Usted está aquí: lunes 7 de abril de 2008 Opinión Centenaria

Centenaria

7 de abril de 1908

El País*

EN BENEFICIO DE LOS OBREROS

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Habitaciones económicas

En todas las naciones civilizadas, desde algunos años a esta parte se ha tomado, tanto por los gobiernos como por asociaciones amigas de los obreros, gran interés en la construcción de “habitaciones económicas” para la clase que vive de su trabajo y que no dispone de más recursos que el proporcionado con su labor diaria.

La capital de nuestra República tiene magníficas viviendas para familias acaudaladas, pero carece en absoluto de casas para la clase media y para el trabajador y obrero, casas que llenen las condiciones indispensables de amplitud e higiene.

Es desconsolador pasar revista a ciertas barriadas, en donde la mayoría de los obreros y clase inferior por su pobreza, tiene sus viviendas; ni existe en ellas suficiente espacio para que las habitaciones puedan servir de albergue a las personas ni en ellas puede respirarse sino aire viciado, ni hay luz suficiente, ni el servicio del alcantarillado responde a las necesidades de la higiene, ni siquiera el agua potable, tan necesaria para la limpieza y aseo, existe allí en cantidad suficiente.

No es extraño que la mortalidad supere en proporción en esta capital y de las grandes ciudades europeas. Sin higiene no hay salud, en cambio las enfermedades se aumentan, se aclimatan y el resultado es la muerte para muchos y para otros la decadencia de sus energías físicas y el empobrecimiento de la raza del porvenir.

No todo debe esperarse de la iniciativa del gobierno, tiene muchos asuntos apremiantes que le absorben y gastan sus energías; pero con gusto apoyaría y protegería a los que tomasen a su cargo la resolución del problema de vital interés para esta capital. ¿Por qué no se forman sociedades con este fin, como ha ya algún tiempo que existen en Alemania, en Bélgica y aún en España?

“Preparación de bases para un proyecto de ley de casa para obreros y para la clase media” sobre esta proposición deben emplear algún tiempo todos los que, amantes del bienestar humano, disponen de dinero y de talento.

Méjico, con esta reforma social será o llegará a ser ciudad de primer orden, haciendo a un mismo tiempo desaparecer esas viviendas, focos de enfermedades, de corrupción y espectáculo repugnante para todo viajero que, en sus ratos de expansión y curiosidad, visita la capital de nuestra progresiva nación.

CAL

*Se publicó de 1899-1914.

 
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