Usted está aquí: viernes 25 de abril de 2008 Cultura Con el precio único del libro se abatirían de manera paulatina bajos índices de lectura

■ Felipe Calderón debe firmar iniciativa de ley que vetó Fox, señalan en mesa redonda

Con el precio único del libro se abatirían de manera paulatina bajos índices de lectura

Arturo Jiménez

El presidente Felipe Calderón no tiene más que firmar la iniciativa de ley del libro, promovida y consensuada por diversos sectores sociales y económicos desde el sexenio anterior, avalada por legisladores de todos los partidos pero vetada por Vicente Fox.

Con ello se demostraría verdadera voluntad de apoyar a la industria editorial, el apuntalamiento de librerías –cuya tendencia es a la reducción–, la implantación de medidas positivas como el precio único del libro para aumentar las ventas y, por tanto, el abatimiento paulatino de los bajos índices de lectura.

Las anteriores son algunas de las consideraciones vertidas en la mesa El precio único del libro, en la que participaron el editor Marcelo Uribe, el periodista Nicolás Alvarado, el consultor Enrique Richter, el promotor Pedro Pablo Martínez y aunque el escritor Alvaro Enrigue no pudo asistir, envió un texto en el que sintetiza el llamado de la comunidad cultural a Calderón.

Realizada en el contexto del Día Mundial del Libro, que se celebra el días 23 de abril, la mesa se efectuó en la sede de la editorial Jus, espacio cultural conocido como Donceles 66, en el Centro Histórico.

Ahí los participantes plantearon otras coincidencias, como que el precio único ayudaría a terminar con la competencia desleal entre las cadenas comerciales –que compran grandes volúmenes de libros y por ello pueden bajar más los precios– y las pequeñas librerías, que manejan pocos ejemplares y no pueden ofrecer precios bajos.

Pero además, se dijo, esos presuntos precios de descuento en realidad están inflados de manera previa y sucede que el supuesto beneficio económico es ficticio, lo que deviene en precios altos y menor consumo de libros.

Esa es la “tragedia” de que el precio sea libre y no único para todo el país, dijeron los ponentes, quienes pusieron como buen ejemplo de la segunda modalidad el costo de las revistas en cualquier parte del territorio nacional, donde no hay competencia desleal y se genera la confianza de que no existe el “engaño del sobreprecio”.

De falsas herejías

Otro aspecto negativo de ese monopolio es que afecta la diversidad y calidad de la oferta librera, pues tienden a desaparecer muchas pequeñas librerías con perfiles singulares, que no pueden soportar esa competencia, y en su lugar se impone la oferta homologada de las grandes cadenas, como sucede con la venta de libros en los supermercados.

También reiteraron los beneficios de un mayor auge editorial en los países donde se ha adoptado el precio único, como en Perú, nación en que se hizo por acuerdo y costumbre, sin necesidad de legislación específica, o Alemania, uno de los países de reciente aplicación pero para el cual el libro es casi asunto de “seguridad nacional”.

Todos coincidieron en que uno de los obstáculos para que avance la iniciativa de ley del libro es la Comisión Federal de Competencia, dependencia que no reconoce la grave crisis por la que atraviesa la industria y la cultura del libro en México y que considera medidas como la del precio único como una “herejía”.

Entre los graves problemas de la mala distribución de libros y los bajos índices de lectura, se recordó que 94 por ciento de los mexicanos vive en poblaciones donde no hay una sola librería.

Alvarado puso el ejemplo revelador de que mientras en Argentina hay una librería por cada 7 mil habitantes y en Estados Unidos una por cada 20 mil, en México hay una por cada 180 mil habitantes. Lejos quedó la época, se dijo, en que el país era una “potencia editorial” en América Latina.

Uribe recordó que, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 40 por ciento de las librerías mexicanas han cerrado en los pasados 35 años, panorama que se visualiza como más grave si se considera que mientras esos locales han decrecido la población se ha incrementado.

Reiteró que, según la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, de 2002 a 2006 cerró el 13 por ciento de las librerías y que, de continuar la tendencia, en 15 años en teoría ya no habrá una sola. A eso le han llamado un fenómeno de “depredación” de librerías.

 
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