Usted está aquí: jueves 3 de abril de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ La política oficial de fingir demencia

■ Empresarios no confiaban en Fox

Tras aventar la papa caliente a los legisladores blanquiazules e intentar lavarse las manos en lo que a iniciativa de “reforma” energética se refiere, el inquilino de Los Pinos parece sentirse más ligero, porque ahora sí habla del petrolero, un tema por él permanentemente evadido cuando se suponía que tal iniciativa, de forma irremediable, saldría de la residencia oficial.

El michoacano cree que al fingir demencia sobre la paternidad de la “reforma” energética, como insistentemente lo hizo con el impuesto “especial” a las gasolinas, ya la libró, que nadie se da cuenta y que el costo político lo pagarán todos menos él. A tal grado se siente liberado que ayer, ante los 37 dueños de México, los barones del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, se aventó la siguiente puntada, con la modestia que lo caracteriza: “frente a la tentación de eludir los problemas para evitar los costos políticos, mi gobierno ha optado claramente por enfrentar los problemas del país y resolverlos”.

De entrada, los problemas nacionales siguen allí y no sólo permanecen irresueltos, sino que han ido en aumento (las “golizas” son de micrófono), pero entratándose de costos políticos obvio es que los pretende evadir al aventar la citada papa caliente su intención. Y la retorcida ruta que ha seguido la pretendida iniciativa de “reforma” energética promovida desde Los Pinos da cuenta de ello, en un espectáculo verdaderamente deplorable.

Si el michoacano cree que la privatización del sector energético es el único camino posible y que la cesión de los recursos naturales es lo indicado, tendría que defenderlo y argumentarlo abierta y suficientemente, informar a plenitud de su alcance, abrir el debate y dar tiempo para la reflexión. Esa sería la ruta correcta, civilizada, democrática para una decisión que involucra a todos los mexicanos, no a los gerentes de la República.

Obvio que no ha sido así, porque no tiene cómo defender y sacar adelante una “reforma” en juego abierto y parejo, de tal suerte que para que la puntada de ayer ante los barones del CMHN dejara de serlo y fuera atendida con seriedad, el inquilino de Los Pinos tendría que dejar a un lado las piruetas y hablar como lo hizo en aquella única comparecencia ante los senadores como secretario de Energía, en noviembre de 2003, cuando fue por demás claro en sus pretensiones privatizadoras, que si bien son vigentes, ahora le implican un fuerte costo político para su no muy sólido gobierno.

Calderón, como inquilino de Los Pinos, sólo tendría que recurrir a la versión estenográfica de su comparecencia en aquel noviembre de 2003, para repetir hoy lo que dijo como secretario de Energía, y si no la encuentra, aquí le damos una ayudadita:

“Complementar la inversión pública con inversión privada, bajo diversas formas de participación, para lo cual es indispensable dar plena certeza jurídica a la inversión (privada). Es precisamente esta última la razón de nuestra insistencia en que la reforma al sector abarque también una reforma a la Carta Magna. La adecuación al texto de los artículos 27 y 28 constitucionales es la única manera de otorgar plena certidumbre jurídica y con ello dar viabilidad… a nadie le conviene una legislación que suponga riesgos. Debemos reformar para dotar de seguridad a la inversión existente, alentar la futura. Ninguna legislación secundaria podrá dar los espacios de garantía y claridad que una modificación al texto constitucional puede establecer en materia de certidumbre, confianza y seguridad a todos los actores… es indispensable una reforma que despeje cualquier duda sobre la legalidad y legitimidad de las inversiones privadas en el sector.

“Lograr que la inversión pública y privada compartan la responsabilidad de invertir nos permitirá, como gobierno federal, destinar recursos a otras áreas… El Estado tiene recursos limitados y su labor primordial debe ser atender necesidades de los ciudadanos (…) y pueda además contar con inversiones complementarias de los particulares para la infraestructura… Estamos convencidos que ha llegado el momento de concluir este largo debate respecto de qué hacer… Hemos podido avanzar en el reconocimiento de coincidencias, y considero que es posible hacer un esfuerzo final. Hemos encontrado en grupos parlamentarios la voluntad necesaria y la disposición al diálogo para poder concretar la reforma, queremos y creemos que es nuestra única oportunidad, dados los procesos electorales que vienen en el próximo año, concluir la reforma en este periodo ordinario de sesiones”.

Casi cinco años después, nadie sabe a qué coincidencias y a cuál periodo de sesiones se refería, pero en aquel feliz 2003 tal posicionamiento no le provocaba mayor costo político a Calderón; por el contrario, le abría oportunidades de financiamiento –también privado– para la precampaña por la candidatura panista y, amarrada ésta, para el periodo electoral por la silla grande, como el generosamente otorgado por sus interlocutores de ayer en Los Pinos, que de esto saben un rato. A estas alturas y cuando más claro tiene que hablar, cree que no debe arriesgar, pero lo más dramático es que asegura que no se la van a cobrar.

Las rebanadas del pastel

Para 2008, los barones del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios anuncian inversiones por 23 mil millones de dólares, según el mole de todas las fiestas (oficiales) Claudio X. González, hoy en funciones de presidente del club de ricos entre los ricos. Famoso por sus declaraciones a modo (ayer en Los Pinos, por ejemplo), este personaje aseguró que tal monto no se invirtió durante el gobierno foxista “por falta de confianza durante el sexenio pasado”. Es el mismo que durante el “cambio” no perdió oportunidad para presumir su cercanía con Martita y que incansablemente repitió su “marcado optimismo por el avance de la economía en México, que está en orden y mejor que nunca”. Con este tipo de empresarios México no va llegar muy lejos.

 
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