Usted está aquí: martes 1 de abril de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ Falta tecnología, pero se dejó morir el brazo tecnológico de Pemex

Una de las carencias que justificaría (versión oficial) la apertura de la industria petrolera nacional al capital privado es la tecnológica. Ello obliga, dicen, a destinar crecientes recursos públicos para su contratación con terceros en el exterior. Es un tema que a lo largo de los últimos 25 años aparece registrado en prácticamente todos los discursos e intentonas privatizadoras del gobierno. Tal es el grado de dependencia, insisten, que Petróleos Mexicanos se ve en la penosa necesidad de firmar multimillonarios contratos con distintas trasnacionales para que “el país no se rezague” en esta materia. Y la muletilla se repite hasta el cansancio.

Entre lo más reciente (el pasado domingo), la secretaria de Energía, Georgina Kessel, aseguró que Petróleos Mexicanos “requiere el apoyo de empresas especializadas para la obtención de tecnología, conocimiento y experiencia necesaria para la exploración y explotación de hidrocarburos”, mientras en el “diagnóstico” que la funcionaria presentó junto con el director de la paraestatal, Jesús Reyes Heroles González Garza, se subraya que Pemex “necesita desarrollar las habilidades para administrar e incorporar tecnología de punta… propiciar y acelerar el uso de tecnologías eficientes y apropiadas… involucrar una mayor capacitación de sus técnicos, aplicar tecnologías de punta… una selección equivocada de la tecnología o un retraso en la decisión sobre ésta, reduciría seriamente el potencial para la generación de renta económica para el país”, y así por el estilo.

Pues bien, 43 años atrás, en 1965 y por iniciativa del entonces director general de Pemex, Jesús Reyes Heroles (el original) se creó el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), entre cuyos objetivos destacan “promover el campo de investigación y tecnología, así como formar recursos humanos especializados encargados de operar y conducir estas acciones”; apoyar a la paraestatal “en la solución de los problemas de la industria, por medio de la investigación y el desarrollo tecnológico”; por ser industria estratégica, “resulta fundamental impulsar el sistema científico y tecnológico para enfrentar los retos de este subsector”; poner en marcha “medidas para contar con personal investigador que contribuya a la solución de los problemas registrados por Pemex”, y hacer la planeación estratégica de largo plazo para impulsar el desarrollo del sector en materia de exploración, explotación de las reservas petroleras e ingeniería de proyectos. Pero llegaron los neoliberales, y la suerte del IMP cambió.

Como se ve, prácticamente lo mismo que 43 años después proponen los “diagnosticadores”, con la diferencia de que en 1965 se destinaron recursos públicos para financiar la creación y consolidación de una institución mexicana al servicio del país, mientras hoy las trasnacionales se llevan el dinero y el IMP está al borde de la muerte por inanición financiera. Es decir, los privatizadores firman multimillonarios contratos tecnológicos con las trasnacionales, pero al Instituto le reducen los dineros presupuestales.

Oficialmente, el IMP no se ha privatizado, ni se privatizará, pero lo han dejado morir por falta de recursos financieros. Un repaso por su circunstancia ayuda a comprender de qué se trata: de acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación, de 2001 a 2006 los organismos de Pemex contrataron servicios tecnológicos por un total de 13 mil 360 millones de pesos, de los que sólo 18.8 por ciento correspondieron al IMP; los recursos destinados por Pemex al Instituto decrecieron a una tasa anual de 25.3 por ciento en promedio anual, al pasar de 997 a 232 millones de pesos en el periodo.

De 1999 a 2005 el gasto promedio en investigación y desarrollo tecnológico (IDT) por parte del IMP fue de 43 millones de dólares; en igual lapso y por igual concepto, la trasnacional Exxon erogó 600 millones de dólares, 14 veces más que el Instituto Mexicano del Petróleo. Pemex ha firmado multimillonarios contratos con Exxon para el “abasto” de tecnología, al tiempo que ha reducido los recursos canalizados al IMP. Se estima que por la difusión del spot sobre el “tesoro escondido” Petróleos Mexicanos desembolsó 25 millones de dólares, más de la mitad del gasto promedio del IMP de 1999 a 2005.

El Instituto Mexicano del Petróleo, en lo que a gasto en investigación y desarrollo tecnológico se refiere, ocupa el último lugar. El gobierno calderonista ve con buenos ojos una “asociación” tecnológica con Petrobras, cuyo gasto promedio en IDT de 1999 a 2005 fue cercano a 180 millones de dólares (cuatro veces más que el IMP). Otras trasnacionales atractivas para los privatizadores son Shell, que en este renglón invirtió 500 millones de dólares; Chevron-Texaco, con poco menos de 200 millones y la noruega Statoil, con más de 100 millones. A prácticamente todas ellas Pemex les ha firmado multimillonarios contratos tecnológicos y espera una “asociación”, pero para el IMP no hay dinero.

En 2006, la inversión del IMP en formación de personal especializado sumó 2 millones de dólares, a la par que el Instituto reportó un subejercicio presupuestal de casi 50 millones de dólares. No hay para capacitación ni desarrollo tecnológico, pero seis de cada 10 pesos se destinan al pago de nómina. Ese mismo año el índice de inversión en IDT fue de sólo 7.6 por ciento, inferior en 12.4 puntos porcentuales respecto a lo programado. El propio Instituto reconoció que “la inversión en investigación no se alcanzó debido a que no recibió los recursos asignados por el derecho de extracción establecido en la Ley de Ingresos por 248.9 millones de pesos”. Los programas de investigación en los que se registraron los menores índices de proyectos concluidos correspondieron a recuperación de hidrocarburos, con 16.7 por ciento, y exploración petrolera, con 7.1, es decir, las áreas estratégicas y prioritarias para la industria petrolera nacional.

En efecto, el problema es la tecnología.

Las rebanadas del pastel:

Solícito, el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, le envió un mensaje al defenestrado Pentapichichi: “espérame allá, Hugo, ya voy

 
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