Usted está aquí: lunes 10 de marzo de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ PRD, de los discursos a la realidad

■ Su futuro, ¿amarillo o verde?

A los discursos de unidad de las dirigencias, el PRD responde en los hechos con una división profunda que parece insalvable, sin remedio. Este lunes entra en la semana crucial, la última antes de la elección que se efectuará el domingo próximo, y cuyos resultados habrán de dibujar el camino amarillo, de una vez por todas.

La realidad nos dice que sólo hay dos candidatos para dirigir el PRD en la ciudad de México, aunque sea imposible soslayar los esfuerzos de otros contendientes que no cuentan con el aparato que han logrado los grupos dominantes dentro de ese partido.

Este solo punto señala la necesidad de transformar el PRD en algo más que el mercado donde se juegan los intereses de los líderes de las tribus que hasta hoy lo conforman, para dar paso a la institucionalidad que demanda un organismo de izquierda en el que quepan todas las ideas de esa expresión de pensamiento, y puedan competir en igualdad de circunstancias, salvo aquellas que busquen, con el cobijo de la derecha, la forma de alimentar sus apetitos.

En otras palabras, una derecha disfrazada no debería tener cabida en un verdadero partido de izquierda, menos aún cuando el gobierno de la ciudad requiere de todo su apoyo. No es necesario ser dócil ni entreguista. Conjugar la crítica al desvío y el respaldo al accionar correcto, son tareas a las que ha renunciado el PRD de la ciudad de México, que como nunca, y eso es decir bastante, ha dejado de escuchar a su militancia para caminar sobre la ruta del laisser faire.

Pero existe la otra opción, la de convertir al PRD en algo parecido a aquel viejo Partido Socialista de los Trabajadores (PST), que murió ahogado en el descrédito después de una vida entregada a los arreglos con el poder. Los ecos de esa experiencia cobran fuerza ante la debilidad del quehacer político del perredismo capitalino.

Visto de cerca, el cambio de presidencia en ese partido sólo tiene dos opciones. Jesús Zambrano, uno de los candidatos, resulta el político más completo en la contienda. Toda, toda su experiencia, su colmillo político, no deja dudas, y su rompimiento con el gobierno de la ciudad, tampoco. Del otro lado, Alejandra Barrales no alcanza a liderar la unificación de corrientes que la impulsan, por una falta real de solidez ideológica.

No obstante, alrededor de la ex secretaria de Turismo se mueven las formaciones más auténticas de la izquierda, y tal vez esa sea su gran ventaja. Entre quienes la apoyan hay una visión muy clara del rumbo que deberá tomar el PRD, y de la necesidad de crear un ente mucho más sólido para enfrentar los desafíos que propone el momento político de la ciudad, y del país.

Sea cual sea el resultado de la elección, el PRD necesita cambiar su sangre. La tarea a la que podría enfrentarse Alejandra Barrales necesitará de muchas, pero no de todas, de las fuerzas del perredismo en la capital. Parece que la hora de los amarillos ha llegado. No de los verdes (color que resulta del amarillo y el azul combinados), sino de los amarillos, aunque primero deberán vencer sus miedos atávicos.

De pasadita

Cuentan los jóvenes universitarios, los de la UNAM, que el escándalo de la supuesta participación de algunos de ellos con las FARC colombianas, permitió, desde hace algunos días, que miembros de diferentes organismos policiacos merodeen la facultad de Filosofía y Letras de esa casa de estudios, con la intención de interrogar a los estudiantes en busca de datos que los comprometan. Ese accionar los puso en alerta y hoy mismo se levantarán protestas por la intromisión de las agencias de seguridad en la vida universitaria. ¡Cuidado!

 
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