Usted está aquí: lunes 10 de marzo de 2008 Política Ortega y Encinas representan la oligarquía del PRD

Entrevista a Alfonso Ramírez Cuéllar, candidato a presidir el sol azteca

Ortega y Encinas representan la oligarquía del PRD

Ninguno trae un programa sincero de cambios al partido

El entrevistado expresa que ninguno de sus contrincantes puede reformar el instituto político, pues “sus expectativas electorales están dominadas por los grupos tradicionales de poder”. El mayor riesgo estriba en que crezca la descomposición interna y de ahí una debacle electoral en 2009

Alma E. Muñoz

Ampliar la imagen El aspirante perredista El aspirante perredista Foto: Cristina Rodríguez

En la búsqueda de la presidencia nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Alfonso Ramírez Cuéllar asegura que sus principales contendientes, Alejandro Encinas y Jesús Ortega, representan a la oligarquía partidaria, “llena de privilegios, y que se expresa como una burocracia aplastante, muy voraz”.

Aquí el problema es que “a uno (Encinas) le encomendaron ser presidente del partido, y otro (Ortega) cree que ya le toca. Entonces, no traen un programa sincero de cambios”, señala en entrevista con La Jornada.

Insiste en que ninguno de sus dos contrincantes puede reformar al PRD, porque “sus expectativas electorales están dominadas por los grupos tradicionales de poder”, y el riesgo de un mayor grado de descomposición en el sol azteca puede llevar a una “debacle electoral” en las elecciones intermedias de 2009.

En la recta final de la contienda partidaria, el candidato del Movimiento por la Democracia cuestiona la indiferencia de muchos de dirigentes perredistas hacia la sociedad. “Es una especie de pandemia que vive el PRD”, y el “sometimiento político hacia gobiernos de PRI y PAN ya debe prender los focos rojos en el partido”.

Por eso “necesitamos convocar cuanto antes a una discusión sobre la línea política y la actuación del partido, mediante un congreso nacional constituyente, que a su vez refrende el triunfo de quien gane las elecciones”.

Ramírez Cuéllar se muestra convencido de éstos deben ser los últimos comicios organizados desde el PRD. “Los próximos tienen que estar en manos de un organismo de la sociedad, con plenas facultades legales y constitucionales para garantizar procesos equitativos, democráticos, transparentes e imparciales”, porque esta ocasión “enfrentamos un gran vacío de autoridad política y electoral.”

También cuestiona el carácter conservador de la clase política perredista y que se tenga la “concepción errónea” de que los cambios en el país solamente se van a dar cuando “nosotros ganemos la Presidencia”. Sobre todo cuando, abunda el ex legislador federal, la burocracia “ha sometido al PRD a un pasmo político”.

Señala que el partido del sol azteca sufre una “especie de pandemia política, que tiene mucho que ver con la pérdida de carácter opositor en muchos estados de la República, pues muchos dirigentes actúan con mucha indiferencia, con mucha insensibilidad, y ya no se conmueven ante el abuso de la autoridad”.

Aunado a ello –continúa– está “el fortalecimiento excesivo de una oligarquía partidaria llena de privilegios que se expresa como burocracia aplastante, muy voraz, que ha decidido prescindir de los militantes; que ha llegado a la conclusión de que son innecesarios y los sustituye con asalariados electorales, contratados por tiempo definido”.

–Si Jesús Ortega o Alejandro Encinas llegan a la presidencia nacional del sol azteca, ¿pueden hacer las transformaciones necesarias?

–Creo que Alejandro y Jesús representan a esta oligarquía partidaria. En lo personal pienso que son personas muy destacadas, pero me parece que se han convertido en rehenes y en la expresión indiscutible de esa oligarquía. Y el cambio no va a venir desde arriba en el PRD. Tiene que haber una rebelión social y de los militantes, que obligue a que por mandato de la Constitución y de la ley, el PRD y los partidos en general sean sometidos a grandes reformas.

Así que ninguno de los dos, agrega, “puede reformar al PRD, porque sus expectativas electorales están dominadas por los grupos tradicionales de poder. Ése es su grave problema”.

–Se ha convertido en el crítico de las conductas e irregularidades en esta elección…

–Sí, porque para mí, el peligro del PRD no es su división. El peligro es su deterioro mayor, su descomposición.

–¿Ya llegó al máximo?

–No, no ha llegado al máximo, pero tenemos que arribar a un acuerdo de que ya es inaceptable la forma en que actúan los agrupamientos internos… No es un problema de estatutos, sino de someter a los políticos y a los grupos a un sistema de responsabilidades y de sanciones. Para mí, por mucho que se molesten algunos, se tiene que abrir un debate sobre el dinero de las corrientes, porque yo sostengo que la mayor cantidad de su fuente de financiamiento es inmoral, y en el futuro debemos evitar que se convierta en ilegal o criminal.

–La discusión ahora es cómo conducirse frente a un “gobierno ilegítimo”, y da la impresión de que algunos se tambalean.

–No. Yo creo que la lucha del PRD con la ilegitimidad y la usurpación de (Felipe) Calderón tiene que ser contundente.

–¿Y así se está dando?

–El problema es que el conservadurismo, no tener un partido echado para delante, atrofia cualquier estrategia de lucha y cualquier decisión contundente de promover los cambios en el país.

Aunque descarta ser parte de un acuerdo para el nombramiento del próximo presidente nacional perredista, y de una fractura tras los comicios del próximo domingo, Ramírez Cuéllar apela a que en este proceso, más que crítica moral, se impongan sanciones, y el PRD “se conduzca con escrúpulos”. Por lo que llama a que el triunfador de la jornada del 16 de marzo convoque a un congreso nacional constituyente, inmediatamente después de las elecciones, para que sus integrantes refrenden su triunfo y se busquen las grandes reformas que requiere el partido.

–¿Está hablando de la refundación del PRD?

–Así es, el asunto es sacar de la crisis estructural a los partidos políticos. Junto con la policía somos los más desprestigiados, y al rato el grito de váyanse todos nos lo van a lanzar en las plazas, en las asociaciones, en las comunidades, en las aulas universitarias, y eso sería muy grave para la democracia y para la estabilidad del país.

 
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