Usted está aquí: domingo 9 de marzo de 2008 Cultura Todo lo que quiero es seguir asombrándome de la vida, asegura Graciela Iturbide

■ Presentan Ojos para volar, libro que incluye una entrevista que le hizo Fabienne Bradu

Todo lo que quiero es seguir asombrándome de la vida, asegura Graciela Iturbide

■ Por suerte en este momento ya pasó la muerte, señaló la fotógrafa con relación a sus obsesiones

Arturo Jiménez

Ampliar la imagen Graciela Iturbide durante la presentación del libro Graciela Iturbide durante la presentación del libro Foto: Yazmín Ortega

Día Internacional de la Mujer, día para la fotografía y para la fotógrafa Graciela Iturbide, ayer 8 de marzo esta chamana de la imagen continuó las celebraciones tras haber sido designada hace tres días ganadora del prestigioso Premio Internacional de Fotografía 2008 de la Fundación Hasselblad.

Las fechas se encadenaron y este sábado se presentó su libro Ojos para volar (University of Texas Press, 2006), que surgió a partir de una serie de 10 pequeños volúmenes de entrevistas con varios fotógrafos del mundo, entre ellos Iturbide, a quien le tocó charlar con la escritora Fabienne Bradu.

“Lo que quiero es seguir trabajando, asombrándome con la vida e interpretando el mundo”, dijo Iturbide al final de la presentación en el Centro de la Imagen.

En este lugar concluye hoy domingo su exposición también titulada Ojos para volar, integrada por 50 imágenes captadas en 30 años de trabajo y que fue inaugurada en diciembre pasado.

De ese afán de Iturbide por el asombro destaca el trabajo fotográfico que realiza en la isla de Cerdeña, a donde la invitaron luego de la serie que hizo en la ciudad de Roma.

“Tengo mucha ilusión de hacer este trabajo, de encontrar una Cerdeña íntima para mí. Ahí he encontrado muchas cosas, la piedra, los cardos, la tierra, el Mediterráneo, la gente tan maravillosa, las esculturas o templos sacros de miles de años llamados nurages. Pero hay que pensar de qué manera la voy a interpretar.”

Comentó que para ella Cerdeña es agridulce, y mencionó en esa idea a un escritor sardo que escribió un libro llamado Miel amarga.

Iturbide también se ubicó en el presente en relación con sus obsesiones del pasado. “Por suerte en este momento ya pasó la muerte, pasaron los pájaros. Ahora me obsesiona la vida”.

Y compartió lo que para ella es la fotografía, en esa relación de su mundo interior con la realidad exterior que capta: “Mi reflexión con la foto es que es un medio; mi cámara es un pretexto para conocer el mundo, la vida, la cultura y a mí misma”.

De tonas y nahuales

El Premio Hasselblad ha sido otorgado a fotógrafos como Ansel Adams, Henri Cartier Bresson, Josef Koudelka, Robert Frank, Cindy Sherman y Nan Goldin, así como el brasileño Sebastiao Salgado y el mexicano Manuel Álvarez Bravo, maestro de Iturbide, con lo que ahora son tres los latinoamericanos galardonados.

Durante la presentación también se proyectó en video un programa del Canal 22, Óptico, que en blanco y negro hizo un recuento de la vida y la obra de la fotógrafa por medio de entrevistados como Bradu o Alfonso Morales, quien observó en el trabajo de Iturbide “una vinculación chamánica con la imagen”.

En el video aparecieron sus niños muertos o angelitos, el hombre calavera en una senda del panteón de Dolores Hidalgo, los cientos de pájaros en el cielo, la juchiteca con iguanas (doña Zobeida), los seris, Francisco Toledo, Gabriel García Márquez, sus autorretratos, Roma.

Pero también compartió su proceso de sicoanálisis, su etapa de depresión por las muertes de su madre y de su hija Claudia. “Siento que me salen serpientes de la boca”, comentó Iturbide en la pantalla, y luego agregó: “Mi análisis fue a través de imágenes”.

En la presentación participaron Alfonso Morales, director de la revista Luna Córnea; Alejandro Castellanos, director del Centro de la Imagen; Benjamín Juárez Echenique, director del Centro Nacional de las Artes; Álvaro Hegewisch, secretario técnico A del CNCA, y Anna Lindstedt, embajadora de Suecia en México.

Juárez Echenique y Castellanos coincidieron con Morales en observar un aspecto chamánico en el trabajo creativo de Iturbide. Y el segundo incluso dijo que la tona de la fotógrafa era el pájaro y su nahual, la iguana.

 
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