Taos, Nuevo México

 

Los pueblos cuestionan

los megaproyectos  en la Amazonía

 

Rosa Rojas, La Paz, Bolivia. Con el compromiso concreto de promover una alianza internacional entre campesinos, indígenas, ecologistas, investigadores y trabajadores, y de luchar contra la destrucción de la Amazonía que con el pretexto del desarrollo impulsan grandes intereses empresariales apoyados por los gobiernos de Brasil y Perú —y organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional—, concluyó aquí el primer encuentro de “Construcción de la sustentabilidad desde la visión de los pueblos indígenas de Latinoamérica”. Participaron dirigentes indígenas e intelectuales de Ecuador, Guatemala, Perú, Brasil, Colombia, México, Portugal y Bolivia, bajo el auspicio del gobierno boliviano, la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude) y la Cooperación y Ayuda para el Desarrollo Endógeno (Copas-Latinoamérica).

El encuentro se desarrolló entre el 19 y el 21 de febrero y en él se adoptó el citado compromiso, a propuesta del dirigente del Sindicato de Siringueiros (trabajadores caucheros de la zona selvática) de Acre, Brasil, Osmarino Aman­cio, sucesor en la dirigencia sindical del primer mártir ecologista, Chico Méndes, asesinado por un ganadero en 1988 por su defensa de la Amazonía ante la devastación por el avance de la ganadería.

En el documento de la reunión se cuestionan los megaproyectos de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (iirsa), que con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Comunidad Andina de Fomento (CAF), involucran a 12 países de la región e incluyen la cuenca sur amazónica. Esos proyectos son impulsados por “los mismos grupos que han desencadenado una profunda devastación de la vida ambiental de la Amazonía los últimos 40 años: madereros, ganaderos, grandes empresas mineras y de construcción civil de carreteras en nuestra región”.

Se pide apoyo en la lucha “por la inmediata suspensión de las obras de las hidroeléctricas sobre la cuenca del río Madera” —de aguas transfronterizas que corren por el territorio brasileño y boliviano— de las represas Jirau y Santo Antonio, cuya construcción ocasionará “graves inundaciones de inmensas extensiones, de pueblos originarios y campesinos”, con el desplazamiento de 200 mil personas, para la generación de “energía barata [que] servirá a los mismos grandes grupos que tanto devastaron y tanta miseria dejaron”.

Se proclama la necesidad de abrir “un amplio proceso de diálogo con los pueblos de la Amazonía y los pueblos de buena fe” del mundo para que juntos encuentren “las prioridades y la alternativa para la vida de todos”, procurando “la suspensión de todas las concesiones en la Amazonía en su conjunto”.

Amancio denunció que el presidente brasileño, Luis Inazio Lula da Silva, no sólo ha puesto a subasta millones de hectáreas de la selva amazónica para que entren a devastarla grandes compañías madereras y ganaderos, sino que elaboró una Ley de Florestas Públicas con la que “va a privatizarlas todas” —hay 18 proyectos de construcción de carreteras, puertos y aeropuertos, más la construcción de las citadas hidroeléctricas.

“Lula está mercantilizando la Amazonía. Eramos aliados en la década de los 80 pero Lula traicionó al movimiento. No hizo la reforma agraria, pensábamos que iba a frenar los transgénicos y los oficializó, y ahora el proyecto de biocombustible, de siembra de soya transgénica para etanol. A eso es a lo que nosotros llamamos traición”, afirmó Amancio.

En el encuentro intervinieron intelectuales como Boaventura de Sousa, de Portugal; Carlos Porto, de Brasil; Fernando Huanacuni, Esteban Ticona, Raúl Prada y Luis Tapia, bolivianos; Felipe Gómez, líder espiritual maya de Guatemala; Stephan Rist y José Estermann, de Suiza, el mexicano Enrique Leff, entre otros.

En el acto inaugural participaron el presidente de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), Adolfo Chávez y el dirigente del Consejo Nacional de Ayllus y Marcas del Qullasuyu (Conamaq), Elías Quelca, y en la clausura, la ahora ex ministra de Desarrollo Rural, Susana Rivero y el canciller boliviano, David Choquehuanca.

El canciller, reconocido intelectual aymara, planteó que para los pueblos originarios lo más importante no es el dinero, la ganancia, sino la vida, “por eso no buscamos una vida armónica sólo entre las personas sino entre el ser humano y la naturaleza”, por eso es importante aprender a movernos de acuerdo a las leyes de la naturaleza, dijo.

Los aymaras, explicó, no buscan vivir mejor “sino vivir bien”. El modelo de desarrollo occidental impuesto ha logrado que algunas personas vivan mejor pero eso ha ocasionado varias crisis en el mundo: ambiental, alimenticia, energética, institucional.

Ahora la sociedad occidental empieza a destinar millones y millones de dólares para desarrollo sostenible y a hablar del desarrollo armónico. Eso hace que se vuelvan los ojos al conocimiento y los valores de los pueblos originarios.

El encuentro se organizó para discutir las categorías de desarrollo y desarrollo sostenible y el discurso de la sustentabilidad emergente desde las luchas de los pueblos indígenas y campesinos en América Latina, “que apuestan por la construcción de sociedades sustentables e igualitarias”.

El viceministro de Biodiversidad, Recursos Forestales y Medio Ambiente, Juan Pablo Ramos, organizador del evento por el gobierno boliviano, explicó  que de ese diálogo entre los saberes, surgiría una Declaración de Principios y Responsabilidades para en­marcar la construcción de sociedades sustentables e igualitarias.

Se busca, indicó, crear un centro, cuya sede estaría en Bolivia, no sólo para discutir este tema sino para generar una agenda de trabajo y buscar cómo ponerla en práctica.

Sin embargo, durante la ceremonia de clausura, Alberto Rodríguez informó a nombre de los dirigentes de la CIDOB, Conamaq, de los Trabajadores Campesinos y de los Colonizadores, que habían decidido retirarse “y no firmar ninguna declaración por considerar que en el encuentro no hubo suficiente participación de las organizaciones indígenas”, ni bolivianas ni internacionales, como la Coordinadora de la Cuenca Amazónica o el Consejo Andino de Organizaciones Indígenas.

Posteriormente, en entrevista, Rodríguez informó que se acordó con el viceministro Ramos que en agosto se realizará en Bolivia un nuevo encuentro con esta temática, “pero recalcando fuertemente que haya participación de las organizaciones de los pueblos indígenas latinoamericanos”.

 

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