Usted está aquí: jueves 17 de abril de 2008 Opinión Un legado para Asturias

Bárbara Jacobs

Un legado para Asturias

Señoras, señores,

Este jueves 17 de abril de 2008 yo, Bárbara Jacobs, a estricto título personal, pero autorizada en los términos de las leyes correspondientes, con estas líneas quiero dejar constancia de un muy concentrado agradecimiento y de un no menos comprometido anuncio.

En ocasión en que la Universidad de Oviedo, aquí, en Asturias, España, en este acto universitario y solemne recibe ante ustedes el acervo de Augusto Monterroso que le he donado, mi primera gratitud es para el rector de esta institución, don Juan Vázquez, así como para su directora de Actividades Culturales, Marta Cureses de la Vega, por la ilimitada hospitalidad con la que ambos acogieron mi gesto y lo materializaron, reflejo de la calidad del aprecio asturiano que, desde la concesión que le hicieron del Premio Príncipe de Asturias de las Letras, cautivó a Augusto Monterroso y renovó su propia sensibilidad hacia la cultura ovetense, ya registrada en su afición a Leopoldo Alas, Clarín, y muy en especial hacia su universidad, la Universidad de Oviedo.

Asimismo, y en particular por lo que hace a la donación motivo de mis presentes palabras, agradezco el abarcador apoyo y la desinteresada orientación que, a lo largo de estos difíciles años para mí, he recibido, por una parte, de Vicente Rojo y, por otra, de José-Miguel Ullán.

Por último, haré el anuncio que digo en atención a mi principio de que la naturaleza de una herencia como la que me hizo Augusto Monterroso no equivale a que yo la preserve para mi gozo individual, sino a la responsabilidad de que sepa ubicarla para su mejor resguardo y su más profesional acceso para los demás.

En este sentido, así como previa y públicamente he situado ya otras divisiones del mismo pródigo legado de Augusto Monterroso a la Biblioteca de la Universidad de Princeton, Nueva Jersey, y, en una escala menor en cuanto a cantidad de muestras, al Museo del Estanquillo de la Ciudad de México, a la Agencia Literaria International Editors de Barcelona, y al Archivo de Inmigrantes Notables de la Fundación Telmex de México, aquí y ahora anuncio que, al fondo que hoy acoge la Universidad de Oviedo, que consta de 14 mil volúmenes de la biblioteca personal de Augusto Monterroso, su bibliografía y hemerografía directas e indirectas, material de video y de audio, condecoraciones y reconocimientos internacionales, retratos, fotografías, en breve añadiré, digo, entre aún otros objetos personales y más fotografías identificadas, los originales del intercambio de cartas y mensajes que Augusto Monterroso y yo sostuvimos circunstancialmente durante algo más de las últimas tres décadas de su octogenaria existencia. Confirmo esto con la única salvedad de que, a menos que en algún momento yo dispusiera lo contrario, mientras yo viva esta correspondencia no se dará a conocer.

Para terminar, con gusto aprovecho la ocasión para participar que igualmente estoy trabajando en todavía otra división más del archivo de Augusto Monterroso, y que en su momento depositaré su cuidado en un organismo aún no determinado de México, el muy querido México de Monterroso, país que lo acogió y que lo apreció siempre, siempre con un espíritu incondicional y a manos llenas, en el mejor estilo abierto y generoso que caracteriza y ha caracterizado de tiempo inmemorial a esta nación única entre naciones.

Pero no quiero excederme más de la cuenta. Nuevamente, muchas gracias.

Texto que la escritora y colaboradora de La Jornada leerá esta noche durante el acto con el cual culmina la donación del acervo bibliográfico del narrador Augusto Monterroso a la Universidad de Oviedo

 
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