Usted está aquí: domingo 16 de marzo de 2008 Economía Rescate de Bear Stearns muestra que aún falta lo peor de la crisis

■ Analistas hablan cada vez más de la gran depresión de 1929; insolvencia de grandes firmas

Rescate de Bear Stearns muestra que aún falta lo peor de la crisis

■ Los problemas financieros alcanzan a Carlyle; uno de sus fondos tiene pérdidas por 17 mil mdd

(Con información de Afp y Reuters).

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Ampliar la imagen Durante la recesión de la economía estadunidense en 1991, el índice Dow Jones de la Bolsa de Valores de Nueva York registró una fuerte caída y después de varios meses de volatilidad se recuperó, antes de que volviera a repuntar la actividad económica Durante la recesión de la economía estadunidense en 1991, el índice Dow Jones de la Bolsa de Valores de Nueva York registró una fuerte caída y después de varios meses de volatilidad se recuperó, antes de que volviera a repuntar la actividad económica

Washington, 15 de marzo. La cuasi quiebra del gigante bancario estadunidense Bear Stearns, que debió ser socorrido por la Reserva Federal, ha reavivado el temor de que lo peor de la crisis financiera estadunidense está por venir. Los analistas hacen referencias cada vez más a la gran depresión de 1929 cuando hablan del momento por el que atraviesan los mercados financieros de la principal economía del mundo, mientras grandes firmas siguen admitiendo que enfrentan problemas de insolvencia.

Además de lo ocurrido con Bear Stearns, el agravamiento de la crisis financiera estadunidense alcanzó en la semana que concluyó a uno de los inversionistas más importantes del mundo, el fondo Carlyle, cuyas múltiples conexiones políticas no impidieron la quiebra de uno de sus fondos, con la humillación adicional de un embargo de sus activos.

Uno de los 60 fondos administrados por el Carlyle Group, Carlyle Capital Corporation (CCC), creado en 2006 para especular con títulos vinculados a créditos hipotecarios estadounidenses anunció el jueves su probable quiebra, abrumado por deudas por 17 mil millones de dólares sin garantías suficientes.

La situación constituye una bofetada para Carlyle, un fondo de más de 20 años de existencia de enorme reputación, acentuada por su cercanía a políticos de primer plano, como la familia Bush y el estamento militar y petrolero de Estados Unidos –y un amplio abanico de intereses, entre otros países, en México, donde ha sido el patrón de prominentes funcionarios públicos.

En momentos de grandes problemas para los mercados crediticios en Estados Unidos, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, planea reunirse el lunes con los principales encargados de la política monetaria de su país. “Hay una convergencia de riesgos en el mercado inmobiliario residencial y de riesgos financieros que necesitan una acción desacostumbrada”, explicó el presidente Bush, para justificar el salvamento de Bear Stearns con dinero público, que fue anunciado el viernes pasado.

La Reserva Federal se comprometió a suministrar liquidez a Bear Stearns –como no lo hacía de manera directa con ningún banco en los pasados 40 años–, luego de que la firma financiera reconoció un deterioro en su capacidad para devolver el dinero a sus clientes, vulnerando la confianza en la solidez del sistema.

Bear Stearns es uno de los cinco bancos de inversiones de Wall Street y una caída de este grupo podría tener, por efecto dominó, consecuencias desastrosas para otros bancos. El caso “ha creado una onda de choque en todos los mercados del mundo”, comentó Sherry Cooper, economista en jefe de BMO Capital Markets. “No sólo por tratarse de un caso nuevo, cuando antes se decía ‘es demasiado grande para quebrar’, pero también porque tiene implicaciones fuertes en términos de consecuencias sobre el ya debilitado sector financiero, y aun más allá”, opinó.

David Rubenstein, uno de los tres fundadores del Carlyle, declaró al Washington Post que las actuales turbulencias de los mercados “son más profundas que todo lo que se ha visto después de la Depresión”.

“Ya es hora de dejar de fingir”, resumió Bob Eisenbeis, economista monetario en jefe de Cumberland’s Advisors y ex vicepresidente ejecutivo de la Fed de Atlanta. “Desde agosto, las afirmaciones sobre las turbulencias de los mercados hacían referencia a un problema temporal de liquidez (...) es hora de reconocer que la situación actual no es un problema de liquidez”, señaló. “Se trata más bien de una incertidumbre que se refiere a la calidad de los activos, es decir, un problema de solvencia”, concluyó.

“Evidentemente, la historia del Bear Stearns ha alimentado los temores de que podría no ser el único banco que sufre esos problemas”, indicó Gregory Drahuschak, analista de Janney Montgomery Scott.

 
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