Usted está aquí: lunes 10 de marzo de 2008 Economía México SA

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Carlos Fernández-Vega
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■ El delfín deviene pato salvaje

■ Dando y dando con los barones de la radio y tv

Ampliar la imagen El secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, en la ciudad de Guanajuato El secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, en la ciudad de Guanajuato Foto: Martín Diego Rodríguez

Muy contentos deben estar allá por Lomas de Sotelo, donde despacha el secretario de la Defensa Nacional, tras la convocatoria del siempre atinado Juan Camilo Mouriño para que los panistas se conviertan en “soldados” (guardias blancas, con azul) de la “continuidad” y “defiendan los proyectos” (el de su candidatura en 2012, en primerísimo lugar) del inquilino de Los Pinos. Así, mientras los primeros arriesgan la vida en el combate al narcotráfico, los segundos deberán poner cuerpo y alma al servicio del funcionario-empresario para que Calderón lo instale en la próxima candidatura presidencial.

En sólo 50 días en el puesto, el sagaz empresario de niñez maravillosa que devino secretario de Gobernación ha dado pruebas más que convincentes del desastre nacional que sería su quimérico inquilinaje en Los Pinos. En ese brevísimo periodo (del que tres cuartas partes pasó en la sombra y alejado de los micrófonos), el delfín ha hecho de todo: convoca como general de cinco estrellas, decide como líder partidista, despacha como secretario de Comunicaciones y Transportes, del Trabajo, de Agricultura y conexos, procede como líder de las bancadas panistas en el Congreso, sentencia como juez, firma como director del Registro Civil, sella como director de Pasaportes, y tantas otras actividades que por ley no le corresponden, lo que ratifica su condición de pato salvaje (cada paso que da es una deposición).

Ahora en Guanajuato, Mouriño S. A. se ajustó el quepis y a los patriotas ordenó: “necesitamos la participación de cada panista como un soldado de ejército, para contrarrestar los embates (en mi contra), los ataques de los enemigos de este gobierno (el mío), que van a seguir… Necesitamos de la defensa de cada panista, porque la cosa no se va a poner fácil, menos cuando nos vayamos acercando al proyecto de 2009 (léase 2012)”.

En su encerrona del pasado sábado con 250 diputados y dirigentes estatales del PAN, el general Mouriño, zombi de Cobián, no pudo seleccionar mejor frase para exigir impunidad: utilizó la más famosa de Emilio, El Tigre, Azcárraga Milmo, padre del actual presidente de la fábrica de sueños, quien se presumía como “soldado del presidente” (en turno) de la República, un fiel jenízaro que con una mano ratificaba su incondicionalidad al inquilino de Los Pinos y con la otra sostenía su libreta de facturas.

El uso de tan certera frase tal vez fue resultado de la emoción que en él provocó reunirse con los representantes de los barones de la televisión y la radio, tres días antes de pronunciarse como general del ejército. En efecto, antes de ordenar el servicio militar obligatorio para los panistas, el joven Iván tuvo un encuentro con algunas cabezas visibles de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión, quienes con una mano ofrecieron apoyo total al bombardeado secretario de Gobernación y con la otra exigieron la inmediata renovación de más de 150 concesiones vencidas, al grito de “dando y dando”.

Al día siguiente, Mouriño se la pasó yendo de una estación de radio a otra, más el plus de la televisión, para hablar de su niñez, la bella provincia mexicana y el poder su doble firma (como empresario y funcionario), y los barones de esa industria dando y dando. Lo mejor del caso es que los representantes de las televisoras y radiodifusoras tendrían que haberse reunido con Luis Téllez, no con Juan Camilo, porque de acuerdo con la ley es la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, y no la de Gobernación, la que decide la renovación o revocación de ese tipo de concesiones del Estado.

De acuerdo con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, poco más de mil 600 concesiones para radio y televisión se han otorgado, de tal suerte que la renovación exigida por la CIRT abarca a 10 por ciento, aproximadamente, de ese total. El grueso de esas concesiones está en manos de Televisa, Tv Azteca y seis grupos radiofónicos. No más. Y la SCT responde que se encuentra en “proceso deliberativo de refrendo”, que no la presionen, que para eso está Iván y su explosivo momento político.

También son “soldados” presidenciales los secretarios Alberto Cárdenas, marca Bimbo, de Agricultura; Javier Lozano, experto en pianos, del Trabajo; Luis Téllez, representante de inversionistas extranjeros, de Comunicaciones y Transportes, y Guillermo Galván, con cara de pocos amigos, de la Defensa Nacional, han sido desplazados por Juan Camilo. Después de 15 meses de gobierno, han constatado que no dan una, pero sería preferible que desde Los Pinos los rehabilitaran ante el ostentoso fracaso de Iván el breve.

Y si de soldaditos de plomo se trata, allí está Salvador Vega Casillas, secretario de la Función Pública, quien afirmó que la dependencia a su cargo “puede investigar de oficio el posible conflicto de interés” de Juan Camilo Mouriño, pero “estamos esperando que algunos miembros del Congreso presenten su denuncia, que la presenten para poder proceder, si vemos que esto no va a ocurrir así, entonces ya nosotros tomaremos una decisión al respecto” (El Universal).

Lo mismo dijo Germán Martínez, cuando fue becario de la SFP, sobre el caso Fox-Sahagún y las lindas criaturas procreadas por Martita y prohijadas por Vicente, y nada de nada, pero ahora como vicepresidente panista (el presidente es Juan Camilo) vocifera en contra “de los enemigos de Calderón” y, por asociación, de Mouriño.

Para redondear, José César Nava Vázquez, quien ahora hace las funciones que Mouriño desempeñaba en su algodonada incubadora de Los Pinos, adelanta que él no fue, que no firmó nada y que de hecho no sabe leer ni escribir, pero olvida su feliz estancia en Pemex (abogado general) y en la Secretaría de Energía (titular de la Unidad de Asuntos Jurídicos) en tiempo de Calderón como titular del ramo, es decir, justo cuando los contratos a favor de Ivancar.

Las rebanadas del pastel

De Juan Camilo y la remembranza de su niñez feliz (con música de Cri-Cri): allí va Mouriño con su PANraguas, y Gamboa-Beltrones recogiéndole las enaguas, porque el pejito lo salpicó y sus manitas limpias le despintó.

 
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