Usted está aquí: miércoles 9 de abril de 2008 Cultura Xavier Rubert llama a exigir mayor dosis de moralidad en la clase política

■ El filósofo catalán presenta aquí la edición en español de su libro El cortesano y su fantasma

Xavier Rubert llama a exigir mayor dosis de moralidad en la clase política

■ No hay sistemas de control y el desprestigio de los políticos es muy grande, dice a La Jornada

■ En los ámbitos del poder existe antipatía hacia el discurso cultural, indica el ex parlamentario

Mónica Mateos-Vega

Ampliar la imagen El pensador y académico Xavier Rubert de Ventós, ayer, durante la entrevista con La Jornada El pensador y académico Xavier Rubert de Ventós, ayer, durante la entrevista con La Jornada Foto: Cristina Rodríguez

Los políticos no son, moralmente, ni mejores ni peores que los choferes, los comerciantes o los abogados; lo que ocurre es que pasan por sus manos decisiones que suponen fuertes ventajas económicas, “y la tentación es muy grande”, asegura el filósofo catalán Xavier Rubert de Ventós (Barcelona, 1939).

El ex parlamentario europeo se encuentra en México para presentar la edición en español de su novela El cortesano y su fantasma (Sexto Piso), una suerte de crónica ficticia acerca de su experiencia como diputado en los años 80.

En entrevista con La Jornada, Xavier Rubert considera que habría que exigir a la clase política un nivel de moralidad mayor, “pues no lo tienen, no hay muchos sistemas de control, el desprestigio es muy grande”.

No obstante, añade, si por un lado la política es sucia y banal, por el otro, “ejerce una gran seducción, por el hecho de que los políticos no son personas que dicen cosas, sino que hacen.

“Los intelectuales a veces somos bastante timoratos, nos quedamos en la academia con esta nostalgia de la gente que hace, que precipita lo que dice. Hay personas a las que les gusta el poder por el prestigio que da, y hay quienes gustan del prestigio por el poder que otorga, son cosas distintas, pero no hay que perder de vista que el prestigio permite a algunos incidir en la realidad, la cuestión son los matices.

“Yo tenía una vocación más académica y de escritor, pero todos mis amigos entraron a la política y me dijeron que lo hiciera, entonces, por sentirme hombrecito, por seguir esta especie de ego que tenemos todos, decidí entrar para que, por ejemplo, muchos millones de euros se fueran a República Dominicana, en lugar de a otros países que no eran hispanos, fue como sentirme el papá de Tarzán. Sentí que luchando en la política pasan cosas, se viven realidades.”

Retórica obsoleta y cursi

Xavier Rubert, también profesor de estética en la Universidad de Barcelona, señala que para sobrevivir en el mundo parlamentario “uno tiene que inventarse, porque es de un tedio infinito. Hay gente que tiene posaderas de acero y puede aguantar todo el día oyendo tonterías o sabiendo lo que va a pasar. Los ingleses ya saben esto, entonces dedican a la política al hijo tonto, pero en los países latinos no se sabe, por lo cual meterse a la política es un poco desesperante”.

El pensador dice que El cortesano y su fantasma es un tributo a dos tipos de políticos, “el führer, es decir, el líder, y el surfer, el que se sube a la ola que es la que lo dirige. En el parlamento, ambos tipos de políticos están en una representación teatral de conflictos de intereses e ideas. Acaba siendo caricaturesco, pues los partidos políticos han hecho que todos sepan lo que cada uno va a decir antes de que lo digan. No hay dialéctica.

“En la política hay momentos en que se deben tomar decisiones con un déficit crónico de razones. En momentos de tormenta esto cuenta más que 20 sabios discutiendo lo que se va hacer. Pero la retórica parlamentaria es obsoleta, suena cursi, es de otra época, gradilocuente, debería ser más austera, más fina, más dinámica.

“No obstante, lo más crispante que puede haber en política es alguien conocido independientemente de ella, porque para el capataz de los partidos cuando una persona, como un intelectual, habla, lo hace con más libertad que alguien que le debe todo a su señorito. Esa es la razón de que en política exista una antipatía por el discurso cultural.

“Por tanto, la representación teatral que se vive en el parlamento también es obsoleta, con una crisis de credibilidad. La palabra democracia ya no cubre las necesidades del mundo cuando permite que la mitad de la humanidad muera de hambre y la otra de colesterol. Es escandaloso.”

Agrega que en Europa se habla poco de la política mexicana, donde se fijan más en la gestión de Hugo Chávez, de Venezuela, y en “dos o tres populismos. Lo que pasa en México no es significativo, con la derecha en el poder, no hay problemas de primera plana.

“Lo que sí, es que ustedes la tienen complicada con lo que sucede en Estados Unidos, donde los demócratas, tanto Hillary Clinton como Barack Obama, han dicho que habría que hacer proteccionismo.

“Es decir, si se acaba el Tratado de Libre Comercio o se matiza y transforma, o si se consigue que los trabajadores mexicanos se queden aquí, que no crucen la frontera, le va a afectar mucho al país. El discurso neoliberal que están manejando, a corto plazo, sintonizaría en algún momento con la derecha que tienen en el poder, eso sería dramático.”

 
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