Usted está aquí: viernes 7 de marzo de 2008 Cultura Lara Zavala descarta la vía armada para rescatar a los sectores marginados del país

■ El escritor reconstruye, en una novela polifónica, la guerra de castas en Yucatán

Lara Zavala descarta la vía armada para rescatar a los sectores marginados del país

■ “La situación actual es de una calma engañosa; esa lucha persiste, pero a escala subliminal”

Fernando Camacho Servín

Ampliar la imagen Hernán Lara, durante la charla con La Jornada Hernán Lara, durante la charla con La Jornada Foto: Yazmín Ortega Cortés

El enfrentamiento histórico entre pobres y ricos, con tintes raciales y culturales, tuvo una de sus más cruentas expresiones en México durante la llamada guerra de castas en Yucatán, que involucró en 1847 a los indígenas mayas y los descendientes de los conquistadores españoles, en un choque que entonces exterminó a la mitad de la población de esa zona.

Tal es la situación que retrata la novela Península, Península (Editorial Alfaguara), del escritor Hernán Lara Zavala, quien recurre a la ficción para reconstruir un episodio de desencuentro e injusticia que todavía no termina de cerrarse.

Fue durante una visita realizada hace muchos años a los pueblos donde ocurrieron las principales batallas de ese conflicto, que nació en el autor la necesidad de contar esas historias de su tierra natal, que todavía hoy siguen siendo un tema difícil del cual parece más cómodo no hablar.

Los mayas, a punto de ganar

“La de castas fue una guerra civil difícil y paradigmática. En ella, los nativos de la península de Yucatán se rebelaron contra los de la península ibérica, quienes a falta de riquezas naturales, se dedicaron a explotar la mano de obra de los indígenas”, explicó Hernán Lara Zavala en entrevista con La Jornada.

Por medio de un trabajo de reconstrucción histórica, pero sobre todo de imaginación literaria, el autor muestra los acontecimientos del siglo XIX “para un lector del XXI”, con una novela polifónica en la que los personajes ficticios conviven con los reales, para hacer un retrato de época, ameno a la lectura.

El año de 1847, expresó el escritor, fue un momento verdaderamente singular, en el que la identidad de México se estaba reconfigurando, sobre todo porque en ese mismo año la guerra con Estados Unidos desembocó en la pérdida de la mitad del territorio nacional.

En ese contexto, las luchas de poder y las presiones económicas y raciales en Yucatán significaron un elemento adicional de tensión que casi cambia el rumbo de la historia.

“La guerra estuvo a punto de ser ganada por los mayas, que ya controlaban 80 por ciento de la península”, detalló el también colaborador de La Jornada Semanal.

Contienda que no acaba

Para Hernán Lara Zavala la situación actual que se vive en Yucatán y el resto del país es de una calma engañosa, que en el fondo encubre un sistema basado en las inequidades sociales, cuya estructura sigue intacta a pesar del transcurso del tiempo.

“La guerra de castas sigue, pero a una escala subliminal. Es un atavismo que no hemos podido superar, porque aquí todo mundo se dice heredero de los aztecas, pero quiere tener antepasados europeos. Es una hipocresía, y todavía no podemos superar los conflictos del mestizaje”, señaló.

Sin embargo, a pesar de que el racismo y las injusticias persisten, el autor descarta que se pueda producir un estallido social de grandes dimensiones, o que la vía armada sea una alternativa real de cambio.

Para él, la forma de rescatar a los sectores marginados es “dotarlos de educación, empleo y dignidad; dar derechos y oportunidades a todos los mexicanos por igual, como planteaba Benito Juárez.

“Lo que necesitamos es integración y, al mismo tiempo, aceptarnos como una nación pluricultural, en la que cualquier grupo étnico tenga posibilidades de desarrollo.”

Por esa razón, “cuando me preguntan en favor de quién estoy, digo que de ninguno, aunque pienso que la guerra fue iniciada por los españoles. Pero en esta situación no debe ganar uno, sino los dos. Yo quise hacer un retrato más objetivo de ello, y evitar el maniqueísmo de los buenos y los malos”.

 
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