8 de abril de 2008     Número 7

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


Los primeros 500 días

El campo ganador con Calderón

Tortilla, transgénicos, presupuesto, TLCAN y concertación social
exhiben la torpeza gubernamental

Víctor M. Quintana S.

Obras son amores y no planes nacionales de desarrollo o programas sectoriales. Si queremos evaluar la política del gobierno de Felipe Calderón hacia el campo con base en los discursos, como el Plan Nacional de Desarrollo 2007-12, nos perderíamos en la palabrería.


FOTO: Presidencia de la República

Porque el calderonismo en el campo sólo se puede apreciar en las decisiones tomadas en coyunturas o ante problemas estructurales.

1. La crisis de la tortilla. Es el primer desafío de Calderón en materia agroalimentaria: al incrementarse el precio del maíz, no sólo por la producción internacional de etanol o el mayor consumo de algunos países, sino, y sobre todo, por las exportaciones sin control de maíz blanco por parte de Cargill y Maseca, el nuevo gobierno sale chamaqueado por estos oligopolios: mediante un pacto con ellos y algunos productores, de hecho se le aumenta el precio a los consumidores. Decide acudir a las importaciones del grano, y no a un sólido programa de estímulo a la producción nacional, comercialización, abasto y fortalecimiento de la cadena maíz-tortilla. Ninguna protección para los consumidores, ni para los industriales de la tortilla, desorden en los apoyos a los productores maiceros.

2. El cultivo de transgénicos. El gobierno federal no sólo actuó tardíamente ante la siembra de maíz transgénico en Chihuahua, no sólo dejó que el secretario de Agricultura hiciera apología de las semillas genéticamente modificadas, sino que acaba de elaborar un reglamento de bioseguridad al gusto de las trasnacionales. Según Greenpeace y varios especialistas, el Reglamento de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados se centra en dar respuesta a las corporaciones para sus trámites de siembra de transgénicos, y abdica de su obligación –a favor de la industria biotecnológica– de efectuar el monitoreo y control de los posibles riesgos a la salud humana, al medio ambiente y a la diversidad biológica. Al mismo tiempo, abre la posibilidad de otorgar autorizaciones discrecionales a la siembra de maíz transgénico sin contar con el marco de seguridad completo.

3. Políticas para granos básicos y una reserva estratégica: un año completo de incertidumbre; dos programas de compras anticipadas de maíz y trigo fracasan. El gobierno se ve impotente ante los monopolios, los cuales rechazan 2 mil 500 millones de pesos de subsidios al maíz para así mantener a la baja los precios al productor. No hay claridad en el programa ingreso objetivo, ni se ve intención de establecer una reserva de granos pública, estratégica, controlada por el gobierno o las organizaciones de productores.

El pan, enemigo histórico del reformismo agrario

Acción Nacional nace como una suerte de Sinarquismo por otros medios, pues toma de los herederos civiles de la Cristiada la doctrina, aunque no su abstinencia electoral. Por acuerdo fundacional, en 1939 apoya la candidatura a la Presidencia del anticardenista Andrew Almazán, quien ofrece entre otras cosas privatizar las parcelas ejidales. Cuatro años vdespués, uno de sus fundadores sostiene que la reforma agraria es “tonta hipertrofia de clase que nos ha llenado de hambre y de ruina” (Efraín González Luna, El Universal , 9 mayo 1943), y en 1944 la revista del partido afirma que “todo el país quisiera saber hasta cuándo va ha terminar el reparto de ejidos a fin de que la propiedad agrícola disfrute de (...) garantías” ( La Nación , n. 133, 20 abril 1944). Por 60 años el PAN fue también plausible referente antiautoritario, pero esto terminó en 2000. En el poder, los blanquiazules abandonaron veleidades libertarias para ratificarse como lo que han sido siempre: una derecha ultramontana que abomina del reformismo social.

4. “El presupuesto al campo más alto de la historia”. La rimbombancia con que el Ejecutivo federal menciona esto al menor pretexto, es una cortina de humo. El proyecto original del Programa Especial Concurrente (PEC) presentado por Calderón era de 183 mil 564 millones de pesos, apenas para compensar el deterioro inflacionario con relación a los 176 mil millones de 2007. Fue sólo gracias a la presión de las organizaciones campesinas y los legisladores que las apoyaron que se dio el incremento hasta 204 mil millones. Sin embargo, tanto Hacienda como Agricultura se cobran luego la afrenta: recortan 47 de 100 programas y a los más importantes de ellos los reducen a “componentes”; redactan e imponen reglas de operación que le confieren discrecionalidad al Ejecutivo Federal. El Ejecutivo actúa sin sujeción a leyes, sin contrapesos y sin rendición de cuentas. No hay poder constitucional que haga que el Ejecutivo cumpla tal o cual mandato. Los presupuestos rurales crecen y sin embargo la producción, el empleo, el ingreso campesino y el bienestar de las comunidades rurales se deterioran cada vez más. Las organizaciones rurales se preguntan: ¿Para qué más recursos a la Secretaría de Agricultura, que los canaliza en más de 70 por ciento a los agricultores ricos, a los agroempresarios, a las localidades, los municipios y estados más desarrollados, a compadres y correligionarios?, ¿para qué más recursos fiscales que alimentan una burocracia ignorante, inepta, indolente, desvinculada de los grandes problemas del campo y subordinada a las corporaciones agroalimentarias globales y a las élites y caciques rurales?” Hay además un olvido de las localidades de alta y muy alta marginalidad, así como de los proyectos de las comunidades indígenas y del desarrollo forestal.

5. La entrada en vigor de la última etapa del Tratado de Libre Comercio e América del Norte (TLCAN) en agricultura: Aunque Calderón reconoce que en los 13 años anteriores nada se ha hecho para proteger nuestra agricultura de la liberación comercial total en 2008, los “blindajes” para “suavizar” la apertura –como son los apoyos a la competitividad en maíz, fríjol, leche y azúcar de caña– no difieren nada de los que venían aplicándose ni fortalecen la capacidad de competir con los dumpeados productos estadounidenses. Ningún funcionario federal muestra disposición a escuchar los argumentos a favor, ya no de una renegociación del capítulo agropecuario del TLCAN, sino de un mecanismo provisional de control de importaciones y exportaciones de maíz blanco y frijol. El Ejecutivo está muy subordinado a los dictados de las trasnacionales beneficiadas con el TLCAN. Más aún: la cerrazón calderonista a renegociar el tratado pasa a la ofensiva, al saturar los tiempos televisivos del gobierno con desinformación sobre los efectos del TLCAN en el agro y rechazar el debate público al respecto.


FOTO: GEA A.C.

6. La relación con las organizaciones campesinas. Ni en los peores tiempos del usabiagato se deterioró tanto la relación de las organizaciones rurales con el secretario de Agricultura, como ahora con Alberto Cárdenas Jiménez, cuya política de puertas abiertas” no es más que la consagración del doble lenguaje; del empleo partidista y electorero de los recursos públicos; de la arrogancia y displicencia hacia las propuestas campesinas; del afán por ocultar información y escamotear presupuestos no sólo a productores, sino también a los gobiernos de los estados; de la obsecuencia ante los oligopolios del agronegocio y los señores de Washington. Pero esto va más allá de Cárdenas. El calderonismo tiene dos manos derechas: una para sus diálogos espurios y otra para reprimir a los campesinos que considera levantiscos, como los de San Luis Potosí, o los de Michoacán, o los que son apresados en Chihuahua por “robar energía eléctrica”.

7. ¿Y el proyecto para o del campo mexicano? Ante la promulgación de una nueva y quinquenal Farm Bill en Estados Unidos, ante el encarecimiento mundial de los alimentos básicos, ante el cambio climático, el gobierno ni siquiera balbucea un proyecto de largo aliento para el campo, ni siquiera un presupuesto multianual, ni siquiera la puesta en marcha de la Ley de Planeación para la Soberanía Alimentaria y Nutricional. Repite las frases de siempre, comete los mismos errores: miopía o carencia de diagnóstico de la situación del campo, desarticulación de programas y fallas en su focalización, ineficiencia en la asignación del gasto público, ausencia de metas a mediano y largo plazo. Displicencia ante la investigación realizada por científicos y técnicos nacionales, improvisación, inconsistencia.

¿Un estilo personal de gobernar?

A fines de 2006, Flavio Sosa, Horacio Sosa, Ignacio García y Marcelino Coache, en representación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), habían concertado una cita con el secretario de Gobernación, preparatoria de un ulterior encuentro con el presidente de la República. Un día antes de la entrevista y al término de una conferencia de prensa en la ciudad de México, los cuatro fueron detenidos por la policía federal. La alevosa aprehensión ocurrió el 14 de diciembre de 2006, en el día número 14 del gobierno de Calderón. Han transcurrido 16 meses y Flavio Sosa sigue tras las rejas.

8. Resultados: los ganones del campo ganador. Como todos sus antecesores desde la instauración del Programa de Ajuste Estructural en 1982, con el gobierno de Felipe Calderón el Estado mexicano renuncia a conducir el rumbo de la política agrícola del país, a construir sin dubitaciones la soberanía alimentaria de la nación. Tanto en la política de comercio exterior, como en la de apoyos a la producción y a la comercialización interna, en el financiamiento, en las opciones tecnológicas y hasta en los aspectos cruciales del medio ambiente y la bioseguridad, los recurrentes ganones del proyecto neoliberal hacia el campo son las trasnacionales del agronegocio; las biotecnológicas; los oligopolios nacionales como Maseca, Lala, Viz, Bimbo, etcétera; los poderosos agricultores de los estados exportadores de frutas y hortalizas; las empresas de alimentos y bebidas trasnacionalizadas. De los siete millones de unidades productivas del agro mexicano ni el 5 por ciento son ganonas; para las otras 6 millones 900 y tantas mil, la única posibilidad de vida digna es el albur de la emigración y luego de las remesas, por más que algún día se les ocurriera tener el sueño de emular a la golfista de la propaganda oficial.

La política calderonista no ha modificado la inercia excluyente y concentradora del modelo agrícola. Ni sus antecesores priístas lograron para el campo la “democracia y justicia social” que pregonaron, y la “patria” que su predecesor Fox y Calderón proclaman nunca ha estado más lejos de ser justa para los campesinos y es generosa sólo para quienes, desde el gran poder económico, vienen a reducir nada más que a una mercancía las comunidades campesinas, la naturaleza, el trabajo y el alimento de los seres humanos.

Malos augurios para la agricultura mexicana
en el resto del sexenio

Rita Schwentesius Rindermann*
Manuel Ángel Gómez Cruz**
Con la colaboracion de Ina Salas Casasola***

El sexenio del segundo gobierno del cambio en México inició sin modificar los principales instrumentos de política agroalimentaria y esa continuidad queda en manos de una mayoría de funcionarios de la pasada administración.

Es más, el diseño de la política agrícola se remonta a los primeros años de los 90 y tiene fuertes raíces en los 80. Teóricamente, ese no-cambio debería estar motivado por buenos resultados para el país en general, y particularmente para la población del campo. Pero los hechos muestran lo contrario.

Una evaluación de las políticas agrícolas puede arrojar resultados muy diferentes, dependiendo de:

  • La concepción de los diferentes actores sobre el papel de la agricultura en la sociedad (modelo de desarrollo) con criterios de eficiencia nacional (la multifuncionalidad y efecto multiplicador del campo; su papel en el cambio climático, por ejemplo) o con los principios básicos de la economía de mercado (neo)liberal.
  • Los intereses específicos de los diferentes actores agropolíticos (Secretarías de Agricultura, Economía y Hacienda, y organizaciones de productores, entre otros).
  • La experiencia histórica concreta de los involucrados.

No es de extrañar entonces que existan evaluaciones y opiniones muy diferentes, y a veces muy controvertidas, sobre las políticas agrícolas. Y hay una enorme brecha entre la retórica de los representantes del gobierno y sus intenciones reales, cosa que no es privativa de México.

Pero una evaluación basada en los objetivos oficialmente formulados en los planes nacionales de desarrollo y planes sectoriales lleva a una conclusión que coincide con lo declarado por el Banco Mundial en un informe de 2002: “Se puede decir que este sector (rural) ha sido objeto de las reformas estructurales más drásticas (la liberalización comercial impulsada por el GATT y el TLCAN, la eliminación de controles de precios, la reforma estructural sobre la tenencia de la tierra), pero los resultados han sido decepcionantes (subrayado por los autores): estancamiento del crecimiento, falta de competitividad externa, aumento de la pobreza en el medio rural (...) Esto plantea un importante problema de política, debido a que a partir de 2008, el TLCAN pondrá al sector en competencia abierta con Canadá y Estados Unidos.”

Algunos datos confirman esta conclusión:

Empleo rural: Según la Secretaría de Trabajo, se redujo el número de los empleos en el campo de casi 10 millones en el 1991 a sólo 5 millones en el 2006. El número de beneficiarios del Procampo, que se refiere a productores de granos, bajó de 3.3 millones en 1994 a 2.3 millones en 2006 (Informes de Gobierno, 2006 y 2007). Estos datos extrañan todavía más, si se toma en cuenta la apertura del padrón a raíz del Movimiento El Campo no Aguanta Más en 2003. Finalmente, se estima que aproximadamente 600 mil mexicanos, principalmente de las zonas rurales, emigran a la zona fronteriza y/o Estados Unidos. Dado que no hay cambios en la política agrícola, difícilmente esta tendencia se va a revertir.

PIB sectorial: En valor per cápita, el Producto Interno Bruto (PIB) agropecuario y forestal en 2003-2005 resultó 11.1 por ciento menor al observado en el trienio previo al experimento neoliberal (1980-82). En kilogramos per cápita, la producción de los ocho principales granos en 2003-05 resultó 10.9 por ciento inferior que la obtenida en 1980-82; la producción per cápita de carnes rojas se redujo 29 por ciento en esta comparación. Y la superficie sembrada se redujo en 2.5 millones hectáreas.

Comercio agroalimentario: Como contraparte, las importaciones de alimentos se dispararon de 2 mil 755.7 millones de dólares anuales en 1980- 82 a 13 mil 553.8 millones de dólares por año en 2003-05, y en 2006 rebasaron 16 mil millones de dólares.

Importancia de la Agricultura : La política agrícola tiene expresiones y resultados diferenciados por estados y tipos de productores. Con excepción de Sinaloa y Jalisco, en la mayoría de los estados mexicanos la agricultura pierde importancia en la generación de riqueza y de empleo.

También en el ámbito del Legislativo gana terreno la convicción de que el presupuesto asignado a la producción agropecuaria y al desarrollo rural en México son sumamente altos en comparación con otros países en desarrollo. De hecho, los subsidios de México son los más elevados después de la Unión Europea , Estados Unidos y Japón en el ámbito mundial, pero no alcanzan resultados que fueran comparables con los demás países de América Latina, con la excepción de Haití, y ni se diga de los países asiáticos. Peor aún, la asignación de los recursos es sumamente injusta, discrecional e inoportuna.

Prospectivas para 2012. Frente a estos resultados, el Ejecutivo corresponde con maquillajes y cambios menores en la política agrícola. De hecho, la parte sobre el “sector rural” en el Plan Nacional de Desarrollo se limita a 11 objetivos, donde los productores son sujetos difusos (no se hace una tipología), las diferencias de las regiones se borran, las responsabilidades se esfuman y no hay resultados concretos a alcanzar.

Al mismo tiempo sacuden movimientos tectónicos de gran fuerza el mundo y está cambiando el mundo agrícola para siempre. Entre los principales fenómenos destacan:

  • El mayor uso de granos para bioenergías.
  • Países emergentes, como China y la India con grandes demandas de materias primas y energías.
  • Mayor inseguridad en la oferta de alimentos por riesgos globales crecientes de difusión de plagas y enfermedades (“vacas locas” y gripe aviar en la ganadería, por ejemplo).
  • Mayor inestabilidad en la producción por los efectos del cambio climático.
  • Efectos incalculables de la crisis económica en Estados Unidos.

Para los agricultores mexicanos, las perspectivas son:

1.- Aumento diferenciado de los precios: Los precios mundiales de los principales productos agrícolas crecen en el mediano y largo plazos por la demanda para bioenergéticos y de los países asiáticos. Pero este aumento no se traduce en la mismo proporción a la ganadería, sector para el cual los granos representan un importante insumo y por ello un costo fundamental de producción.

2.- Ganadería: Del punto 1 se deriva una ligera mejora de la situación de los productores de granos. Mientras que los ganaderos, en los particular los grandes complejos industriales (Bachoco, Tyson, Pilgrim's Pride en la avicultura; Grupo Carrols en la porcicultura), se beneficiaron durante los últimos sexenios de la apertura comercial y de los bajos precios de los granos, durante los próximos años estarán bajo mayores presiones. Es de esperarse que sobre todo los productores medianos no resistan la situación.

3.- Insumos: A los productores de granos se les dificultará recuperarse de la descapitalización que sufrieron durante los años pasados porque enfrentan el enorme crecimiento de precios de los insumos, en particular de los fertilizantes. Aunado a ello, aumenta la escasez de estos insumos; los productores tienen que gastar más en traslados y tiempos para adquirirlos y, consecuentemente, pierden por aplicaciones no adecuadas o fuera de tiempo.

4.- Comercio: A pesar de los precios altos de los productos agrícolas, México tiene que seguir importando. Es previsible que se profundice el notorio déficit en la balanza comercial agroalimentaria.

5.- Seguridad alimentaria : Mientras que para el gobierno mexicano el tema de la seguridad alimentaria no fue tema, porque los alimentos estaban disponibles en abundancia y a precios muy bajos, la situación se está turnando crítica para el presente sexenio. Cada día nos alcanzan noticias de una nueva baja en la disponibilidad de alimentos, y si no son disponibles, son caros.

Ante esta perspectiva el tema de la soberanía y seguridad alimentaria se turnan claves.

* Catedrática de la UACh, [email protected]
** Coordinador del Cuerpo de Investigación en Orgánicos, [email protected]
*** Doctorada del CIESTAAM, Universidad Autónoma Chapingo.