Usted está aquí: viernes 18 de abril de 2008 Cultura Bregovic trae a México la riqueza de la cultura y las tradiciones de los Balcanes

■ El compositor bosnio clausurará el festival del Centro Histórico con un recital en el Zócalo

Bregovic trae a México la riqueza de la cultura y las tradiciones de los Balcanes

■ Con su música sintetiza la historia de un país que transitó entre el socialismo y la guerra civil

■ Persiste en su búsqueda instrumental y sonora con marcado sentimiento gitano

Guillermo García Espinosa

Ampliar la imagen Goran Bregovic, creador de una amplia obra, entre ella las bandas sonoras de filmes dirigidos por Emir Kusturica y Patrice Chereau Goran Bregovic, creador de una amplia obra, entre ella las bandas sonoras de filmes dirigidos por Emir Kusturica y Patrice Chereau Foto: Tomada de la página del artista en Internet

Para no tener que pagar en la cárcel las consecuencias de sus diatribas sobre la sociedad y la política, Goran Bregovic comenzó su carrera como un roquero en clubes juveniles de Sarajevo, cuando esta ciudad era todavía parte de la hoy extinta Yugoslavia. Pero con los años, su música se convirtió irónicamente en un reconocimiento a la cultura de los eslavos del sur y de los demás pueblos balcánicos, ahora partidos por la fuerza de las armas y la geopolítica occidental en pequeños países que no dejan de tener un referente cultural común: Belgrado.

Bregovic (cuya pronunciación eslávica es Brégovich) es el artista que cerrará el Festival de México en el Centro Histórico con un concierto popular en el Zócalo capitalino, el 27 de abril próximo, antecedido de dos presentaciones en el Teatro de la Ciudad, este viernes 18 y el sábado 19.

De Sarajevo a París

Nacido en Sarajevo, Bosnia, en 1950, de madre croata y padre serbio, Goran Bregovic sintetiza con su vida y su música la historia de un país que además de transitar cuatro décadas por el socialismo y padecer casi 10 años de guerras continuas, ha sido desde hace varios siglos punto de encuentro entre el cristianismo ortodoxo, el catolicismo y el Islam, entre Europa del Este y Europa occidental.

Es decir, lo que el cineasta serbio Srdjan Karanovic resumió en 1982 con el título de una de sus películas: Nesto izmedju (Algo en medio).

“La inspiración de Bregovic tiene sus raíces en el folclor balcánico: es la música de Rumania, de Bulgaria, de Serbia. En sus letras reconoces expresiones folclóricas antiguas, combinadas con rock. Goran Bregovic es romántico, es nostálgico, es sencillo. Por eso es tan popular en toda esa región”, explicó Nada Petkovic, especialista en literatura y lenguas eslavas de la Universidad de Chicago, adscrita al Centro de Estudios de Rusia y Europa del Este, en entrevista telefónica.

Bregovic, casi siempre vestido de blanco en sus conciertos, se acompaña generalmente con una guitarra eléctrica, que hace recordar los tiempos en que lideró su grupo de rock Bijelo Dugme (Botón Blanco), que le hizo famoso en la Yugoslavia socialista e inclusive más allá de las fronteras de entonces.

Con el estallido de las guerras balcánicas en 1991 –en medio del derrumbe de los países del bloque soviético del que Yugoslavia se mantuvo a cierta distancia–, Bregovic desarmó Bijelo Dugme y se vio también obligado a escapar de Sarajevo, que se convirtió en un auténtico campo de batalla.

El músico no escapó solo de aquel valle donde los disparos de artillería caían a placer desde las montañas balcánicas.

Se refugió en París y encontró ahí artistas como el cineasta Emir Kusturica (Cuando papá se va de viaje y Tiempo de gitanos), pero también se llevó instrumentos tradicionales balcánicos (clarinete, tuba, trompeta, trombón, tambor, pandero). Paulatinamente ensambló timbres desentonados y sonidos electrónicos hasta crear la Banda para Bodas y Funerales, que lo acompaña hasta la fecha.

La búsqueda instrumental y sonora no paró ahí. Pronto le acompañaron las Misteriosas Voces Búlgaras y luego compondría la música del filme de Patrice Chereau, La reina Margot (1994), en el que destacan las danzas del siglo XVI, de claro sentimiento gitano.

Rumbo propio

Con Iggy Pop, “el abuelo del punk”, Bregovic acompañó Arizona dream (1993), otra cinta de Kusturica, su coterráneo, de quien finalmente se ha distanciado para tomar rumbos propios. Y al lado de Cesaria Évora hizo la música de Underground (Subterráneo, 1995), una historia de amor en medio de las guerras balcánicas de los años 90, en cuyas canciones evoca con nostalgia las rutas de la Yugoslavia destruida, la vida, la muerte, los rifles Kalashnikov, el “boom, boom, boom” de los obuses y los metales de la banda, fiel a la costumbre cristiano ortodoxa que no falta en fiestas matrimoniales y sepelios.

Los conciertos de Bregovic –quien en el Zócalo estará acompañado por una banda mixe de Oaxaca– se cuentan por decenas en varios rincones del mundo con audiencias que suman decenas de miles.

“En 2006 vi a Goran Bregovic y su banda en el Parque Grant, de Chicago (la ciudad con el mayor número de habitantes de origen serbio y croata, después de Belgrado y Zagreb)”, recuerda la filóloga Petkovic.

“Había gente de todas las comunidades de la ex Yugoslavia y lo más sorprendente de todo es que serbios, croatas, bosnios... todos estuvimos ahí bailando y cantando las viejas canciones de Bijelo Dugme. Fue emocionante, nostálgico.”

 
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