Usted está aquí: viernes 15 de febrero de 2008 Sociedad y Justicia Besar, abrazar y amar, benéfico para el sistema circulatorio, afirma médico

La liberación de sustancias en el cuerpo durante el enamoramiento favorecen la salud

Besar, abrazar y amar, benéfico para el sistema circulatorio, afirma médico

El músculo cardiaco, uno de los órganos que mejor funcionan en esa etapa: Tovar Acosta

Detectan posible origen fisiológico de la incapacidad para relacionarse

Carolina Gómez Mena

Ampliar la imagen Manifestaciones amorosas este 14 de febrero Manifestaciones amorosas este 14 de febrero Foto: Francisco Olvera

El amor es un sentimiento que provoca no sólo respuestas sicológicas en el ser humano, sino por sobre todo situaciones orgánicas, las cuales se detonan por la segregación de hormonas como la adrenalina o epinefrina y la oxitocina, y de ciertos neurotransmisores. En suma, sobreviene una invasión corporal de endorfinas, sustancias conocidas como las “hormonas de la felicidad”, señaló el doctor Enrique Camarena Robles, jefe del departamento clínico del Hospital Siquiátrico Héctor Tovar Acosta, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Amar, abrazar, besar no sólo genera un estado de júbilo y bienestar, sino que también son prácticas benéficas para el sistema circulatorio, y en especial para el músculo cardiaco. Besar al ser amado puede elevar los latidos cardiacos hasta más de 100 pulsaciones por minuto. Cabe destacar que lo normal son entre 70 u 80.

En el contexto del Día del Amor y la Amistad, el siquiatra indicó que la liberación de adrenalina en el torrente sanguíneo, producto de este estado sentimental, no sólo aumenta el ritmo cardiaco, sino también la tensión arterial y el nivel de glucosa en la sangre; apuntó que estudios científicos y médicos demuestran los beneficios de besar a otra persona, ya que se estimula la parte del cerebro que libera oxitocina, lo cual crea una sensación de bienestar.

La oxitocina es una hormona que influye en funciones emocionales que permiten enamorarse y, al mismo tiempo, está asociada con el afecto, la ternura y el contacto físico. También esta hormona es la encargado de afianzar el amor maternal.

De acuerdo con expertos de la Universidad de Edimburgo, Escocia, la oxitocina ayuda a establecer lazos permanentes, pues actúa cambiando las conexiones de los miles de millones de circuitos cerebrales. Esta sustancia química no sólo se produce durante el parto, sino también durante un orgasmo, y se le considera un mensajero químico del deseo sexual.

Según esos especialistas habría una razón fisiológica que explicaría por qué algunas personas (sus cerebros) no se enamoran. Así, se presume que quienes tienen menos receptores cerebrales de los que se necesitan para recibir la oxitocina son aquellos que podrían tener dificultades para establecer lazos permanentes con su pareja o bien para enamorarse con la intensidad requerida.

Camarena Robles indicó que las hormonas de la felicidad generan sensación de confianza, tranquilidad y armonía, goce que activa la progesterona en las mujeres y la testosterona en los hombres, y añadió que la emoción es una alteración subjetiva que provoca una descarga de adrenalina, acrecentando sensación de vacío en el estómago, dilatación en las pupilas, aumento en la temperatura corporal, incremento del volumen y ritmo de los latidos cardiacos, y las palpitaciones superiores a 100 por minuto.

El siquiatra explicó que cuando se combinan estas manifestaciones químicas con aspectos sicológicos como la admiración, atracción física, complementariedad, respeto y confianza, dan como resultado el fenómeno del amor. Asimismo señaló que los cimientos para edificarlo son la seguridad y la satisfacción que se procure la pareja; si esto sucede se puede hablar de un amor profundo.

Otros estudios han revelado que, además de la oxitocina, en el amor intervienen también los neurotransmisores feniletilamina y dopamina. Indican que al inundarse el cerebro de feniletilamina, éste responde mediante la secreción de dopamina –encargado de los mecanismos de refuerzo del cerebro, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer–, norepinefrina y oxitocina.

 
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