinik
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Pobreza y emigración internacional: otras visiones

Nuevo libro del CIESAS sobre el tema aporta miradas originales

He recibido algunos comentarios que quiero difundir sobre mis entregas previas sobre pobreza y emigración internacional. Guillermo Ramos (GR), emigrante residente en California, me escribió:

“Soy un lector asiduo de La Jornada. Actualmente vivo en California, y leyendo su artículo del día de hoy, me extrañó la frase de: “los expertos sostienen que la emigración conlleva costos de traslado...entre los emigrantes ilegales (por lo que) no podrían ser los más pobres los que emigran”. Visto el problema de primera mano (acá), me pregunto qué clase de expertos son los que pueden afirmar eso. Generalmente, quien paga los costos del traslado (pollero), son los familiares de acá, que incluso tienen que pedir prestado, esperando que una vez en estas tierras, el pariente empiece a trabajar y les pague poco a poco. Así es como funciona.”

El 7 de febrero presenté una ponencia sobre este tema en el primer encuentro “Lo Bueno de la Migración” organizado por la Universidad Michoacana del Oriente (UMO), de Zitácuaro (localidad de acceso a los santuarios de la mariposa monarca, sorprendente fenómeno natural de belleza estremecedora). Relaté a los presentes lo que me escribió GR, lo que suscitó una ronda de comentarios entre varios estudiosos de la migración que validaron lo dicho por él y que afirmaron que además los polleros fían: prestan sus servicios y cobran en abonos: “migre ahora, pague después”.

También recibí un comentario de Agustín Escobar (AE), Profesor-investigador del CIESAS Occidente (Guadalajara), quien me mandó el texto del libro, que estará circulando muy pronto, Pobreza y migración internacional, publicado por el CIESAS, del cual él es compilador y autor de varios capítulos. Señala que el libro:

Tiene un capítulo de René Zenteno sobre marginación, pobreza y migración, y hay otro de Janssen y mío que estima el “costo de oportunidad” de la migración, es decir los ingresos que los migrantes tendrían si se quedaran en sus pueblos. El punto de René es el tuyo, es decir que los más pobres no migran, y el punto de Janssen y mío es que sin emigración habría menos desigualdad de ingreso en México.

Además me adelanta conclusiones de un nuevo trabajo:

La tasa más alta de emigración internacional se concentra en una población que está entre los percentiles [centésimas partes] 8-25 (de abajo para arriba) de la distribución del ingreso… Si lo analizas por marginación municipal, es un grupo de población que está en marginación media y marginación alta, pero no en muy alta. El punto que hay que recordar es que las tasas más altas siguen siendo de zonas rurales, y que el 77 por ciento de la población es urbana… el hecho es que la gran mayoría del flujo proviene del cuartil [cuarta parte] más bajo de la población de México. Los resultados dependen de que el análisis tome en cuenta o no el tamaño de la población. Si simplemente se hace una regresión estadística [análisis de asociación de variables], los más pobres no migran. Si se analiza por el peso demográfico del grupo que migra, la tasa más alta está en un grupo que es bastante pobre, aunque no el más pobre. Sólo de esta manera se llega a entender que… la mayor dependencia de remesas se ubica en los hogares más pobres (una vez más, no el 5 por ciento más pobre). Pero las mayores remesas, y las mayores posibilidades de usarlas en proyectos productivos, se concentran en el quintil [quinta parte] más alto. Son los quintiles medios los menos tocados por el fenómeno. Sabemos muy poco de la emigración de los altamente calificados y de los ricos…”

AE y los otros autores del libro analizan las relaciones entre el ingreso de los hogares, o su ubicación en municipios según el grado de marginación de éstos, con la emigración. En cambio, yo asocio emigración con pertenencia a estratos del nivel de vida, definidos con el Método de Medición Integrada de la Pobreza (MMIP). También hay diferencias de fuentes y periodos. Aunque hay muchos puntos de coincidencia: la mayor tendencia a emigrar de los habitantes del medio rural, la menor importancia de ciertos estratos medios, las diferencias de método, fuentes y periodos, explican que nuestras conclusiones no sean iguales. Un elemento que yo encontré, y que Escobar no destaca, es que el análisis tiene que hacerse separando el medio urbano del rural porque la ruralidad parece explicar más la emigración que la pobreza. De hecho, de los cuatro grupos que se forman clasificando los hogares y sus miembros en indigentes y no indigentes en ambos medios, son los no indigentes rurales los que mayor probabilidad tienen de emigrar, aunque en mis cálculos son el grupo menos numeroso, por lo cual, a pesar de que su tasa migratoria es con mucho la más alta, son menos numerosos que los migrantes indigentes del medio rural y que los migrantes no indigentes del medio urbano. Como se ve, tiene razón AE al señalar que es muy importante tomar en cuenta el tamaño absoluto de la población de cada grupo.

En la Introducción sintetiza así los hallazgos centrales del libro (cito de manera libre):

A pesar de que los pobres mantienen relaciones sociales de solidaridad y de pertenencia grupal particularmente fuertes, ello no basta para compensar la escasez de sus recursos materiales, lo que explica el escaso éxito de su migración (medido en términos de los ingresos netos producidos por un ciclo migratorio completo), y sus bajas tasas de emigración. Esta conclusión general no expresa la compleja trama de fuerzas que modelan la migración de los pobres, formada por cinco factores principales:

• Capital social. Mientras más sólidas sean las relaciones sociales del grupo, mayor será la base de seguridad local que permite a los individuos asumir riesgos, y es más probable que los que ya han migrado ayuden a otros miembros del grupo.

• Oportunidades locales. Aunque ofrezcan ingresos bajos, las oportunidades locales fijan a los pobladores. No hay razón más elocuente para migrar que el dicho muchas veces repetido: “aquí no hay nada”.

• Relaciones verticales. Las relaciones de dependencia y patronazgo atrapan a los miembros de la clase baja en obligaciones y derechos que hacen difícil la migración, mientras la ausencia de tales relaciones y la distancia social con las clases altas mueve a cuestionar el orden local y a buscar alternativas.

• Opresión institucional. Para indígenas, mujeres y jóvenes, la migración es una manera de escapar de grupos opresivos. Aunque haber migrado no aparta totalmente al individuo de su grupo, sí le permite renegociar su pertenencia, y sus mayores ingresos normalmente redefinen su estatus dentro del mismo.

• Los sucesos catastróficos empujan a las personas a migrar para pagar deudas, reconstruir activos, buscar oportunidades destruidas en la localidad.

Un libro importante para profundizar en la dinámica migratoria.

 
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