foto: Ramildo Espíndola

Foto: Ramildo Espíndola Cabreira

Flor Crisóstomo en Chicago

La zapoteca que desafía al imperio

 Gloria Muñoz Ramírez, Chicago, Illinois. Flor Crisóstomo, zapoteca de 29 años de edad, llegó a trabajar a Estados Unidos hace 8 años. Su testimonio es la historia colectiva de más de 12 millones de trabajadores indocumentados en este país, muchos de origen indígena y campesino. El 19 de abril del 2006, agentes de inmigración irrumpieron violentamente en la compañía Ifco System, en la que trabajó Flor reciclando madera durante más de 5 años. Fue la primera redada masiva en este país, y en ella arrestaron simultáneamente a 1 200 trabajadores de 16 sucursales de la misma compañía.

Flor apeló legalmente la deportación sin ningún resultado. El 28 de enero del 2008 el gobierno de Estados Unidos le ordenó salir inmediatamente del país. Ese mismo día ella decidió permanecer en resistencia mediante un acto de de­so­­bediencia civil. “Tomé esta decisión para que el gobierno arregle las leyes descompuestas y acabe con el sistema inhumano de mano de obra indocumentada y de explotación”.

En una pequeña habitación de una iglesia metodista que accedió a prestarle refugio en calidad de santuario, Flor permanece las 24 horas del día desde hace tres meses, lo que no le impide participar y, desde ahí, organizarse y gritar su indignación. Pertenece a la organización Pueblos sin Fronteras, al igual que Elvira Arellano, quien luego de ser deportada continúa luchando desde México por los derechos de los trabajadores indocumentados.

Flor es prófuga de la justicia. La pueden deportar por la fuerza en cualquier momento, e incluso encerrarla en una prisión hasta por diez años, por desobedecer una orden federal; sin embargo, no está escondida ni vive en la clandestinidad. Su refugio es público en la avenida División, al norte de Chicago. Desde aquí responde llamadas a su celular, correos electrónicos, recibe a la prensa y a compañeros de lucha. Desde aquí organiza la campaña América abre tus ojos (alto a las redadas, deportaciones y despidos por el “no-match” y a las separaciones de familias), y se organiza también para la marcha del primero de mayo.

 

 

Su historia, producto del tlc. Madre de tres hijos a los que no ve desde hace ocho años, cuando tuvo que cruzar la frontera en busca de trabajo, Flor aclara: “Desde que llegué a Estados Unidos, en el año 2000, siempre he mantenido una posición correcta, nunca he robado, nunca he pedido ayuda al gobierno, he trabajado, pagado mis impuestos, he respetado las leyes… nunca fue un sueño llegar a los eu”.

 “Era el inicio de julio de 2000 cuando tuve la necesidad de pedirle a mi madre el apoyo de cuidarme a mis hijos para poder desplazarme a los Estados Unidos y poder enviarles un poco de dinero. Mi madre tenía un pequeño negocio al borde de la carretera federal México-Acapulco, pero a partir de la creación de más de 4 mil kilómetros de carretera que implementó en 1997 el presidente Carlos Salinas de Gortari, cientos de negocios se vinieron abajo y ya no tuvimos la oportunidad de salir adelante. Por eso muchísimos de noso­tros nos vimos obligados a venir a los Estados Unidos…”

Flor distingue entre la palabra migración, “que es el estado natural de todo ser humano, porque todos caminamos por el mundo”, y desplazamiento forzado. “Desafortunadamente yo tuve que tomar la segunda opción. Es muy difícil todo, desde el momento en que atraviesas la frontera sin documentos, buscando el sustento para tu familia, te encuentras con esa xenofobia contra nosotros los mexicanos, los latinos, y sobre todo contra los indígenas. Nos vemos perseguidos, criminalizados, aunque la mayoría mostramos buena conducta, pero el gobierno no nos acepta por el color de nuestra piel, por el tipo de cultura que tenemos… es muy difícil ser una persona perseguida, acosada, señalada con el dedo, cuando tú sólo vienes a buscar lo que se te arrebató descaradamente hace 14 años a través de la creación de las políticas comerciales como el tlcan, que dañó tanto a México y que nos obligó a millones de personas a desplazarnos para buscar el sustento para nuestros hijos”.

La redada contra los trabajadores de Ifco System le cambió la vida. La mayor parte de los 1 200 trabajadores detenidos fueron deportados, permaneciendo únicamente los 26 trabajadores de Chicago. “Desde entonces empecé a tomar conciencia y a emprender una lucha para apoyar al pueblo indocumentado. Desafortunadamente el día 4 de diciembre del 2006 un juez federal de inmigración mandó una carta a mi abogado diciendo que yo tenía que salir voluntariamente del país el 28 de enero, y que si yo no me presentaba al servicio de inmigración con una maleta de 40 libras y mi boleto de avión, iba a quedar como una prófuga. Era muy difícil dejar esta lucha a medias. Ahora soy una prófuga, según las leyes rotas de los Estados Unidos, pero no me importa, mientras pueda seguir mandando el mensaje a través de la campaña América abre tus ojos”.

La campaña está dirigida a educar (concientizar) al pueblo norteamericano. “Somos perseguidos y existe una gran xenofobia porque ellos están viendo que estamos creciendo numéricamente. Es importante que entiendan por qué existimos más de 12 millones de indocumentados en este país. De estos millones, más de la mitad somos mexicanos. Y no es porque venimos a buscar el sueño americano. Existimos millones de indígenas y campesinos que nos han obligado a desplazarnos. El pueblo norteamericano tiene que conocer la situación que trajo el Tratado de Libre Comercio, que su gobierno creó y que dañó la economía de los campos en México, que dañó la subsistencia de los indígenas, individuos y pequeños negocios en México. Siendo nosotros los principales consumidores de maíz, no podemos siquiera producir nuestro propio maíz, nos vemos obligados a comprarlo a Estados Unidos y a Canadá, y eso no es justo, pues nosotros tenemos tierra. Hay algo turbio en el tlc que dañó tanto y seguirá dañando, y si el pueblo de Estados Unidos no actúa frente a estas políticas, van a seguir entrando millones de latinoamericanos a este país”.

Originaria de Ocotlán de Morelos, Oaxaca, Flor imagina su futuro en México “con mis hijos, trabajando igual, y concentrándome mucho más en nuestros pueblos indígenas. Presionando al gobierno de México para que tome una posición fuerte frente a la migración y para que tome responsabilidad de lo que él mismo crea… Que el gobierno cree trabajos, subsidios al campo, para no tener que salir de México”.

También se interesa en la autonomía de los pueblos zapatistas de Chiapas, que se organizan sin el gobierno y crean sus propias escuelas y clínicas. “Son una inspiración y una esperanza”, concluye.