Usted está aquí: sábado 1 de marzo de 2008 Cultura Transformarán Chapultepec “en un país enclavado en los límites de la fantasía”

■ Más de un centenar de bailarines, caballos, cisnes y lanchas surcan el espejo de agua

Transformarán Chapultepec “en un país enclavado en los límites de la fantasía”

■ Dedican temporada de El lago de los cisnes a las bailarinas Laura Urdapilleta e Irma Morales

Fernando Camacho Servín

Ampliar la imagen Escena del ensayo de El lago de los cisnes, la noche del jueves Escena del ensayo de El lago de los cisnes, la noche del jueves Foto: Jesús Villaseca

Como ya es una tradición desde hace más de 30 años, la Compañía Nacional de Danza (CND) presentará el ballet El lago de los cisnes, en la isleta del lago menor del Bosque de Chapultepec, en breve temporada que dará inicio este sábado.

El ciclo de presentaciones estará dedicado en esta ocasión a la “bailarina de México”, Laura Urdapilleta, quien falleció recientemente, y a la primera bailarina Irma Morales, quien se retira de los escenarios este año.

Los últimos detalles de la puesta en escena fueron revisados durante el ensayo general realizado la noche del jueves, en el que se pudo observar un adelanto de lo que disfrutará el público asistente.

Bajo la meticulosa observación del director de la CND, Dariusz Blajer, los coordinadores del espectáculo aprovecharon el clima fresco pero agradable para dar los toques finales a esta versión de la coreografía de Ivanov y Petipa, con música de Chaikovski, uno de los ballets más célebres y representados en todo el mundo.

Con escenarios pequeños y simples que se adaptan muy bien al entorno natural de la isleta –la “estrella” del acto, junto con los bailarines, según definió alguna vez el coreógrafo Felipe Segura– la compañía logra hacer que Chapultepec se transforme por unos momentos en el “país enclavado en los límites de la fantasía” que anuncia el narrador.

Lucha del bien contra el mal

El lago de los cisnes narra la historia del príncipe Sigfrido, quien al llegar a la mayoría de edad es presionado por la familia real para elegir a quien será su esposa. Los amigos del futuro rey, para distraerlo, organizan una sesión de cacería en el lago cercano, sin saber que ese lugar está dominado por el brujo Von Rothbart.

Ahí, el protagonista conoce al filo de la medianoche a Odette, hermosa mujer que ha sido condenada por el hechicero a adoptar la forma de un cisne blanco durante el día, como venganza por haber desairado sus pretensiones amorosas. La llegada de Sigfrido, quien decide luchar por el cariño de ella, desencadena la lucha entre el bien y el mal.

En el primer acto podemos ver la fiesta que la reina madre organiza para el atribulado príncipe, quien preferiría convertirse en astrónomo o poeta en vez de recibir los ramos de flores de las mujeres que aspiran a llegar al poder por conducto de él.

Aunque a primera vista los bailarines se desplazan con gracia y parecen ejecutar sin fallas sus pasos, el ojo experto y crítico de los maestros manda corregir los mínimos detalles.

“Muchacho, mi nombre es Dariusz Blajer. A ver, camina más a tu izquierda y ponte enfrente de la luz”, ordena el director por un altavoz, no sin cierto dejo de ironía, y con un tono enérgico que no deja lugar a dudas.

Obsesión por el perfeccionismo

Podría pensarse que la labor de los coordinadores es no estar nunca conformes con nada, o casi. Pero mantener el orden de esta empresa depende de ese carácter obsesivo y perfeccionista.

Vale la pena entonces disfrutar el espectáculo, que se desarrolla en cinco escenarios distintos, con más de 120 bailarines, caballos y cisnes vivos y lanchas que surcan el espejo de agua, conectando las diversas plataformas.

La versión número 32 de El lago de los cisnes tendrá al menos siete funciones, aunque ese número podría ampliarse según la demanda del público, como ha sucedido en años anteriores.

Los boletos están a la venta en las taquillas del Palacio de Bellas Artes y el Centro Cultural del Bosque, y en el sistema Ticketmaster. Informes en los teléfonos 5282 1964 y 5512 2593, extensiones 152 y 153.

 
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