Usted está aquí: lunes 7 de abril de 2008 Política El peor inicio del Plan Nacional Hidráulico

Iván Restrepo

El peor inicio del Plan Nacional Hidráulico

La presentación del Plan Nacional Hidráulico del sexenio tuvo el peor inicio. El sitio escogido para hacerlo: la orilla de la presa Endhó, en el estado de Hidalgo. A la ceremonia acudieron funcionarios locales y federales, encabezados por el licenciado Calderón. Los organizadores se cuidaron de no invitar a grupos defensores del medio ambiente y del agua. Ni siquiera a los patrocinados por el sector privado. Luego de anunciar apoyos multimillonarios para el plan y para un fondo que tratará aguas residuales, los lugareños se hicieron de la ceremonia. Remontando el cerco militar utilizado en los actos públicos del licenciado, le exigieron limpiar el citado embalse, muy contaminado por las aguas negras de hogares y las residuales de miles de industrias asentadas en la cuenca de México. Ese líquido alimenta al distrito de riego de aguas negras más grande del mundo, con alrededor de 100 mil hectáreas. Uno de los que protestaban se dirigió al licenciado Calderón llamándolo “presidente Zedillo”. Y si bien confundió el apellido, no lo hizo con el problema, pues al explicar su equívoco dijo que fue porque el graduado en Yale les prometió plantas de tratamiento para así acabar con diversos problemas, destacadamente los relacionados con la salud pública. No les cumplió.

Estudios realizados por expertos de diversos centros de investigación señalan desde hace lustros que las aguas de esa presa son una amenaza a la salud, al igual que todas las que salen de la cuenca rumbo al Golfo de México. Que recordemos están los del doctor Enrique Cifuentes, del Instituto Nacional de Salud Pública. El licenciado Calderón aseguró que, ahora sí, la Endhó será de aguas limpias. Tampoco le creyeron los lugareños, quienes le gritaron: “¡Mentira! ¡Puras promesas!”

A 16 meses de iniciado el sexenio, se anuncia el Plan Hidráulico Nacional sin siquiera hacer leve mención a los formulados en los sexenios de Salinas, Zedillo y Fox, cuyos objetivos y metas no se cumplieron. Como ayer, el licenciado Calderón proclamó luego, en la ciudad de Oaxaca, que el agua es asunto de seguridad nacional, más importante que el oro y el petróleo. Lo dijo al inaugurar una planta de tratamiento de las aguas negras generadas por esa ciudad y su área conurbada. La planta es insuficiente y apenas resuelve en parte la contaminación que generan los asentamientos humanos y las industrias que arrojan sin control sus desechos al río Atoyac y sus afluentes. Mientras, sigue la deforestación de las áreas que rodean los valles centrales de la capital oaxaqueña. Se trata de las fábricas de agua más importantes de la región y que proporcionan el líquido que demanda un millón de personas.

Mientras se anuncian recursos multimillonarios para atacar los problemas de contaminación, dispendio y abasto de agua, se oculta el deterioro en que se encuentran, por ejemplo, las presas del país. Por azolve han perdido más de la mitad de su capacidad de embalse, lo que disminuye la posibilidad de irrigar miles de hectáreas y generar electricidad. Se azolvan las presas por la deforestación de las riberas y las partes altas de las cuencas hidrográficas, que también pierden capacidad de conducción propiciando así las inundaciones periódicas de las poblaciones y áreas de cultivo cercanas a sus cauces. Aunque resulta mucho menos costoso reforestar las cuencas y apoyar a los campesinos para que cuiden el bosque, la burocracia prefiere socorrer a las víctimas de las inundaciones y reparar a un alto costo la infraestructura destruida cada año por las lluvias. Repartir dinero a damnificados deja votos. Igualmente aplaza la revisión de tarifas para que el que más gaste o desperdicie agua pague muchísimo más que quien apenas recibe la indispensable para su vida diaria. En tanto, avanza la privatización del líquido a través de las trasnacionales refresqueras.

Y aunque hay multimillonarias divisas por la venta de petróleo, no se capitaliza a Pemex ni se construyen las refinerías necesarias para no importar gasolina. El proyecto panista va en sentido contrario al interés nacional, como prueba la concesión a Repsol para traer gas de Bolivia. Regresaron los conservadores al poder.

 
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