Usted está aquí: jueves 20 de marzo de 2008 Opinión El desempleo y la recesión

Orlando Delgado Selley
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El desempleo y la recesión

La crisis financiera de Estados Unidos, que se ha generalizado, puede ser “la más dolorosa desde el final de la Segunda Guerra Mundial”, ha sentenciado Greenspan, advirtiendo que “dejará muchas víctimas”. Por lo pronto, estamos viendo la caída de grandes bancos de inversión. La situación de Bear Stearns, quinto banco de inversión en Wall Street, es reveladora: empezó con la compra de cartera hipotecaria de mala calidad, que convirtió en un producto estructurado sobre el que se emitió papel que se colocó en el mercado financiero global, lo que generó utilidades importantes.

Al poco tiempo resultó que esa mala cartera falló, lo que golpeó la generación de productos financieros estructurados complejos, y los títulos emitidos perdieron valor en el mercado. Las acciones de Bear Stearns se desplomaron, forzando la intervención de la Reserva Federal. La operación se hizo por conducto de JP Morgan, que decidió comprarla a 20 dólares la acción. Hace un año su valor fue de 170 dólares, de modo que se compra apenas a 12 por ciento de su valor anterior. Este caso no es aislado. Las grandes firmas de inversión han perdido cantidades importantes y el valor de sus acciones ha caído en menos de tres meses entre 50 y 25 por ciento.

Lo que ha pasado con Bear Stearns no es sino el principio. La recesión ya ha llegado y lo peor apenas está por verse. Naturalmente las repercusiones se generalizan a todos los sectores de la economía, golpeando a los diferentes agentes económicos. Los que resienten esta crisis más rápidamente son los asalariados y el indicador que lo muestra es la tasa de desempleo. Sin embargo, hasta ahora ese indicador no evidencia complicaciones en el mercado laboral. Ello lleva a preguntarse ¿cómo es que si la economía está tan mal, la tasa de desempleo es tan baja?

La economista Rebecca Blank, de Brookings Institution, ha mostrado características del mercado laboral que evidencian la gravedad de la situación, aunque la tasa de desempleo no lo muestre (Brookings Alert, march 10, 2008). El mercado laboral estadunidense actual puede caracterizarse con cuatro indicadores: el incremento de los salarios no sólo ha desaparecido, sino que desde octubre los salarios reales se han reducido; el desempleo ha crecido entre los grupos de alto riesgo laboral (jóvenes y quienes cuentan con menos que diploma de preparatoria); los indicadores del mercado de trabajo son imprecisos, ya que no recogen a quienes han decidido dejar de buscar empleo porque no lo hay, a los empleados a tiempo parcial involuntario y a los presos y soldados; la cuarta característica es que en algunas regiones de ese país la recesión llegó hace meses.

Si ese grupo de personas se sumaran, el desempleo llegaría a 9 por ciento. Sorprendentemente, aunque la tasa de desempleo general no ha crecido, si los trabajadores se separan en grupos de edad, en cada estrato ha aumentado la tasa de desempleo. La razón es que se ha modificado la estructura de edades de los ocupados, cargándose hacia los “viejos”: los mayores de 45 años eran 28 por ciento de la fuerza de trabajo en 1990 y ahora representan 41.2, en cambio los trabajadores de todas las otras edades, particularmente los jóvenes, han perdido participación.

El mercado está castigando a la juventud trabajadora, lo que se refleja en el notorio incremento de jóvenes que son encarcelados o que deciden enlistarse en el Ejército o en las Guardias Civiles. Un dato de interés es que entre los hispanos si bien el desempleo no ha crecido, están teniendo que emplearse con remuneraciones bajas, lo que explica que sigan llegando remesas, aunque sean menores. Esta discusión en Estados Unidos no es meramente académica, ya que conduce a decidir si se alargan los beneficios del seguro contra el desempleo a más de 26 semanas.

Los trabajadores tendrán que resistir las consecuencias de una crisis financiera que se agrava diariamente, mismas que los afectarán diferenciadamente. El Estado cuenta con un mecanismo protector que crecerá. La enseñanza para nosotros es nítida: el Estado no sólo no se retira, sino que incrementa su responsabilidad en tiempos de crisis.

 
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